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Una madre cuya hija sufrió bullying en Salamanca: "¿Cómo le explicas a un niña de 7 años que no es culpable?"
La búsqueda de porqués y la responsabilidad de padres, madres, colegio e Inspección. La historia del bullying que no encuentra solución
Merece la pena leer para saber, escuchar para entender, ver para conocer. Eso sí, a veces resulta difícil y una auténtica muestra de valentía enfrentarse a un auditorio, un lector riguroso o un crítico oyente. A veces, contar tu historia puede ser un acto de liberación, al mismo tiempo que una forma de decirle al mundo que ellos también pueden.
En esta ocasión y con el corazón en un puño porque no puede ser de otra manera, en estas líneas se recoge la historia de una madre cuya hija, con tan solo siete años de edad, sufrió bullying. Un acoso escolar perpetuado a lo largo del tiempo que acabó con el cambio de colegio de la víctima, de la pequeña, para que pudiera pulsar el botón de 'reset' y renacer después de un logrado sufrimiento que recuerda ahora Aitzber, su mamá. La pequeña, por precaución, queda en el anonimato.
Un día, prácticamente recién comenzado el curso, Lucía (nombre ficticio) le dijo a su madre que había niños que le 'pegaban' en el colegio. "Al principio, no le das importancia. Toda la vida han pasado estas cosas en los patios y por ser algo puntual, lo dejé ahí. El problema llegó cuando se convirtió en rutina, una semana tras otra", y ahí recuerda Aitzber la falta de amparo que sintió para encontrar una solución:
"El problema en ese momento no son las autoridades, colegios o instituciones, que lo son y seriamente. El problema principal, bajo mi punto de vista son los padres. Si yo como madre le digo a otra, mira está pasando esto y creo que hay que encontrar un remedio, y su respuesta es: 'ya le he dicho que pida perdón'... Intenté llegar a un entendimiento porque son niños pequeños y creo que hay que explicar que esas cosas no se deben hacer".
Después de tres meses en los que la niña continúa sufriendo bullying "de una forma muy discontinuada" y tras las Navidades la situación se agrava: "se convirtió en algo diario y constante". En ese momento, en ese límite, "el tono cambia y la educación también". Es ahí, cuando tras intentar hablar con los padres sin solución alguna, se decide a hablar con la dirección del colegio, la respuesta fue en afirmativo: sí eran conscientes de que eran chicos "problemáticos", pero la solución... nunca llegó justificando que "las manos las tenían atadas".
Con este contexto, su mente se puso en lo peor, "¿debían esperar a que ocurriera algo más grave? ¿Es entonces cuando se buscaría una solución?", se preguntaba. Por ello, tomó cartas en el asunto y pasó a hablar con Inspección; "realizan una llamada el lunes, el martes no ocurre nada, pero el miércoles volvemos a las mismas, por lo que el jueves decido amenazar de una forma más seria y ahí ponen solución poniendo refuerzo para que eso no ocurra". En vano.
Aitzber decidió iniciar el cambio de colegio con muchas preguntas, ninguna respuesta y la situación de su hija, agredida en su colegio, ese al que ya no quiere volver.
Con la voz cortada y lágrimas en los ojos (una imagen vale más que mil palabras) relata cómo se sentía: "Me he visto desangelada. No sabes qué hacer. El colegio no te da una solución, Inspección se desentendió, no volví a hablar con ellos. Es impotencia, impotencia de ver a tu hija feliz en el colegio y de repente te dice que no quiere volver mientras esos niños estén ahí. Y le tienes que hacer entender que ella no es la culpable. ¿Cómo le explicas eso a una niña de 7 años?".
Entre tanto dolor y dureza, algo siempre se aprender y Aitzber habla de "contener" su "mal genio", porque "las consecuencias podían ser peores". "He aprendido a valorar mucho más la confianza de mi hija. He aprendido a que si te tienes que sacar las castañas del fuego, lo tienes que hacer tú y tienes que preguntar como si fueras tonto. No me fío de nadie, no es positivo, pero te enseña a que no todo es muy bonito. El colegio y quiero que quede claro, favorece mucho la inserción, pero los que le han hecho el bullying a mi hija eran españoles, no extranjeros. Los que eran de fuera son los que la han defendido. También he aprendido a valorar eso", cuenta.
Y finaliza: "Las historias deben conocerse para encontrar una solución. Merece la pena contarlo. Que no duden en denunciar".
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