La obra 'Bajar las escaleras de espaldas', del grupo Edulogic, se representará en el Teatro Liceo
Marta del Pozo: "El problema no es conquistar los derechos, sino mantener esas conquistas y no retroceder"
La profesora de la USAL recibirá uno de los reconocimientos del Ayuntamiento de Salamanca por el Día de la Mujer
Desde la docencia, pero también desde la práctica judicial, Marta del Pozo lucha cada día por la igualdad y contra la violencia de género. Una materia que, como ella misma reconoce, lleva en su ADN, algo que la ha llevado a convertir la reivindicación de los derechos de la mujer en su línea de trabajo. Ahora, el Ayuntamiento de Salamanca ha reconocido sus aportaciones y será una de las tres homenajeadas por el Consistorio en un acto que tendrá lugar el 8 de marzo en el Teatro Liceo.
Marta del Pozo es profesora titular del área de Derecho Procesal de la Universidad de Salamanca y profesora de Derecho Procesal Penal y de Práctica Penal y Procesal del Centro de Formación de la Policía de Ávila. Además, dirige el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad de Salamanca y coordina el Programa de Doctorado en Estudios Interdisciplinares de Género y Políticas de Igualdad. Para ella, se trata de una cuestión de democracia y de derechos humanos.
-¿Qué supone este reconocimiento para ti?
Me ha hecho muchísima ilusión. Estoy muy contenta de que se me reconozca, que se premie mi trayectoria profesional, pero también la personal, porque toda la materia relacionada con la igualdad de mujeres y hombres y con la lucha contra la violencia de género es una cuestión que llevo escrita en mis genes. Siempre digo que es una cuestión de ADN, y que te reconozcan no solo por lo que haces, sino por algo en lo que crees, que está dentro de tus valores, es una cuestión esencial. Será un día muy especial y un momento único e irrepetible, así que estoy feliz. Quiero dar las gracias a todos los que han pensado en mí y a quienes me han elegido.
- Es un reconocimiento en el Día de la Mujer y por algo que forma parte de tu día a día.
Sí, porque no es que me dedique a la docencia e investigación en cuestiones sobre el tratamiento procesal de la violencia de género, sino que ahora mismo, de manera transitoria, soy magistrada suplente en la Audiencia Provincial de Salamanca, por lo que ahora estoy viendo casos de violencia de género desde la práctica, que son casos graves, de pena superior a cinco años. Lamentablemente, tenemos muchísimos asuntos para lo que es la ciudad de Salamanca de delitos contra la libertad sexual, solemos tener todos los meses varios casos. Es una cuestión que me preocupa en mi vida diaria. Intento autocorregirme si no uso lenguaje inclusivo o intento penalizarme si reproduzco determinados estereotipos, porque el problema que tenemos es que nos han educado en una sociedad con determinados códigos, que parece que llevas esa impronta desde que naces y hay que corregir esos códigos, hay que alterar esas ideas que llevan a plantear que nosotras no podemos hacer lo mismo que los hombres. Cuesta porque la sociedad es como es y es esencialmente machista.
- Por eso es tan necesario seguir celebrando el 8 de marzo
En realidad a mí lo que me gustaría sería que no hubiera 8 de marzo porque eso significaría que ya hemos conseguido la igualdad plena. La igualdad formal ya la tenemos, pero la igualdad material no porque seguimos con techos de cristal, seguimos percibiendo menos salario por el mismo trabajo, sufrimos la violencia de género, que es el símbolo más brutal de la desigualdad. Yo creo que no es muy adecuado utilizar el término celebrar porque no hay mucho que celebrar. Seguimos con todas estas dificultades y en algunas cuestiones estamos, incluso, yendo hacia atrás. Y eso es algo que me preocupa mucho, porque el problema no es conquistar los derechos, si no mantener esas conquistas y no retroceder. Más bien es un día para reivindicar, para levantar la voz, para decir lo que está mal, para plantearnos corregirlo, para explicar por qué estamos como estamos y que, por fin, se nos entienda. Ddándole muchas vueltas al discurso de agradecimiento, quiero que sea emotivo para explicar por qué soy como soy y lo que me ha llevado a elegir, entre otras, esta línea de docencia y de investigación y de práctica judicial. Es algo que ya no podré dejar nunca porque si lo dejo siento que me falta algo o sería porque ya no hace falta. Ojalá tuviera que dejar de hacer todo esto que hago porque ya hubiéramos alcanzado una igualdad total, real y plena y porque no hubiera violencia contra las mujeres.
- ¿Cómo crees que ha evolucionado la situación de la mujer en los últimos años?
Creo que vamos para adelante y vamos atrás. Creo que no se puede hacer una afirmación categórica de que hemos avanzado ni de que hemos retrocedido. Con respecto a hace muchos años hemos avanzado, estamos mucho mejor que nuestras abuelas y que nuestras madres. Antes la mujer era incapaz, la mujer dependía del marido, el adulterio de la mujer era delito, la violencia contra la mujer estaba absolutamente normalizada. Y claro que estamos mejor que entonces, pero todavía nos quedan muchísimas cosas por hacer. Y a mí me parece que hay un problema grave con la juventud. Estoy asustada porque viendo los últimos datos de las encuestas, cuando lees que el 25% de la juventud se plantea que la violencia de género no existe, que no es real, que es algo que nos hemos inventado las feministas y que es algo ideológico, es algo que me preocupa muchísimo porque son la España del futuro. Son quienes tienen que mantener este estado social y democrático de derecho, quienes tienen luchar por erradicar la violencia de género y si no creen en que existe dificilmente van a poder hacer algo para atajarla.
-¿Dónde están los techos de cristal para las mujeres en la Universidad?
Es cierto que cada vez hay más catedráticas, pero todavía no hay las suficientes. Cada vez hay más profesoras titulares, pero todavía no hay las suficientes. Nos sigue costando llegar al máximo nivel del funcionariado y tenemos más dificultades porque se pide un estándar de méritos que para poder hacerlos a veces no es sencillo para una mujer. Por ejemplo, uno de ellos es irse al extranjero y para una mujer si tiene menores a su cargo y si su pareja no decide que las cuestiones relacionadas con el cuidado son de las dos partes no puede irse. Muchas veces no podemos llegar al mismo nivel o tardamos muchísimo más porque tenemos que cuidar, no solo a los menores, sino también a los mayores. Los datos arrojan que nueve veces de cada diez somos las mujeres quienes abandonamos nuestras tareas para cuidar a quien corresponda. Este es un techo de cristal.
También tenemos otro hándicap, que es que hay materias, como las relacionadas con el género, que parece que los órganos de acreditación universitaria se piensan que es 'pinto y coloreo', por lo que si quieres investigar sobre estas materias y progresar en tu carrera tienes que hacer el doble de cosas. Hay que tener en cuenta otras cuestiones como que la Universidad de Salamanca nunca ha tenido una rectora elegida por votación y es verdad que cada vez hay más rectoras, decanas y directoras de departamento, pero no las suficientes.
- La USAL dispone de estudios de género, ¿son una herramienta para concienciar y educar a las nuevas generaciones?
Los estudios de género de la Universidad de Salamanca tienen reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional, pero lo que pasa en estos casos es que quien elige estos estudios ya tiene una sensibilidad, los elige porque quiere formarse en algo que tiene claro que sea su futuro. El problema es que quedan muchos estudiantes que también deberían formarse en estos asuntos. Creo que sería útil hacer asignaturas de campus optativas para que en diferentes grados se conociesen cuestiones relativas a la igualdad y a la violencia de género. Parece que son cosas típicas de derecho, criminología o sociología, pero también interesa a enfermería, medicina, ingenierías, etc. Es una cuestión de democracia que debería de ser una formación transversal. Muchas veces se convierten en optativas y pasa lo mismo, la elige quien ya tiene esa sensibilidad.
- ¿Crees que se banaliza con las cuestiones relacionadas con la igualdad y con la violencia de género?
En muchísimas ocasiones sí. A veces se reducen las cosas y no se ve el problema en su conjunto. La nueva ley se ha reducido al 'solo sí es sí', como si solo tuviese un artículo, pero qué pasa con el resto de artículos, que tienen un montón de normas preventivas, que crean los centros de asistencia 24 horas, que son imprescindibles para atajar la violencia sexual porque cuando una mujer sufre una agresión sexual está tan desprotegida y confusa que necesita que desde el principio se le asesore, se esté con ella. Pero nadie conoce el resto de la ley.
Y esto pasa con todo, no se ve el contexto que hay detrás. Se reduce a 'le ha dado un puñetazo', pero el puñetazo es la última violencia que se ha ejercido contra la mujer. No se ve lo que hay detrás, el control, la sumisión. Cuando hay una agresión física es una anomalía, porque él no quiere esa agresión porque eso es más fácil de probar. Pero se produce porque no tiene otra forma de 'corregir' a la mujer, por decirlo de alguna manera. Si esto no se ve en un contexto y en su conjunto te quedas en la superficie, y si te quedas en la superficie ni se puede hacer justicia ni se puede ayudar a la mujer a recuperarse, ni puede acabar con la violencia de género. A veces se termina todo reduciendo al último episodio, que puede ser hasta anecdótico. Detrás hay mucho sufrimiento y si pones en una balanza todo el tiempo que ha estado sometida, vejada, humillada, controlada, insultada, todo eso pesa muchísimo más que el puñetazo. Y eso a veces ni se ve, ni se puede probar, ni se investiga ni sale a la palestra.
- Un mensaje para este 8 de marzo
El mensaje es que todas las personas pueden hacer cada día en su vida cotidiana algo por conseguir la igualdad y por luchar contra la violencia de género, aunque no lo piensen. Hay que intentar poner un granito de arena entre toda la sociedad por conseguir que las mujeres seamos iguales que los hombres y que no haya violencia de género. Es una cuestión de democracia, de derechos humanos y porque a nosotras, desgraciadamente, nos va la vida en ello.
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