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El método Katiusha

El artículo de Diego Jalón de este viernes para TRIBUNA

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El método Katiusha
Enrique Sánchez-Guijo y Javier Tebas (Foto: Junta de Castilla y León)
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 4 min.
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En su huida hacia delante, este Gobierno, que ya no admite calificativos que permitan definirlo con un mínimo rigor, ha convertido la política nacional en una especie de batería de lanzacohetes Katiusha, los órganos de Stalin (en el sentido del instrumento musical, no vayan a pensar mal) que se hicieron famosos en la segunda guerra mundial. Esa formidable arma de destrucción disparaba, como Sánchez y sus ministros, una bomba tras otra a tal velocidad que para cuando la primera había explotado ya había otras cuatro o cinco cayendo y todo quedaba arrasado.

La traca imparable de decisiones demenciales y disparatadas, de medidas absurdas, de leyes y decretos incongruentes y perniciosos es de tal calibre que se ha vuelto imposible no ya analizarlos y considerar sus consecuencias, sino incluso enumerarlos. El escándalo del sí es sí tapa la cacicada de la malversación a la carta, que a su vez eclipsa la reforma de la sedición, que hace olvidar la valla de Melilla. Y claro, quién se acuerda ya del Sáhara, del Pegasus, de los impuestos al patrimonio, a la banca o a las eléctricas. Y por supuesto haría falta una excavación como la de Atapuerca para desenterrar el recuerdo de la Ley de Memoria pactada con Bildu, del acercamiento de presos, de los indultos a los golpistas catalanes o de la reforma de la ley de educación y sus matemáticas con perspectiva de género.

En medio de esta riada, ¿quién tiene un momento para ocuparse del empobrecimiento de los hogares y de las familias, que pronto van a incluir a los compañeros de piso, de la inflación y de los precios de los alimentos, de cómo vamos a pagar la luz, el gas o las hipotecas, de cómo presume Yolanda de las cifras del paro después de sacar a los fijos discontinuos de las listas o de ese PIB que en 2024 seguirá por debajo del de 2019?

Para conseguir que el método Katiusha sea más efectivo, como bien sabe Putin que sigue empleando este armamento para desolar Ucrania, es conveniente emplear alguna maniobra de distracción. La más habitual es señalar culpables ajenos para diluir responsabilidades. Un buen ejemplo, al que por cierto también se ha apuntado Óscar Puente en Twitter, su red de desinformación de cabecera, es el de la Sanidad. "A lo mejor algunos no han medido que a la gente le importan más los servicios públicos que las penas por el delito de sedición", decía el alcalde de Valladolid, sobre una foto de esa manifestación en Madrid en la que los moderados, dialogantes y progresistas defensores de los servicios públicos allí reunidos gritaban "¡Ayuso asesina!".

Como todo el mundo sabe, la atención primaria funciona perfectamente en toda España menos en Madrid, que por cierto es la única región en la que faltan médicos. Así que la culpable de todo es Ayuso, la misma que extendió el virus primero por la capital y luego se lo contagió al resto de España. Y además tuvo la ocurrencia de construir un hospital Covid, que ya hay que tener malos instintos, como se apresuraron a señalar quienes ahora convocan las manifestaciones y en su día arremetían contra el Zendal.

Pero lo que sobre todo requiere el método Katiusha es no tener principios ni moral. Hace hoy justo una semana, mientras Aragonés declaraba su victoria sobre el delito de sedición, "Hem arribat a un acord amb el Govern de l?Estat", el pobre Feijóo lamentaba tener que preguntarse "como muchos españoles, cuál es el límite de Sánchez en sus cesiones para seguir en el Gobierno. Debo reconocer que en mi opinión no existen. Creo, a estas alturas, que ya no tiene límites". Confunde opiniones con hechos y creencias con realidades, pero es evidente que tiene razón.

Claro que lamentarse ahora, uy, ay, el presidente miente, resulta un tanto inocente y tardío. Desde luego que miente: ?no es no y nunca es nunca?. Miente desde que llegó a la presidencia, con esa moción de censura para convocar elecciones que luego solo convocó cuando ERC le rechazó los presupuestos. Cuando las ganó explicándonos lo mal que íbamos a dormir con Podemos en el Consejo de Ministros y, así sin parar, en estos tres años, tan largos que parecen todos bisiestos.

Pero es que, además, parece que entre las pocas lecturas que realmente ha asimilado el presidente está este diálogo entre Alicia y Humpty Dumpty:

"Cuando yo uso una palabra ­?insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso? quiere decir lo que yo quiero que diga, ni más ni menos.

-La cuestión -insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

-La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda? eso es todo." 

 

Sánchez no tiene límites, no le limita el significado de las palabras, ni su valor, ni sus promesas o sus compromisos. No le limitan las leyes, ni la Constitución, ni los organismos independientes como la AIReF, la CNMV, la CNMC, el CIS, El INE, la Fiscalía, los jueces, ni la madre que les parió. Su único límite es cualquier cosa que pueda alejarle del sillón, del Palacio, del poder.

¿Cómo hemos podido estar tan equivocados para no darnos cuenta hasta ahora de que el 1 de octubre de 2017 no se celebró ningún referéndum de autodeterminación prohibido por el Tribunal Constitucional? ¿Ni de que no hubo una declaración unilateral de independencia del Parlamento Catalán el 27 de octubre, ni hubo que aplicar el artículo 155, con el apoyo del PSOE, porque la situación fuese gravísima y la actuación del gobierno catalán delictiva? Hasta el bobo de Puigdemont salió corriendo escondido en un maletero, sin darse cuenta de que no pasaba nada. Era una simple algarada con alteración del orden público, que mira que le gusta dramatizar a la derecha.

¿Y cómo no se nos ha ocurrido antes que tenemos que formar mejor a nuestros jueces (y juezas Irene y compañía, que cuando os conviene os olvidáis del lenguaje inclusivo) para que estén a la altura de la magnífica formación que tienen nuestra ministra de Igualdad, sus amiguis y el resto de los miembros del Gobierno, para que dejen prevaricar y de dictar sentencias machistas en contra de lo que dice esa ley tan genial que nos van a copiar en todo el mundo?

Pues seguramente es porque no hemos escuchado con suficiente atención a Pedro Sánchez ni sabemos lo que quieren decir sus palabras. Será porque, como Humpty Dumpty, el que manda es él y no nosotros, ni que esto fuese una democracia. O igual es que no hemos podido oírle bien por el estruendo de las Katiushas. Cuando cese, no sabremos qué cohete cayó primero ni cual fue el último, pero todo estará destruido.   

 

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