Un reto. Un desafío. Una situación adversa y difícil a la que el equipo se enfrenta. Después de la Supercopa , después de Lugo, después de las bajas de Silvia y Reisengerova. Después de todo eso, llegaba Valencia. Es cierto que no con todas sus jugadoras y tras perder recientemente a Cristina Ouviña, pero con el cartel de favorito colgado debido a las grandes dudas que despertaba el equipo salmantino en cuando a juego y sensaciones desde fuera. Un equipo irreconocible en Würzburg y que, de hecho, revivió sobre el parqué del pabellón charro. 

Un animal herido es el que más peligro puede crear y Avenida estaba herido. Desde el primer minuto del encuentro las jugadoras a las órdenes de Roberto Íñiguez definieron el ritmo de partido y, sobre todo, a lo que se iba a jugar. Defensa intensa, rebote como arma en araque y en defensa, y correr, siempre que se pudiera darle ritmo al partido. Además, sin la presencia de Reisingerova, el peso recaía sobre Fasoula, quien asumió la anotación del equipo en los diez primeros minutos. Al principio no entraron, pero su lucha por el rebote le concedió segundas oportunidades llenas de confianza para acabar el primer cuarto con 10 puntos.

De inicio, Íñiguez apostó por Vilaró sobre Ángela Salvadores después de los 33 puntos que le atestó la leonesa en el último encuentro en el que ambos equipos estuvieron frente a frente. Eso sí, cambios rápidos para mantener la intensidad. No habían pasado ni cuatro minutos que Maite y Andrea cambiaron por Leo y Jefferson en un comienzo con baja puntuación. A continuación, Crvendakic. Y este nombre cambia cuerpo y mente en pista. La jugadora serbia defiende individual y colectivamente con ojo y medio puesto en las ayudas, anota y además, reparte juego. Hinchó a sus compañeras de puntos y ella misma alcanzó los 8 puntos al descanso.

El primer parcial terminó a tablas: 16-16. Pero con un equipo que crecía sobre el parqué y era el local. 'Lets go' dijo entre dientes Crvendakic tras su primera canasta y esa era la mentalidad. Lo difícil comenzaba a fraguarse. La máxima renta hasta el momento se alcanzó antes de llegar al ecuador del segundo cuarto (26-18). Con la energía de Mcall, la visión de juego y que los triples empezaron a entrar. De hecho, dos lanzamientos liberados de la serbia desde el centro de la línea de 6,75 ampliaron todavía más la diferencia hasta los doce puntos (34-22).

Pues eso, que cuando te empiezan a salir las cosas, todo se mira de otra manera y el balón entra mucho mejor. Los balones sueltos caían en terreno azul, si no se anotaba a la primera se hacía a la segunda y las jugadoras que fallaban en defensa, tenían el banquillo como castigo. Final del segundo parcial 40-30. 

Y en el tercer parcial llegó la zona de Valencia Basket, esa opción de la que tanto rédito parece que saca cualquier equipo que se enfrenta a las charras. El equipo se atasca, no es capaz de generar huecos y ve muy pequeño el campo. Así, el parcial fue de 6-14 para la obligación de Íñiguez de parar el partido a falta de 4:13 para llegar al último cuarto. La consigna era clara, tras canasta, defensa zonal. Entre medias, Crvendakic tiraba de acciones individuales que impedían a Valencia ponerse por delante. 

A pesar de ese pequeño impulso por parte del conjunto visitante, Avenida mantuvo su concentración y la marea no dejó que el equipo se viniera abajo más de lo debido. Todas estaban enchufadas y todas podían aportar en ataque,antes del último cuarto las ocho jugadores que disputaban minutos habían anotado y las pívots brillaban. Si no era Mcall, era Fasoula y si no Crvendakic. 

En el último cuarto y pese a ir ganando de 12, las dudas llegaban con Raquel Carrera dentro de la zona, quien rebotaba, se pegaba con cualquiera y emergía como el principal motor ofensivo de las de Rubén Burgos. Pero sus canasta tenían respuesta y la distancia en el marcador se mantuvo constante. A dos minutos par el final y tras un robo de Vilaró, que supuso una falta antideportiva posterior sobre ella, la distancia era de 13 puntos: 71-58. 

Un leve acercamiento a falta de un minuto que ponía a Valencia a 10 hizo a Roberto parar el partido. Y la pizarra funcionó a la perfección, con la mejor respuesta ante la defensa planteada, un triple prácticamente sobre la bocina y ante dos defensoras de Andrea Vilaró. Todavía tuvo tiempo de poner la guinda al pastel y el partido acabó con la máxima renta conseguida hasta el momento: 79-63. 

Comunión afición y jugadoras y una victoria que no solo ayuda, sino que levanta al animal herido.