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El testimonio de un capataz de cuadrilla: "Se está trabajando con el mismo modelo que hace 30 años y los incendios no son iguales"

El entrevistado habla de "caos", "desorganización" y falta de "órdenes claras": los incendios arrasan la comunidad y las soluciones no son suficientes

El testimonio de un capataz de cuadrilla: "Se está trabajando con el mismo modelo que hace 30 años y los incendios no son iguales"
María  Pedrosa García
María Pedrosa García
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Capataz de una cuadrilla helitransportada, el protagonista de la entrevista, analiza la situación pasada, presente y futura de los campos en la comunidad de Castilla y León. Sin dar su nombre por motivos personales, cuenta bajo su propia experiencia el "caos" durante la oleada de incendios, preferentemente en las zonas de León, Zamora y Salamanca.

"Hemos estado desbordados. Ha habido simultaneidad de incendios y con lo poco que tienes, tienes que cubrirlo. Para ello, turnos de 14 a 16 horas e incluso más, doblando turnos, cambios de calendario sin días libres... Creo que juegan con la buena voluntad de los trabajadores y de favores se crean costumbres. Esta acumulación de cansancio y fatiga acaba desembocando en errores, percances y situaciones perjudiciales", comienza. 

Uno de los incendios de los que ha formado parte ha sido el de Monsagro en la provincia de Salamanca. Considerado como el peor incendio del siglo, superando con creces los datos de 2005 (hasta el momento el peor año según detalla la Junta de Castilla y León), el capataz trató de sofocarlo a lo largo de ocho duros días. Ocho días de "desorganización, falta de órdenes claras y sin apenas comunicación. No hay anticipación vamos todos corriendo detrás del incendio y así es imposible"

Este tipo de incendios se consideran de sexta generación, lo que quiere decir que son capaces de cambiar las condiciones climáticas. Crean sus propias condiciones, sus propias tormentas, sus propios vientos, llegando a ser "muy explosivos", según explica el entrevistado. Por ello, entienda que "hay pocas posibilidades de hacerle daño" una vez que ha comenzado, pero advierte: "es ahí es cuando tienes que actuar antes". 

"Llevamos tiempo luchando por conseguir continuidad laboral y formativa. Cada año el personal tiene menos experiencia, porque los trabajadores se van en búsqueda de una estabilidad. Es entendible, no se puede tirar con cinco o seis meses al año. Eso significa, gente nueva, gente que necesita horas de trabajo y mucha formación para estar preparado ante un incendio de las condiciones de los que han ocurrido", señala. 

Y ya dentro del incendio, ¿cómo valoras el avituallamiento? "Entiendo que es difícil, sobre todo por la falta de accesibilidad de los lugares en los que nos encontramos. Ha habido días que los bocadillos han llegado en helicóptero, por ejemplo. Entiendo que lleguen tarde, pero a veces no llegan, y cuando lo hacen no llegan para todo el mundo. Eso pasa muy a menudo. Juegan con la solidaridad de la gente que te lleva agua, bocadillos, fruta... no es su competencia, pero lo hacen. Es increíble la implicación de la gente", apunta. 

Un compañero fallecido

Román García, conductor de autobomba fijo discontinuo de incendios, y actualmente, desempeñando labores de Celador de Medio Ambiente, confesaba en una entrevista con Tribuna de Salamanca que "un fallecido, ya son demasiados fallecidos". Con el dolor que conlleva conocer la muerte de un compañero sin poder hacer nada al respecto, relataba las duras condiciones en las que trabaja el operativo con el único reconocimiento de los vecinos de los pueblos: "El personal da todo de sí y la gente sabe agradecerlo. Eso alimenta mucho más que los ridículos bocadillos de la Junta". 

En la misma línea, el capataz de una cuadrilla helitransportada, cuenta que se quedó de "piedra" al conocer la noticia: "Lo piensas y eres consciente de que como ha sido él, podrías ser tú o cualquiera. Y es por eso, por la falta de comunicación y de órdenes claras. En cualquier momento puede surgir una tragedia y nadie saber dónde te encuentras. Es un trabajo que tiene riesgos, pero hay que minimizarlos, no al revés". 

Las soluciones

Más allá de reivindicaciones laborales, el trabajador entrevistado, pide un cambio radical en el sistema: "Se está trabajando con el mismo modelo de trabajo que hace 30 años y los incendios no son iguales, y tampoco se trabaja igual. Hay que anticiparse. A lo largo del invierno, en Zamora, se han conocido incendios de cerca de 2.000 hectáreas que ya son significativos, lo que pasa es que no se les ha dado tanto bombo y lo ocultan para no mantener al operativo de continuo, pero los datos están ahí. Desde arriba no se está a la altura de lo que hay hoy en día. Repito que en este incendio lo que he vivido es que nadie da órdenes claras. Es un completo desastre". 

¿Estamos preparados para futuros incendios? "Según las condiciones climáticas, seguro que lo habrá y no estamos preparados. Tiene que cambiar el sistema de arriba a abajo, desde los directores de extinción hasta los planes de ataque, a todo. Lo que hay hoy no vale. Deberían parar a pensar en las 60.000 hectáreas que se han quemado en Zamora. Zamora está arrasada, las Batuecas, la joya de Salamanca, está totalmente abrasada, y pasará en otro sitio", reconoce con resignación.