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Una ayuda vital en medio de la soledad: La experiencia en primera persona de "respirar" gracias a 'Salamanca acompaña'
Un soplo de aire fresco. Una luz en la oscuridad. El programa para acompañar a personas mayores del Ayuntamiento de Salamanca es la oportunidad de Sabina para seguir aprovechando cada día de su vida siempre arropada.
Sabina, mitad zamorana mitad salamantina, es una persona mayor con mentalidad joven (si me lo permite), que vive y se siente sola. A su edad y tras la jubilación (era maestra), tiene un sentimiento de soledad que en algún momento llegó a ser depresión. Sin embargo, sus ganas de seguir viviendo disfrutando del momento le han hecho dar un paso lleno de valentía, pedir ayuda. ‘Salamanca acompaña’, el programa para acompañar a las personas mayores de 60 años que se sienten solas, ha conseguido dar a Sabina eso que le faltaba; una conversación, un paseo o simplemente una llamada.
Formado por dos trabajadoras sociales y dos educadoras, el proyecto pretende dentro de las restricciones sanitarias establecidas y de sus propias posibilidades, tender la mano a todas aquellas personas que así lo soliciten. De manera indirecta, a través de colaboraciones con asociaciones de distintos grados o de manera directa, creando sus propias actividades, les hacen sentir en compañía. Este programa llega incluso a aquellos que a pesar de vivir acompañados, se sienten solos, pues “no es lo mismo, hay que considerar el sentimiento”, como afirma Esther, educadora social.
Como una oportunidad, así lo sintió Sabina cuando supo de esta iniciativa transmitida a través del Ayuntamiento de Salamanca: “Vivo sola y lo necesitaba, ahora estoy muy contenta”, asegura. Para ella y para todos los acompañados, se ha establecido un plan específico, en función del riesgo establecido; leve, moderado o alto, elaborado tras una valoración realizada después de la primera entrevista. Sabina es acompañada mediante la actividad ‘hablando’, con fichas de memoria y pequeños paseos: “Es lo que consideramos mejor para ella. Contamos con todo tipo de actividades, dependiendo de las personas. Se realiza un seguimiento individualizado. También hay casos de personas que no tienen ningún riesgo, pero que quedan en lista para la realización de actividades grupales, seguimiento de llamadas…”.
Los citados niveles se establecen a través de la medición de la autonomía, el sentimiento de soledad o la percepción y las relaciones sociales de apoyo que tiene. Sin embargo, los casos más graves suelen ser los menos visibles y a los que más les cuesta pedir ayuda. Esas personas así, suelen llegar derivadas de centro de salud mental entre otros.
Pero…¿y qué ha ganado Sabina? “Me siento mejor, no me siento sola. Creo que estoy acompañada, paseando, hablando…me hacen sentir bien. Mi soledad en parte ha sido cubierta, parece que el ánimo se me sube. Soy una persona a la que no le gusta nada quedarse en casa, quiero relacionarme y hacer cosas. Además, durante el confinamiento la soledad era mucho más fuerte, estuve casi deprimida. Esto supone un tubo de escape, me permite respirar, tomar el aire. Me encantaría que esta entrevista la viera mucha gente y les sirviera para pedir ayuda”.
¿Cómo fue ese paso para ti? "Lo necesitaba. Me sentía tan sola...que me dije a mí misma que tenía que hacer algo. La soledad, el no relacionarte con la gente...el sentir que me quedaba aislada. Tenía 'mieditis' a la soledad, debía dar pasos para relacionarme y gracias a ellos me siento mejor. Me ha ayudado a no desesperar y a tener esperanza. Agradezo al Ayuntamiento de Salamanca que haya lanzado este proyecto de ayuda a personas mayores, somos muchos 'viejos' y hay mucha soledad", cuenta.
Miramos también el otro lado, el del acompañante. Hablamos con Esther: "Si ella está contenta, yo estoy contenta. Al final, conocemos a mucha gente y que te agradezcan simplemente que les llames por teléfono es enriquecedor. Contamos con personas desde los 60 años hasta casi los 96 y con muchas ganas de hacer cosas. Con poco se hace mucho y por eso tratamos de individualizar, a cada persona le damos lo que necesiten", explica.
Ella es una de las cuatro trabajadoras del proyecto que llevan en estos momentos 132 planes de casos abiertos, siendo las zonas más fuertes Garrido Norte, el Rollo o San Bernardo. Por mucho quieran, al final no llegan a todos los lugares a los que quisieran, pero su ayuda se vuelve vital. Eso sí, también piden la tuya, pues "cuanta más gente nos conozca, más casos se podrán detectar y podremos ofrecer más ayuda todavía".
Además, se pretende a partir de junio realizar actividades grupales para fomentar uno de los objetivos principales de la iniciativa, el de involucrar a todos ellos en la vida del barrio, por ejemplo, a través de actividades comunitarias. También habrá servicio de voluntariado a través también del programa 'Volutas' del Ayuntamiento, una experiencia que Sabina espera con ansia, pues considera que aprenderá de los jóvenes, "una relación intergeneracional es algo muy bonito, me hace sentir un poco menos vieja".
La pandemia, llena de barreras, no ha hecho otra cosa que impulsar un proyecto en el que se hacen auténticos esfuerzos por devolver la normalidad arrebatada a personas mayores que se sienten solas. Sabina dice que le duele no dar besos y abrazos, pero el mismo miedo que le ha quitado, aunque a medias, la vacuna, también se lo están quitando cuatro trabajadoras desvividas por evitar no solo su soledad, sino la de otros tantos.
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