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Pedro y Francisco Maldonado, los líderes comuneros de Salamanca enterrados en la Catedral Vieja
Eran parientes y capitanearon a las milicias salmantinas contra Carlos I. Ambos reposan en una capilla de la catedral junto a la bandera que llevaron en Villalar
El eco de las Guerras de las Comunidades aún resuena entre las paredes de la Catedral Vieja de Salamanca, donde descansan los restos de dos insignes capitanes de los comuneros salmantinos. Se trata de Pedro y Francisco Maldonado, parientes y cabecillas de la rebelión de las ciudades del reino contra Carlos I. Sus cuerpos descansan en una tumba en la capilla de San Salvador, junto con el mástil y la bandera que portaron en la batalla de Villalar de 1521.
Por contextualizar, el rey Carlos I llegó a España en 1517 para asumir las coronas de sus reinos peninsulares. Sin embargo, pronto soliviantó a sus súbditos con sus decisiones políticas y sus exigencias de tributos para asegurarse el trono imperial en Alemania. Las revueltas cristalizaron en las Guerras de las Comunidades, que prácticamente terminaron el 23 de abril de 1521 en Villalar. Aquel día el ejército real barrió a los rebeldes y capturó a los cabecillas.
Escudo de los Maldonado, con cinco flores de lis.
La salmantina familia Maldonado destacó entre los insurrectos. El origen del clan se remonta a Rodrigo Maldonado de Talavera, catedrático de la Universidad, diplomático y miembro del Consejo Real, que edificó la Casa de las Conchas y que apadrinó la capilla de San Salvador de la Catedral Vieja. Sus descendientes Pedro y Francisco Maldonado se ganaron un lugar en la historia gracias a las armas.
Capitanes de las milicias
Pedro Maldonado fue, según el diccionario biográfico de la Real Academia de Historia, procurador de Salamanca en las Cortes convocadas por Carlos I a principios de 1520. Cuando se le negó el derecho a asistir porque su mandato emanaba "de un Cabildo Abierto en el que entraron frailes y gentes del común", abrazó el movimiento comunero, convirtiéndose en uno de sus miembros más destacado y en jefe de la milicia de Salamanca. Renunció al puesto a finales de 1520 porque su parentesco con el conde de Benavente despertaba recelos entre otros comuneros, pero el apoyo del toledano Juan de Padilla le devolvió el puesto al frente de los sublevados salmantinos.
Francisco Maldonado, primo de Pedro, era regidor de Salamanca y, según la Real Academia de Historia, apoyaba el movimiento comunero "desde el principio" y de manera "radical". Capitaneó temporalmente a las milicias salmantinas cuando Pedro renunció al puesto y ejerció labores diplomáticas con Portugal en favor de la reina Juana.
Ejecución de los comuneros de Castilla, de Antonio Gisbert. (Foto: W. Commons)
Ambos combatieron en la batalla de Villalar el 23 de abril de 1521. Tras la derrota, Pedro, uno de los principales cabecillas de los insurrectos, fue condenado a muerte, pero la intervención de su tío, el conde de Benavente, aplazó su ejecución hasta que Carlos I se pronunciase al respecto. Francisco no contaba con esos apoyos y fue ajusticiado junto a Juan de Padilla y Juan Bravo. Su cuerpo estuvo enterrado en la iglesia de Villalar hasta finales de junio de 1521, cuando su familia pudo llevarlo discretamente a Salamanca para no soliviantar de nuevo a la ciudad.
Escudo de los Maldonado en la Casa de las Conchas.
Finalmente no hubo piedad con Pedro Maldonado. Lo liquidaron en agosto de 1522 e inhumaron su cuerpo en Simancas. Su madre, Juana Pimentel, lo trasladó en 1526 al panteón familiar en la capilla de San Salvador, la más antigua de la Catedral, donde ya descansaban su abuelo y su primo.
Allí permanecen sus restos desde entonces y cada 23 de abril varios grupos culturales y el Ayuntamiento de Morille depositan una corona de flores a los pies de la tumba. Junto al sepulcro se exhiben también el mástil y el pendón granate que llevaban en Villalar, en el que destacan las cinco flores de lis de la familia Maldonado. Es el mismo escudo que decora la puerta principal de la Casa de las Conchas, otra imborrable huella del paso de la insigne familia por nuestra ciudad.
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