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El Encuentro de Resurrección pondrá el broche final a la Semana Santa salmantina
Culmina la Semana Santa con el emotivo Encuentro entre Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría
El amanecer del Domingo de Resurrección en Salamanca no es sólo el final del recogimiento de la Semana Santa, sino el inicio de un tiempo nuevo: el tiempo de la luz, de la esperanza, de la victoria de la vida sobre la muerte. En esta ciudad, ese cambio se hace visible, tangible y profundamente emotivo con la Procesión del Encuentro, que organiza la Ilustre Cofradía de la Santa Vera Cruz, una de las más antiguas y queridas por los salmantinos.
A las 10.15 horas parte desde la iglesia de la Vera Cruz la Virgen de la Alegría, recorriendo calles tan emblemáticas como las Úrsulas, Bordadores, la plaza de Monterrey, la plaza del Corrillo o Poeta Iglesias, hasta alcanzar el atrio de la Catedral. Media hora más tarde, a las 10.45 horas, lo hace el Cristo Resucitado, por otro itinerario que lo lleva por Domínguez Berrueta, Ramón y Cajal, Agustinas y la Rúa Antigua. Ambos cortejos avanzan por separado, como dos caminos destinados a encontrarse, y lo harán en el atrio catedralicio a las 12:15 h., en uno de los momentos más simbólicos de toda la Semana Santa: el Encuentro de la Madre con su Hijo Resucitado. Un instante de júbilo compartido que convierte la plaza en un santuario de luz y emoción.
Las imágenes que desfilan este día son testimonio de siglos de fe y arte. El Lignum Crucis, tallado por Pedro Benítez en 1675, y el Santo Sepulcro abierto de 1678, junto a las Tres Marías, obra de Pedro Hernández de 1617, marcan el tránsito desde el dolor. A ellos se une el ángel anunciador, una talla moderna del año 2020 firmada por Víctor de los Dolores, símbolo del nuevo tiempo que irrumpe. El Cristo Resucitado, de Alejandro Carnicero, realizado en 1725, encarna el triunfo sereno, majestuoso y lleno de gloria. Frente a él, Nuestra Señora de la Alegría, una imagen anónima del siglo XVIII, avanza envuelta en la dulzura luminosa de la mañana pascual.
Acompañan a los pasos distintas formaciones musicales que, con tambores, bombos y melodías procesionales, llenan las calles de solemnidad y vida. Participan en esta cita la Agrupación Musical La Esperanza, la Banda de Música Felipe Espino, la A.M. María Santísima de la Estrella, además de los tradicionales Montaraces y Charros, que aportan un eco ancestral y genuino a la celebración.
Tras el Encuentro en la Catedral, los dos cortejos marchan unidos por la Rúa Mayor hasta llegar a la Plaza Mayor a las 13.30 horas, donde se vive otro de los momentos más especiales del día. Allí, ante la mirada de cientos de fieles y curiosos, Salamanca entera proclama que Cristo ha resucitado. La procesión prosigue por Prior, la plaza de Monterrey, Bordadores y el paseo de las Úrsulas, hasta regresar al templo de la Vera Cruz en torno a las 15.00 horas.
El Domingo de Resurrección es, más que una procesión, una proclamación de vida. Es la exaltación del misterio pascual en su forma más pura: la alegría que sucede al dolor, la certeza que sucede a la espera, la fe que se hace carne y paso entre las piedras antiguas de la ciudad. Salamanca vuelve a vivirlo con intensidad, como cada año, con el alma abierta al gozo de una Resurrección que no se narra solo con palabras, sino con imágenes, música, y la fe compartida de todo un pueblo.
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