logo

Aldeadávila, el titán de agua que despierta con la lluvia

En los últimos días, las lluvias han acariciado generosamente la tierra salmantina, llenando de vida los cauces y embalses

imagen
imagen
imagen
imagen
imagen
imagen
Tamara Navarro
Tamara Navarro
Lectura estimada: 2 min.
Última actualización: 

 

La majestuosa presa de Aldeadávila de la Ribera, enclavada en el corazón de los Arribes del Duero, se erige como un coloso de hormigón que desafía al tiempo y al río que la abraza. Este titán de la ingeniería, con sus 139,50 metros de altura, ha sido testigo de innumerables historias y leyendas que se entrelazan con el murmullo constante del agua.

En los últimos días, las lluvias han acariciado generosamente la tierra salmantina, llenando de vida los cauces y embalses de la región. Actualmente, el embalse de Aldeadávila almacena 102,8 hectómetros cúbicos almacenados, el máximo es 114,9, lo que indica que se encuentra en un nivel alto, reflejando la abundancia hídrica del momento.

La presa no solo es un baluarte de contención, sino también una fuente inagotable de energía.  

 

 

Este enclave ha sido también musa para el séptimo arte. Películas como 'Doctor Zhivago' y 'La cabina' encontraron en sus estructuras y alrededores el escenario perfecto para narrar sus historias, inmortalizando la presa en la memoria colectiva.

Visitar Aldeadávila de la Ribera es adentrarse en un paraje donde la naturaleza y la ingeniería coexisten en armonía. Los miradores, como el Picón de Felipe o el Mirador del Fraile, ofrecen vistas panorámicas que quitan el aliento, permitiendo al visitante contemplar la grandeza de la presa y el serpenteante curso del Duero.

En definitiva, la presa de Aldeadávila no es solo una obra de ingeniería; es un símbolo de la capacidad humana para transformar y adaptarse al entorno, un lugar donde el agua y la roca cuentan historias de esfuerzo, innovación y belleza natural.

 

Presa La Almendra 

Y al mismo tiempo, a no mucha distancia de la bulliciosa Salamanca, la presa de La Almendra se erige como un reflejo sereno de la majestuosidad de la naturaleza y la ingeniería humana.

En sus aguas se refleja la historia de la transformación de la tierra, desde su construcción en 1968, hasta convertirse en un referente en la producción hidroeléctrica. Como un antiguo guardián, la presa mantiene el equilibrio entre el hombre y el río, regulando el cauce del Tormes y creando un paisaje donde la calma de sus aguas se ve interrumpida solo por el vuelo ocasional de alguna ave que se posa sobre su superficie.

En días de lluvia, la presa se llena con una fuerza renovada, como un pulso que late al ritmo de la tierra. En estos momentos el volumen embalsado es de 1.770,33 hm3 y su capacidad máxima es de 2.586,4 hm3. Este escenario, lleno de vida y de silencio, parece guardar historias en sus profundidades, como un secreto susurrado por la corriente del río, esperando a ser descubierto por quien se atreva a contemplarlo. La presa de La Almendra, entre sus paredes de cemento, sigue siendo una metáfora del poder de la naturaleza y la resistencia humana.