Ángel Hernández trabaja en la Unidad de Conducta salmantina de la Consejería de Educación, que llega hasta el último rincón de los centros educativos de la provincia y reconoce que la salud mental en la adolescencia es un tema "turbulento"
Ángel Hernández es psicólogo y orientador de la Unidad de Conducta de Salamanca que entró en funcionamiento en los centros educativos hace ya nueve años. "La intervención en conducta es una parte de la orientación educativa. Todo centro de educación Primaria y de Secundaria tiene un "Equipo de orientación" o "Departamento de Orientación" y además de ellos está un grupo específico, la Unidad de Conducta, vamos a todos los centros en los que se nos solicita".
Lo que abordan desde la citada unidad son temas de comportamiento grave, "desde conductas agresivas a conductas autolesivas o intentos de suicidio. Todo centro sea de Primaria o Secundaria tiene un orientador educativo que da una orientación general.
En Secundaria existe un Departamento de Orientación donde los orientadores y profesores de apoyo elaboran un plan organizado para ayudar al alumnado y profesorado. "Desde hace tres años se ha incrementado la plantilla de muchos de estos departamentos de orientación, incorporado la tarea de intervenciones para el bienestar emocional". Es un añadido, aunque es cierto que no está presente en todos los colegios e institutos, los relativamente pequeños no tienen estos orientadores añadidos. Los centros más grandes lo tienen a tiempo completo.
¿Cuál es su labor? "Yo trabajo en un equipo de conducta, haciendo intervenciones y asesoramiento. Podríamos decir como una actuación terapéutica en estos temas. Estos equipos de conducta, asesoramos al profesor que tiene que trabajar con estos chicos en clase, pero también intervenimos con el chico concreto. Los Orientadores generales de los centros también trabajan sobre estos temas de bienestar emocional, trabajan de forma similar, pero con actuaciones más de prevención y acompañamiento".
"Nosotros no suplimos ni intervenimos al margen de otros recursos. Educación es educación y Salud es salud"
Siempre teniendo en cuenta que "en temas de salud mental hay que tener mucha coordinación con el Sistema de Salud", destaca. "Nosotros no suplimos ni intervenimos al margen. Educación es educación y Salud es salud. En tema de salud mental es difuso, se ha puesto muy de moda, pero cada uno entiende una cosa".
Hernández asegura que "la salud mental es el equilibrio entre lo que una persona piensa, siente y hace". El tema sobre todo en la adolescencia es "turbulento", le estamos poniendo el foco a nuevas situaciones que antes no se percibían". "Hace 50 años el cáncer no era un tema tan estudiado como ahora. Lo mismo pasa con la Salud Mental, no teníamos conciencia aunque desde hace unos cuatro años, con el tema del suicidio juvenil, se le ha dado más relevancia".
¿Cómo ha ido cambiando la actitud de los jóvenes a lo largo de los años?
"Hace años las actuaciones de la Unidad de Conducta eran sobre temas de conductas explosivas, temas de agresividad fundamentalmente, por ejemplo el que pega a un compañero, o el que raja las ruedas del coche de un profesor...
"Las redes sociales descontroladas amplifican lo que ya existía y crean nuevas situaciones"
Una clave del cambio es que "la sociedad ha ido cambiando con las incorporaciones y nuevos usos de los móviles, de las redes sociales, de juegos de rol ..." . En la actualidad los jóvenes tienen mucha más información sobre cualquier tema que antes. Sobre temas alimentarios, sobre bullying... hay muchísima información y no siempre ordenada, esta información les llega descontrolada. Las redes sociales descontroladas amplifican lo que ya existía y crean nuevas situaciones".
Las personas con una mala salud mental "tienen una autoestima baja y buscan encontrar un modo de relación en la red, de interaccionar fácilmente y sin exposición. En las redes sociales esa relación la encuentran rápidamente y promocionada por algoritmos que te dan una satisfacción inmediata, y no siempre beneficiosa. Esto es un factor muy perjudicial para aquellos que están en esta situación de vulnerabilidad, por lo que ahí entraría nuestra labor para prevenir y acompañar".
"Este es un factor. Luego hay otros como la pandemia, que desató temas emocionales. Los jóvenes lo vivieron con mucha dureza, la parte emocional se revolvió, por eso se visualizó algo que no se visualizaba".
El orientador de conducta deja claro que se trata de un tema muy complejo, "podemos hablar de las conductas suicidas, pero este el tema más álgido. Esto empieza por otras situaciones, por ejemplo con las autolesiones que no suelen verse. Los chicos tienden a hacer explosiones conductuales hacia fuera como agredir, pero las chicas suelen hacerlo hacia dentro, implosionan, es decir, no lo externalizan, lo interiorizan".
Hernández aclara que "esto tiene que ver con aspectos sociales, pero también vamos conociendo que hay elementos biológicos del cerebro implicados. Todo esto se está conociendo cada vez más y se está llevando a los centros para ayudar a estas personas, para prevenir y acompañar".
¿Cuáles son las herramientas?
"Hay situaciones que te ponen en alerta, como alumnado que está en situación de aislamiento prolongado, de repentina introversión... En Secundaria se tiene en el horario una hora dedicada a la tutoría. Esta es una buena herramienta. Es el tutor el que trabaja con los chicos temas variados como el desarrollo personal o los hábitos de estudio. Ellos pueden detectar que estas personas están en situación de riesgo".
"Uno no le cuenta sus problemas a cualquiera. Se pretende crear una relación de confianza, que uno se atreva a contar su sufrimiento a alguien que está enfrente"
"Hay guías en los centros para que los profesores tengan indicadores de alerta. Después llegarían las entrevistas personales, con un interés por conocer a la persona ya que un alumno de primeras no le cuenta sus problemas a cualquiera. Se pretende crear una relación de confianza, que uno se atreva a contar su sufrimiento a alguien que está enfrente y que puede ayudarle".
Si esto es posible, ahí es donde empieza la intervención. "Se fijan algún tipo de metas iniciales, como por ejemplo sería el limitar y ver solo un determinado tiempo las redes sociales o venir una vez a la semana a hablar con el orientador de lo que les preocupa. Es en este inicio donde los centros educativos pueden crear vínculo, y resaltar que es vital la prevención e intervención temprana en estos temas, también en Educación Primaria".
¿Qué es lo que más preocupa a los jóvenes?
La Unidad de Conducta trabaja inicialmente sobre lo que preocupa a los profesores. Cuando un profesor tiene un problema grave de conducta, se pone en contacto con nosotros. El profesor lo hace de forma rápida y fácil, contestando cuatro preguntas a través de la web de la Junta de Castilla y León: ¿Qué te preocupa?, ¿Cómo te puedo ayudar?, ¿Qué has intentado? y ¿Qué has conseguido? "Recibimos la solicitud una vez que la dirección provincial da el visto bueno, y entonces intervenimos por eso, vemos inicialmente lo que le preocupa al profesorado, no lo que preocupa al alumnado".
Sobre lo que más preocupa a los jóvenes, "hemos notado que las emociones van cambiando. Chicos que son agresivos y no controlan las explosiones y rompen libros, tiran cosas... todo un catálogo", pero, sobre todo, "lo que más está aumentando son las implosiones, conductas hacia dentro y las conductas suicidas".
Antes sólo se orientaba sobre los "suspensos", sobre los aprendizajes, ahora nos preocupamos también del por qué no se consiguen, no sólo de lo intelectual, también de lo emocional. El orientador no sólo interviene en temas de estudio. También asesora en temas de formar a las personas en temas emocionales.
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