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La investigación policial reveló cuatro grandes contradicciones de Pedro Muñoz
El agente instructor del caso también confirma indicios de malos tratos habituales y supo capear con brillantez los planteamientos de la defensa del expolítico
El guardia civil H20967K, instructor del atestado del caso sobre el intento de asesinato a Raquel Díaz, impresionó este jueves a la sala de la Audiencia Provincial donde se juzga a Pedro Muñoz por la brillantez de sus minuciosas explicaciones sobre la investigación de los hechos ocurridos en Toreno el 27 de mayo de 2020 y de la tormentosa relación que mantenían acusado y víctima, como queda reflejado en sus conversaciones (entre ellos y con otras personas) por mensajería instantánea. El agente relató pormenorizadamente las pesquisas que se llevaron a cabo y supo esquivar las continuas 'pegas' que planteaba la defensa del expolítico berciano. Fue sin duda este agente el testigo más eficaz y didáctico de cuantos han pasado por la sala para testificar.
A este guardia le contó Muñoz que aquella noche fatídica para Raquel, él estaba viendo la televisión y que al buscar a su mujer "se la encontró, la recogió y la metió dentro, y que había algo de sangre". Enseguida se dieron cuenta de las cuatro grandes contradicciones en que incurrió el acusado, que a ellos les dijo que no oyó ningún ruido, que había poca sangre, que Raquel estaba en la galería y que no hubo discusión entre ellos, mientras que a otras personas les comentó que oyó un ruido, que Raquel estaba en un charco de sangre, que estaba fuera de la casa porque estaba "enfadadilla" y que tuvieron una pequeña riña por la televisión.
A los investigadores les llamó la atención el hecho de que Muñoz, cuando hablaba de agresiones, lo hacía con diminutivos, para minimizar la importancia de los hechos.
Del estudio de las conversaciones entre Raquel y Pedro y entre ella y sus amigas y familiares, llegaron a la conclusión de que "se evidenciaba un patrón claro y típico de un maltratador". Que la mayoría de las discusiones de la pareja comenzaban por un asunto banal (celos, desorden, la televisión), después llegaba una respuesta agresiva y más tarde la fase de arrepentimiento. "Yo no recuerdo ninguna discusión por motivos graves". Para el agente, Raquel mostraba una actitud sumisa y él tenía el control.
Respecto a un episodio de violencia de tres horas que se produjo el 27 de febrero de 2020 y que Raquel grabó con su móvil, la Guardia Civil cree que ella sabía todo lo que iba a ocurrir (las "explosiones", le decía Raquel a su psicóloga), porque esa tarde, inmediatamente antes, habían discutido por whatsapp y siempre se producían los episodios agresivos de manera muy similar, como también pudo escucharse en la sala el lunes, cuando se reprodujo la llamada de auxilio que realizó Raquel al 112 el 13 de marzo de 2018. "La grabación de tres horas pone los pelos como escarpias", reconoció el agente. (Durante la instrucción, el acusado explicó que los fuertes golpes que se escuchan en algunos momentos se debían a que "Raquel estaba destrozando la casa").
Sobre si en el primer registro de la vivienda de Toreno encontraron unas 60 latas de cerveza que aparecieron en la segunda inspección ocular, que se llevó a cabo días después, el agente dijo que no.
Muñoz sabía las contraseñas de los terminales de Raquel, "y eso es un indicio más" del control que ejercía sobre ella.
Tres veces se vio este guardia con Muñoz antes de que fuera detenido, "y también lo llamé en unas cuantas ocasiones". Cuando le preguntaron al acusado por la posibilidad de que Raquel se hubiera tirado voluntariamente desde el tejado, "dijo que eso ni se lo planteaba" y que, de noche, "ni yo fui capaz de subirme a la viga cercana al tejado".
Quintana, uno de los letrados de Muñoz, ya no sabía qué repreguntar al instructor, que una y otra vez tenía explicación para todas las posibilidades que planteaba la defensa del acusado. "La valoración la realiza el agente, y luego ya valoraremos nosotros, ¿de acuerdo?", le tuvo que cortar un par de veces el presidente de la sala, "no haga más preguntas impertinentes".
- ¿Tenía lesiones físicas en el cuerpo Muñoz cuando usted le vio?, preguntó Quintana.
- ¿Que si le vi heridas? No recuerdo haberle visto heridas, lo hubiera reflejado.
- ¿Es posible que las alarmas no estuvieran conectadas?
- No hubieran dicho que estaban desactivadas.
- ¿Por qué excluyen partes de la grabación de tres horas en la transcripción?
- No transcribimos lo que no tiene relación ninguna con la discusión y la agresión.
Mientras el agente sigue dando explicaciones, Muñoz ha tomado muchas notas en un cuaderno. Exclama: "dios mío" (se le oye desde la bancada de la prensa), pero esta vez el presidente no lo oye. Niega con la cabeza, juega con un boli, parece intranquilo.
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