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El trabajo de la raza charolesa en el campo charro, la ganadería de Majuges que abarca tres generaciones
En la comarca de Vitigudino, la familia Vicente-Ballesteros vive "por y para la ganadería", y así explican la importancia de la charolesa en la producción cárnica
Con cierta antigüedad (1960) e importada desde Francia, la raza charolesa es trabajada en la comarca de Vitigudino y, en concreto, en el municipio de Majuges desde hace tres generaciones bajo el mando de la familia Vicente-Ballesteros. El tercero en la sucesión, Jorge Vicente Ballesteros explica a Tribuna de Salamanca en qué consiste este tipo de ganado, tan característico de la provincia salmantina en un paseo por las casi 300 hectáreas por las que pastan los animales.
Al volante, Vicente, quien se siente un "apasionado" de la ganadería, cuenta la división establecida en grupos de 40-45 vacas y un toro, encargado de cubrirlas. Eso sí, la primera parada se realiza en torno a un lote de becerros con edades comprendidas entre los siete y los 18 meses, "dirigidos para la venta a otros ganaderos y ser futuros sementales que cubran en otras ganaderías".
Para inexpertos, el de Majuges explica el tipo de raza que trabaja: "Es rústica, capaz de adaptarse perfectamente al medio; muy voluminosa, musculosa, con un cuarto trasero fuerte, lomo largo, pecho profundo, gran tamaño y que además tiene características señaladas que las distinguen de los demás, como es la máxima rentabilidad en la producción de carne. Es la 'máquina de hacer carne' por excelencia dentro de la producción del vacuno debido a esas particularidades. Para hacernos una idea, los terneros con 14 o 15 meses llegan a un nivel máximo de producción, con 700 u 800 kilos".
En especial, destaca el "índice de conversión" como la principal distinción de la charolesa con respecto al resto. Esto es, la tranformación de un kilo de comida en carne. "Además, también cabe comentar que la ternera de la raza vacuno tiene un alto nivel de proteínas y minerales importantes como el zinc, el potasio o el magnesio".
Siendo su principal fuente de ingresos la venta de sementales, así como de vacas a cebaderos, ¿cómo se elige un semental adecuado? "Principalmente miramos que sean toros con un índice de facilidad de parto, alto potencial de crecimiento para conseguir terneros pesados y conformados al destete; buscamos animales con buenos orígenes lecheros y, sobre todo, que tengan un lomo largo, así como un buen desarrollo muscular. Además, nos fijamos en el gen de la miostatina, el gen 'culón', que aporta un cuarto trasero más grande".
Y continúa: "Al final, elegir un buen charolés te marca la ganadería, ya que transmite sus genes a unas 45 vacas".
LOS CONTROLES
¿Qué inspecciones sigue una ganadería de estas características? "Recibimos inspecciones cada dos o tres años, pero los veterinarios realizan el saneamiento una vez al año, siendo obligatorio. Además, todo requiere un papeleo considerable; cada alta y cada baja es notificada. El control es rutinario. Además, tenemos a los veterinarios propios, a los nuestros, para que nos atiendan cualquier tipo de problema que surja en el día a día. Son vacas que están en extensivo, eso da mucho trabajo. Por ejemplo, para encerrar a una vaca necesitamos dos o tres personas... imagínate un saneamiento.
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