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El jardín de los amores de Salamanca celebra su 42 aniversario

El huerto de Calixto y Melibea, escenario de 'La Celestina', se inauguró el 12 de junio de 1981. Hoy es uno de los parques más famosos de Salamanca

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El jardín de los amores de Salamanca celebra su 42 aniversario
Acceso principal al huerto de Calixto y Melibea.
Daniel Bajo Peña
Daniel Bajo Peña
Lectura estimada: 3 min.

El huerto de Calixto y Melibea cumple 42 añazos. Este rinconcito verde en medio de la Salamanca monumental se inauguró oficialmente el 12 de junio de 1981, día de San Juan de Sahagún, patrón de la ciudad. Hoy es uno de los parques más famosos de la capital y es fácil averiguar los motivos: la vegetación contrasta con la piedra de los edificios, tiene unas vistas imponentes de la muralla, San Esteban y las Catedrales y, por supuesto, es el escenario en el que trascurre de 'La Celestina', de Fernando de Rojas. 

La web del proyecto Savia Salamanca (el proyecto de infraestructura verde de la ciudad) detalla cómo se recuperó el jardín para el disfrute público. El espacio original "lo ocupó el palacio del Arcediano de Ledesma don Alfonso Gómez de Paradinas, que fue derribado en 1862 y del cual solo se conservan la portada blasonada, el pozo y un aljibe".

El Ayuntamiento compró el terreno en enero de 1981 por 19 millones de pesetas (poco más de 114.000 euros) "con la visión de reconstruirlo y darle un uso público". Aprovecharon los elementos vegetales que ya había plantados y lo dotaron con un "aspecto medieval", aderezado con un "toque romántico". Al cruzar la puerta de entrada descubrimos 16 parcelas con árboles frutales, plantas olorosas como la lavanda o la melisa y otras especies "inusuales en los jardines de la ciudad" como campanillas, hortensias o acantos. 

Las catedrales, vistas desde el huerto. (Foto: Ical)

Los vínculos con 'La Celestina' son evidentes. El primero, evidente, es el nombre del parque en memoria de los protagonistas. El segundo, la calle Arcediano, citada expresamente por Fernando de Rojas; y el tercero, la estatua de la alcahueta que vigila la entrada del jardín. Se trata de una pieza de Agustín Casillas tallada en bronce y granito y dedicada a la vieja que medió entre Calixto y Melibea. Debajo del rostro de la anciana unas palabras extraidas del acto XII de la obra de Rojas"soy una vieja cual Dios me hizo, no peor que todas... Si bien o mal vivo, Dios es el testigo de mi corazón".

El otro elemento que llama la atención de los visitantes es el pozo que se leventa frente a la entrada. Según la web de Savia, se trata del pozo de la antigua casa del Arcediano y podría estar conectado con el aljibe del subsuelo. La forja que lo remata suele estar llena de candados dejados allí por parejas de enamorados en honor a Calixto y Melibea, aunque 'La Celestina' no sea precisamente un cuento de hadas.

 

Ampliación

 

El parque se amplió pocos años después de su inauguración. En 1988 se derribó una casa cercana y su patio, conocido como el 'Jardín de El Visir', se anexó al huerto de Calixto y Melibea "pero diferenciado de éste por una urbanización y jardinería distinta". En este rincon, según recoge la web de Savia "podemos ver ejemplares inesperados en nuestra altitud: una palma canaria (Phoenix canariensis), palmera de California (Washingtonia filifera), dracena kiwi (Cordyline terminalis), plantados por 'Candi', su jardinero cuidador durante muchos años y un jazmín azul (Plumbago auriculata) regalados al Huerto en 1991 por un granadino residente en Salamanca, además de tejos (Taxus bacatta), bambú (Bambusa sp), acebo Ilex aquifolium), jazmín falso (Solanum laxum), parra virgen (Parthenocissus quinquefolia) o una reciente incorporación: un Ginkgo (Ginko biloba)".

 

Visitantes en el huerto, levantado sobre la antigua muralla.

La última intervención data de 2014, cuando el Ayuntamiento renovó las borduras de las zonas verdes y niveló los bordillos, entre otras obras menores.

Hoy en día quizá tenga necesite algún retoque (por ejemplo en la zona norte, en la pared que lo separa del antiguo seminario de Carvajal), pero sin duda es un punto de paso obligatorio para todos los turistas de la ciudad y un área de descanso desde el que contemplar el Tormes, fotografiar la Casa Lis o releer 'La Celestina', el libro que lo inmortalizó y que indirectamente le da su nombre.

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