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El minucioso trabajo de restaurar libros de papel y pergamino
El Taller de Restauración y Conservación de la Biblioteca de la UPSA, que cuida un importante fondo histórico, ha estado presente en la Feria del Libro
'El mostrador de la vida humana por el curso de edades', de Joseph Tamayo, "un libro muy peculiar" del año 1679, es uno de los ejemplares restaurados en el Taller de Restauración y Conservación de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), y cuyo cometido es preservar y cuidar el importante patrimonio bibliográfico histórico de la institución académica, tanto en papel como en pergamino.
Trabajo de restauración que ha tenido su protagonismo en la Feria del Libro de Salamanca, con un interesante charla en la que la directora del Servicio de Biblioteca y Archivo de la UPSA, Maribel Manzano, y la Técnico en Restauración y Conservación Katia Martín, han explicado las labores de restauración y los procedimientos para recuperar los fondos deteriorados, al tiempo que han presentado algunos de los recientes trabajos de conservación y restauración llevados a cabo.
Maribel Manzano y Katia Martín, en la Feria del Libro.
La Biblioteca de la UPSA cuenta con un importante fondo histórico, y en el taller de restauración se trabaja sobre libros y documentos de archivo. Una profesión, la de restaurador de libros, "que no es muy visible", en palabras de Katia Martín, y que sin embargo encierra un laborioso y minucioso trabajo que permite "mantener un patrimonio lo más cuidado posible", señaló Maribel Manzano.
El Taller de Restauración y Conservación, ubicado en la Biblioteca de la UPSA, es también "un laboratorio" donde los procedimientos usados tienen mucho de "tareas artesanales". Así, como básicos en las labores de restauración se emplean almidón de trigo, cuya elaboración requiere de "un proceso largo y lento, de varias horas", y que se utiliza, por ejemplo, para los "injertos en los libros antiguos" para recuperar hojas. También se utiliza cola de esturión como adhesivo, geles humectantes que "sirven para retirar colas antiguas, sobre todo en el lobo del libro", y agar-agar, una sustancia que además de comestible, en este caso, se utiliza para reblandecer.
Libro datado en el año 1679, tras ser restaurado.
Como ejemplo del trabajo de restauración, ante un libro antiguo deformado y deteriorado por el paso del tiempo, el proceso incluye desde realizar pruebas de análisis de las tintas, desmontar los cuadernillos, la limpieza acuosa por capilaridad, secado, costura de las páginas y colocación de la cubierta, entre otros. Igual de laborioso resulta la restauración de libros con hojas de pergamino, piel semicurtida en la que también pueden aparecer las denominadas cicatrices, "cuando se cose".
La guarda de los libros
Las guardas de los libros más antiguos ha deparado más de una sorpresa a los restauradores. Técnicamente las guardas son hojas de papel que se colocan para unir el libro y la tapa, y para ello "cuando el papel perdía su valor se usaba cortado en piezas y acababa como guarda". Es decir, se reutilizaban. Así, como ejemplo, en la restauración de uno de los libros antiguos apareció lo que se cree que era el anuncio "del acto de la defensa pública de una tesis".
Durante el taller, la restauradora también ha dado algunos sencillos consejos sobre cuidar mejor los libros. Algo tan sencillo como no utilizar autoadhesivos, celo por ejemplo, porque "son dañiños para el papel", y cuando se trata de un libro valioso el daño puede ser "irreversible".
FOTOS: Arai Santana
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