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El sacerdote salmantino que celebra sus Bodas de Oro: "Siempre estaré donde haga falta, esto es mi vida"
Luis Ignacio Durán pasó la mayor parte de su sacerdocio en Alemania y ahora se encarga de los municipios de Torresmenudas y Aldearrodrigo
En El Bodón pasó su infancia, junto a sus padres y sus cuatro hermanos. Allí inició su vida cristiana, "a través del ejemplo de mis padres, los catequistas, y mucha gente que entonces nos ayudaban a todos los niños", recuerda Luis Ignacio Durán con motivo de la celebración de sus Bodas de Oro sacerdotales en una entrevista con la Diócesis de Salamanca.
Tiene claro que en aquella época, de niños, "éramos educados por todo el pueblo, y nos animaban a ser mejores". Y en la parroquia de San Lorenzo de su pueblo natal, recibió todos los sacramentos y fue ordenado el 29 de julio de 1973, por el aquel entonces obispo de Ciudad Rodrigo, diócesis a la que pertenecía, Demetrio Mansilla.
Luis Durán se formó en el seminario de Ciudad Rodrigo, y después inició sus estudios en la Universidad Pontificia de la capital. Tras terminar ese periodo, se fue a Alemania en 1978, donde transcurrió la mayor parte de su vida sacerdotal (26 años).
ETAPA EN ALEMANIA
Allí encontró su vivencia pastoral más real, junto a los emigrantes españoles que habían dejado todo para buscar oportunidades laborales en el país alemán. "Quiero hacer un elogio de los primeros sacerdotes que llegaron allí, porque su trabajo fue ingente", argumenta y es que muchos emigrantes llegaban como ovejas sin pastor, siendo la labor de los sacerdotes "ímproba". Entre ellos destaca al obispo emérito, Mons. José Sánchez, que en la actualidad vive en la residencia diocesana de la capital salmantina. Como resalta, no solo era un acompañamiento espiritual, "también los atendían en sus casas, en el trabajo, o para hacer de intérpretes y acompañarles al médico, mil cosas, con una labor más social que estrictamente pastoral".
Fue a través de las Misiones Católicas Españolas, cuando se metió de lleno en la ayuda a emigrantes. "Se consiguió tener escuelas complementarias en castellano, para poder hablarlo y escribirlo. Me sentí heredero de un trabajo grandísimo que se había hecho anteriormente, y pude dedicarme más al trabajo pastoral, de las catequesis, de organizar los matrimonios o los encuentros de convivencia, la liturgia, etc.", recuerda. La mayor parte de su misión la realizó en la ciudad de Osnabrück.
VUELTA A SALAMANCA
En 2004 regresó a Salamanca, siendo acogido e incardinado en la diócesis. El obispo por aquel entonces, Mons. Carlos López, le encomendó las parroquias de Torresmenudas, Aldearrodrigo, Zamayón. A las que se sumaron El Arco, Palacios del Arzobispo y Santiz. Pero por motivos de salud, hace unos meses ha quedado bastante liberado, y se ha quedado únicamente con las dos primeras.
50 AÑOS DE AMOR A DIOS
A lo largo de estos 50 años, da gracias a Dios y a todos los que le han formado, "a los que me han ayudado, a quienes me han puesto su fragilidad, que todos tenemos; y a los que me han hecho el bien, y me han ayudado a ver y saber qué es lo que hay que hacer y lo que no". Este presbítero tiene claro que "quien nos hace algún daño, nos enseña lo que no debes hacer".
En cuanto a su ministerio sacerdotal, reconoce haberlo vivido con una "gran alegría, pero también con cierta inquietud", en el sentido de que no llegó a hacer todo lo que el sacerdocio es. "Eso siempre inquieta y te da como la sensación, no de culpabilidad, pero sí de omisión de muchas cosas que podría haber hecho mejor, o hacerlas aún todavía".
Eso sí, "a pesar de las dificultades", Durán puede decir que son "más las satisfacciones que las penalidades": "Son más las alegrías, que los fracasos, y sobre todo, porque todo lo dejamos para que el Señor haga lo que tenga que hacer, porque la salvación llega con nosotros y sin nosotros".
En este sentido, señala la oración como la clave para ayudar y acompañar en ese proceso, "siempre renovador de nuestra vida sacerdotal". Luis Ignacio Durán no concibe su vida sin una parroquia: "siempre estaré donde haga falta, esto es mi vida y mi existencia, es lo que he vivido, me he consagrado, el Señor me sostiene, me ayuda?. Piensa que la raíz, "está en cómo nos vamos interiormente configurando con Jesucristo sacerdote, y eso es un avance que siempre está en proceso y que se va avanzando, nunca se llena del todo, sino que vamos poco a poco renovando interiormente a través del espíritu, que actúa en nosotros, que nos ayuda, que nos impulsa y nos consuela, nos alienta, nos da la fuerza necesaria para ello".
Para este presbítero, eso es el ministerio, y en la actualidad, lo vive en sus parroquias con gente mayor, "que viven mucha soledad y que se encuentran muy desamparados en muchos aspectos". Él se queda con la visita que hace a esos mayores, "les lleves el Santísimo Sacramento o no, ellos lo agradecen igual, y yo aprendo mucho de ellos".
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