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El Lunes de Aguas de siempre con hornazo, familia, amigos y campo

La Aldehuela, Huerta Otea, Puente Gudino repletos... Tarde propicia y ganas después de tres años de espera lleva a miles de salmantinos a disfrutar de la tradición

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Foto: Arai Santana
Teresa Sánchez
Teresa Sánchez
Lectura estimada: 1 min.
Última actualización: 

Atrás quedaron los días de fervor religioso, marcados por los actos procesionales, y también del ?turisteo?, con cientos y miles de visitantes ? cámara en mano- perpetuando en imágenes su paso por la ciudad.

Salamanca se ha puesto hoy la ropa cómoda, deja sus quehaceres diarios y, mochila o nevera al hombro, sale al campo. La ciudad vive Es una de sus fiestas más llamativas, si no es la que más, dentro del calendario festivo salmantino: El 'lunes de aguas'.

Ya se sabe que, haga frío o calor, miles de almas salen a celebrar una festividad que se remonta al siglo XVI. Entonces, el rey Felipe II dictó una ordenanza sobre la práctica sexual con prostitutas, que quedaba proscrita durante toda la Cuaresma. Esa decisión real obligó a las rameras a abandonar Salamanca desde el Miércoles de Ceniza y no volver hasta una semana después de la Pasión.  Cada año se iban al otro lado del río, a un alojamiento especialmente destinado para este uso, y su regreso, desde entonces, se convirtió en toda una fiesta.

Los universitarios de entonces ?y algunos no universitarios, por qué ocultarlo- salían a la ribera a buscarlas en barcas, y así volvían a la Casa de Mancebía de manos de un párroco que durante todo ese periodo era el responsable de mantenerlas ajenas a todo contacto con 'varón'. Era el párroco conocido hasta hoy día como el 'Padre Putas'

Esa fiesta pagana ha perdido su carácter inicial pero se conserva como día de celebración en el que las familias salen al campo y así ha sido este Lunes de Aguas. Hubo algún año que la fiesta, al menos en parte, se desvirtuó con celebraciones que poco tienen que ver con la tradición pero los salmantinos le han mantenido el pulso a esos intentos y siguen haciendo suya esta fiesta que es sobre todo de familia y amigos. 

Un día que siempre va acompañado del tradicional hornazo, una empanada hecha con embutido de la matanza que no puede faltar ese día en toda mesa salmantina que se precie esté en La Aldehula, en Huerta Otea, en el Puente Gudino o allá donde hayan ido a buscar su rincón de campo.

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