Era un ser o no ser para La Antigua en una especie de juego de la ruleta rusa en el que no solo tenía que acertar con su bala sino que además tenía que evitar que le tocara la de otro encuentro (Talavera-Zamora) puesto el devenir de la temporada provocaba que llegara la última jornada sin depender de si mismo.

Una presión notable que crecía porque enfrente también había un rival que se jugaba algo tan importante como acabar la temporada en Salamanca sin necesidad de pasar por el play out. La ventaja para Morón es que al menos le quedaba esa vida y por eso afrontó el duelo con mayor tranquilidad que la escuadra salmantina que jugó a tirones durante todo el primer cuarto, con su rival por delante aunque con rentas cortas al menos hasta su tramo final. Ahí sí que con el control del rebote, el acierto de Parejo y un imparable Kouadio, los visitantes pegaban un primer tirón y alcanzanban los ocho puntos de renta. El triple de Navarro dejaba en cinco la desventaja al final del primer parcial.

Un acción que podría haber espoleado a los locales que, sin embargo, encajaron un 0-5 de salida que obligaba a Óscar Núñez a pedir tiempo muerto. A partir de ahí La Antigua intentó ser más agresivo hacia aro y al menos sacó faltas que llevó a su rival pronto al bonus. Wally Niang sumaba cuatro puntos consecutivos pero un triple de Parejo devolvía el +10 a Morón que alcanzaba su máxima con +14 tras otro acierto desde 6,75. En el intercambio de canastas la ventaja era para los visitantes que llegaban al descanso con parte de su misión cumplida mientras La Antigua buscaba soluciones para cambiar por completo su cara en la segunda mitad, 35-47.

Lo intentó con convicción La Antigua en la reanudación con tres canastas consecutivas, dos en transición tras buena defensa que le permitían acercarse en el marcador y metían a Würzburg en el partido, 45-52. Pedía tiempo muerto Morón porque el partido cambiaba de color y le vino bien porque un triple tranquilizó la situación y volvía el intercambio de canastas que tan pronto ponía el +13 a favir de Morón como acercaba a La Antigua de la mano de Navarro.

Cada vez era más un imposible, cada vez más presión para La Antigua que ya tenía que atacar sin cadena y, como consecuencia, sin paciencia y orden y eso favorecía a un Morón cada vez más cómodo que iba incrementando su ventaja y se iba por encima de los veinte de renta. 

Ya imposible en el último cuarto con la decepción lógica de no haber conseguido alcanzar con opciones el tramo final. La necesidad de que pasaran los minutos definitivos de la temporada y ovación para Navarro que se iba de pista físicamente roto. También se despedía ovacionado César. Tocado como todos después de caer y perder el puesto en la categoría de la forma más cruel.