Las nuevas plantaciones cubrirán 18 parterres en el bulevar del Paseo Lunes de Aguas
Allí donde terminan los objetos perdidos de Salamanca
La Oficina de Objetos Perdidos depende de la Policía Local de Salamanca y custodia desde juegos de llaves a bicicletas de montaña. Descubrimos cómo trabaja.
Un bazar. Es la primera imagen que viene a la cabeza al entrar en la oficina de objetos perdidos de Salamanca, el lugar al que vienen a parar muchas de las carteras que se caen en el autobús, de los juegos de llaves que se extravían al dar un paseo o de los paraguas que olvidamos en un taxi. Hay cajas llenas de teléfonos móviles, un rincón con maletas, una bicicleta de montaña esperando a su dueño y hasta una canastilla de bebé protegida bajo un plástico. También almacenan instrumentos musicales, joyas, prendas de vestir, muletas, bastones, un monóculo, un dron y placas de matrícula. Y esto es sólo la superficie, porque bajo nuestros pies hay almacenes con bienes más voluminosos. Y hasta ahí llega la comparación con el bazar, porque aquí todo está numerado, etiquetado e inventariado.
La oficina depende directamente de la Policía Local de Salamanca y sus instalaciones están en las dependencias de ésta, en el paseo de La Aldehuela. Dos oficiales trabajan a turno fijo, su teléfono es el 923 279195 y su horario cara al público es de 9 a 14 horas aunque también se pueden recoger y devolver objetos fuera de ese lapso de tiempo.
Cajas con móviles perdidos. (Foto: A. Santana)
Pedro, uno de los oficiales al cargo, explica que aunque la oficina "es una gran desconocida" y "no todo el mundo" sabe cómo funciona, atienden cada día un goteo incesante de casos. El año pasado rellenaron 4.500 expedientes y llenaron cinco cajas con carteras extraviadas. Todos los jueves reciben "sacas" de 'cosas' encontradas en los buses municipales y cada mañana vacían un buzón disponible las 24 horas para depositar objetos perdidos. Les han dejado un pequeño bolso de mano, varias carteras, algún DNI, carnets de conducir... En su jornada laboral atenderán "entre 30 y 50 llamadas. El teléfono es una chicharra" y ayudarán a un buen número de vecinos que se presentarán directamente en las instalaciones.
La forma de trabajar
La oficina trabaja con dos tipos de expedientes, los físicos y los virtuales. En los virtuales es la persona la que llama preguntando por algún bien perdido. En ese caso toman nota de la descripción, le piden los datos y el número de contacto "y quedamos a la espera de que el objeto llegue" a la oficina.
Si eso pasa, avisan al dueño para que se persone, aunque advierten de que "el tiempo medio de tardanza desde que se pierde algo hasta que llega es de 2 o 3 semanas, y muchas veces, de 2 o 3 meses. Una tablet tardaron dos meses en traerla. Y un señor tuvo tres meses una cartera perdida: la encontró, la dejó en un abrigo y cuando se lo volvió a poner, se acordó de ella".
Una prenda de ropa esperando a su dueño. (Foto: A. Santana)
Si son objetos "difíciles de relacionar con el propietario, como un pendiente, solicitamos una foto porque nos ayuda mucho a la hora de identificarlo". Y un aviso para los espabilados que piensen que pueden ir a la Oficina a intentar agenciarse un teléfono: "ha habido listillos que han intentado llevarse uno igual que el suyo, pero no se lo han llevado. Tenemos que tener la certeza de que es suyo y en un móvil es fácil: le preguntaremos por el IMEI, las tarjetas SIM, el PIN, el PUK, qué voy a encontrar si lo desbloqueo...". Y eso se aplica a todos los objetos: si busca unas llaves le preguntarán por el diseño del llavero que llevaba, si tenía alguna inscripción, etc.
Documentos almacenados en la oficina. (Foto: A. Santana)
El otro tipo de expediente es el físico, que funciona al revés que el virtual. Un objeto llega a la oficina en una saca, a través del buzón, etc... en ese momento los oficiales rellenan un nuevo expediente con su descripción y empiezan a trabajar para intentar localizar al dueño.
El ejemplo tipo es una cartera: "si tenemos suerte y está en la base de datos, está hecho. Le avisamos, viene y cerramos el expediente, pero sucede muy pocas veces. Si no lo tenemos, nos aferramos a un clavo ardiendo para encontrarles. Si la persona es de fuera, lo hacemos a través de la Policía Local de su ciudad; si es un pueblo sin policía, miramos redes sociales, internet... alguna pista". En una ocasión localizaron a la dueña de un monedero gracias a un ticket de una canicería; en otra reciberon un pendrive con documentos de una tesis doctoral, pero sin nombres. Investigando en el contenido vieron una foto con dos nombres propios, uno alemán y otro español. Tirando del hilo encontraron a una chica mexicana que se llamaba igual que la de la foto: era la dueña del pendrive y llevaba 7 años fuera de Salamanca.
Dos años de custodia
Los elementos se custodian al menos dos años, tal y como ordena el Código Civil. Pasado ese periodo "hacemos limpieza de todo lo que ha caducado el tiempo de custodia, pero muchas veces no nos da tiempo" y los 'trastos' siguen almacenados más tiempo. Su destino, en cualquier caso, será el reciclaje, la destrucción (los móviles, por ejemplo, tienen información sensible) o, en algunos casos, la entrega a quien halló el bien en cuestión. "Cuando encuentra el objeto, el hallador aqduiere unos derechos sobre él", pero no puede quedárselo hasta que no pasen los dos años de margen que tienen el legítimo dueño para reclamarlo.
Talón que se entrega a quienes llevan algún objeto a la Oficina. (Foto: A. Santana)
Si el hallador entrega un bien perdido a la Policía "rellenamos un talón con sus características, tomamos los datos del hallador, firmamos... y el objeto entra en una cadena de custodia". La oficina de Salamanca tiene cientos de esos talones "y pedimos a la gente que guarde su copia, por si quiere hacer ejercicio de su derecho pasados esos dos años". ¿Suele ejercerse? Sí. "Han llegado a venir hasta por 7 euros, y hay que darselos porque ya son suyos".
30 años no son nada
Perder un paraguas normalmente no pasa de ser un fastidio momentáneo, pero si por casualidad es un regalo de aniversario o tiene algún significado, su desaparición es una tragedia personal.
La oficina de objetos perdidos de Salamanca atestigua varios de estos casos 'especiales' que terminaron con un final feliz gracias en parte a la empatía de la gente que devuelve cosas que no les pertenecen y que para otros pueden ser tesoros.
Parte del almacén de la Oficina. (Foto: A. Santana)
Pedro, el oficial al cargo, recuerda el caso de un libro remitido desde ADIF. El dueño era un señor que se lo había olvidado en el tren y en realidad "el libro en sí le daba igual. Se vino desde Madrid a por un marcapáginas que le había regalado su novia fallecida. Se le saltaban las lágrimas". En otra ocasión "llamó un señor preguntando por una cartera. Tenía 90 euros pero le daba igual el dinero, el DNI... quería un calendario de 1982 bendecido por su abuela". O una chica que buscaba un clasificador de apuntes que "llevaba aquí año y medio. La chica vino con muletas. Había tenido un accidente, había estado en la UVI, rehabilitación, otra operación... y el clasificador tenía valor sentimental porque lo había usado en el bachillerato, la universidad... volvió al día siguiente con una caja de pastas".
El récord absoluto lo ostenta una cartera desaparecida durante 30 años. Un hombre la perdió en el tren y, de alguna manera, 30 años después alguien la encontró, llegó a la Oficina de Salamanca y los agentes localizaron al propietario, que recuperó sus fotos de la infancia. Moraleja: nunca hay que dar nada por perdido.
La subasta está abierta online para este y otros vehículos incautados en el Plan Nacional sobre Drogas. El vehículo tiene 198.000 kilómetros
A partir del lunes entra Laurence, una nueva borrasca de gran impacto formada en el Atlántico que dejará de nuevo tiempo adverso
La Federación lanza su campaña #TanComoTú para animar a reflexionar sobre los estereotipos sobre la discapacidad