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La adolescencia y el Síndrome de Asperger: "Siempre me ha costado socializar"
Las personas con TEA reivindican su espacio en la sociedad y quieren que se conozcan sus historias para conseguir la discapacidad social
Dificultades sociales, problemas para comprender los sentimientos de otras personas o para expresar sus propias emociones, dificultad para entender el lenguaje corporal, no tener contacto visual, tener intereses muy específicos, dificultad para hacer amigos o, establecer una conversación recíproca, podrían ser algunas características de las personas con Síndrome de Asperger.
Es el caso del salmantino Diego Miguel, tiene 21 años y asiste desde los diez a la Asociación Síndrome de Asperger de la capital. Ha accedido a que le entrevistemos para que conozcamos mejor cómo es vivir con el trastorno del espectro del autismo.
"Me diagnosticaron a los cinco años". Por aquel entonces ya habían surgido las primeras dificultades para socializar y comenzaron el proceso de valoración, "estaba apartado y solo. No entendía por qué pasaba o por qué lo hacían, la verdad, en ese momento no supuso nada el diagnóstico", explica.
En secundaria, reconoce, pudo estar "más integrado", aunque "me costaba entender al resto de compañeros, las bromas y demás, las cosas fueron mejorando poco a poco". Con el tiempo ha aprendido a "tener una conversación coherente, no 'irme por los Cerros de Úbeda'".
Dice que ya puede mirar a los ojos cuando mantiene un tú a tú con alguien "aunque todavía me cuesta". Quiere hacer ver a la otra persona que se interesa por lo que le está contando y esto lo está consiguiendo gracias a la asociación, "nos echan un cable con eso".
A su lado se encuentra Irene Martín, psicóloga en ASAS. Las personas con trastorno del espectro autista necesitan "profesionales cualificados para comprender, aprender y adaptarse a la realidad social que les toca vivir". "Y, la sociedad en general necesita entender esta diversidad para empatizar con la diferencia de los demás".
Explica cómo trabajan, "tenemos una primera toma de contacto con ellos y, después, les enseñarnos herramientas en su vida diaria, para que puedan apoyarse en ellas".
Se aprovechan "de todo aquello que tienen potenciado". En la asociación hay talleres de habilidades sociales y sesiones individuales, "las características de cada uno de ellos son inmensas".
El síndrome de Asperger es una Discapacidad fundamentalmente social, puesto que es en este ámbito donde se generan las barreras que provocan que, "presentemos índices de paro superiores al 85% al llegar a la vida adulta y tengamos, en la mayoría de los casos, escasas perspectivas de alcanzar la independencia de nuestras familias".
En consecuencia, además de insistir en el necesario reconocimiento de la Discapacidad Social, "instamos a las administraciones para que velen porque este concepto se refleje de manera práctica y funcional en los nuevos baremos de valoración y ninguna persona en el espectro autista quede sin el derecho a la protección por discapacidad y/o dependencia, algo que lamentablemente está ocurriendo cada vez en mayor medida, y que despoja a personas y familias de las herramientas fundamentales para desarrollar su propio proyecto de vida y de participación en la comunidad".
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