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Al pan, Pam

La opinión, como cada viernes, de Diego Jalón en Tribuna

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Al pan, Pam
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.

Pedro Sánchez, lo explicó el otro día en el Senado, está en el Gobierno para salvarnos y protegernos a costa de "dejarse la piel". Lo único que le preocupa al presidente es garantizar el pan de cada día a la clase media y trabajadora, a los pequeños frente a esos gigantes, las grandes empresas, que son los molinos de su quijotesco empeño. Y está, según dice, muy satisfecho con sus logros. En su 'Manual de resistencia', esa autobiografía que le escribió otra, relata cómo un taxista le dijo un día: "Siga, siga usted como hasta ahora, que va bien, que estamos todos muy contentos, aguante usted". Y ahí está nuestro timonel, siguiendo el consejo de su conductor.

El INE, que era un dolor de cabeza hasta que Sánchez fulminó a su presidente y a toda la cúpula directiva, bendito ibuprofeno, publicó hace unos días que nuestro PIB ha crecido un 5,5% en 2022. Y desde entonces anda Sánchez como en esa canción de El Puma, en plan "pavo real, pavo real, numerao, numerao, viva la numeración". Su felicidad y orgullo de líder sería comprensible si no reparamos en que la previsión de su Gobierno, con la que se elaboraron los presupuestos, era que íbamos a crecer un 7%. O que somos el único país de Europa que no ha recuperado el PIB anterior a la pandemia. O que en los dos últimos trimestres solo hemos crecido un 0,2%, gracias por cierto a que la contribución del gasto público al PIB ha crecido un 0,4%, es decir que la economía productiva ha caído un 0,2.

Presume también de que la inflación, esa curva que ahora anda doblegando, es la más baja de Europa, un 5,8% en enero de este año. Lo que no dice es que si sumamos las subidas de enero de 2021 (6,2%), 2022 (6,1%) y 2023 (5,8) nos sale un 18,1%. En eso somos campeones de Europa y no el farolillo rojo. Tenemos también la mayor tasa de desempleo, un 13,1% incluso con las cuentas de Yolanda. Y el récord de paro juvenil, un 32,3% según Eurostat, que ahí Sánchez no ha metido mano todavía. Por no hablar del déficit público, superior al 5%, o de la deuda, un 115% del PIB, pese a haber aumentado la presión fiscal hasta el 42%.

La renta media de las familias españolas es un 6% más baja que en 2019, pero tranquilos, que con Sánchez dejándose la piel, no nos faltará el pan. No podía ser de otra forma con los 45.000 millones que dice haber "movilizado" para todos esos escudos sociales con los que nos protege, sobre todo a la clase media y trabajadora. Qué injusta es la vida, "è un mondo difficile", que decía Tonino Carotone, porque pese a todos sus esfuerzos, Sánchez no remonta en las encuestas, tiene que organizar un casting para poder jugar a la petanca y le persigue por España el "que te vote Txapote".

Sus asesores, que son legión, y esos spin doctors especialistas en darle la vuelta a las cosas no salen de su asombro y han decidido que lo que le pasa al presidente no tiene que ver tanto con el pan si no con la Pam, la Irene y las amiguis de ese Ministerio de Igualdad que tantas cosas está haciendo por las mujeres, ese concepto discutido y discutible en el que ya cabemos todos. Esto puede parecer un poco raro, pero nos lo explica mejor uno de los filósofos de cabecera de las chicas de la tarta, Paul B. Preciado, que empezó siendo Beatriz, una escritora de Burgos, y acabó en París como discípulo de Derrida: "Me parece perfecto que la Ley Trans sea votada, pero me parece más urgente y mucho más necesario que lo que pidamos colectivamente sea la abolición de la inscripción de la masculinidad y de la feminidad en los documentos administrativos. Porque esa inscripción es discriminatoria: cuando aparece hombre y mujer en realidad lo que aparece es el potencial de algunas de vuestras células para convertirse en reproductores del cuerpo del Estado Nación".

El caso es que, tras montar en bici en sentido contrario por Valladolid, iba Sánchez el otro día haciendo running, lo que antes venía a ser correr, por una playa de La Palma. Y el roce de sus dídimos en el calzoncillo debió hacerle pensar que está hasta los huevos de las chicas de Igualdad. Cuando los políticos se ponen a hacer deporte, es que se acercan las elecciones. Y como las cosas pintan regular, el presidente ha decidido que la culpa es de ellas. Por mucho que Pam nos explicase el otro día en Twitter, que últimamente es casi más gracioso que el Club de la Comedia, que "ni un grupo parlamentario, ni un solo informe de los órganos consultivos, ni un solo Ministerio, ni un solo medio de comunicación adivinó que esta (la reducción de condenas) era una posibilidad", Sánchez no está muy convencido.

Así que ahora quiere cambiar a toda prisa esa ley que era pionera en Europa y que nos iban a copiar en todo el mundo. La ley es un truño. No solo por toda esa verborrea sobre el consentimiento, que es una patraña porque los actos sexuales sin consentimiento se consideran delito desde la aprobación del primer Código Penal, allá por 1822. Sobre todo, por la cascada de reducciones de sentencias que podría haberse evitado si Irene y Pam dedicasen menos tiempo al Twitter y a las descalificaciones y algo más a leer los informes de la Fiscalía, del Consejo de Estado, del CGPJ... a escuchar a los diputados de otros partidos o simplemente a leer los periódicos, antes de ponerse a legislar.

Ya van casi 350 y según los que saben podrían llegar a más de dos mil, aunque la ley se cambiase mañana. "Saldrán a oleadas, a cientos, a miles" se descacharraba Pam. Pues sí, en eso tenía razón, están saliendo. Y claro, así no hay quien vaya a unas elecciones. Hay que construir un cortafuegos, huir del incendio, ventilar el humo y limpiar las cenizas. Que parezca un accidente. Y, sobre todo, que Sánchez no iba conduciendo. Era Irene. Han sido Irene, Pam, Lidia Rubio, Isa Serra...

Pero la ley se aprobó en el Consejo de Ministros, que ¿de quién depende? La votó en el Congreso esa mayoría "progresista" aglutinada por Sánchez, que alabó y jaleó la ley, esa "iniciativa de vanguardia en defensa de las mujeres". Ahora dice que para modificarla "se consultará a expertos, magistrados y catedráticos". Podría haberlo hecho antes, si no hubiese estado tan liado con lo de arreglarles la malversación y la sedición a sus amigos. El presidente más feminista de la historia, asediado por la demoscopia, ha arrinconado a Irene y a Pam. Contra las cuerdas, dicen que "vamos a proteger tanto el consentimiento como a este Gobierno de coalición". No se van, no dimiten. ¿Dónde iban a ir a ganarse el pan y los 120.000 euros al año que nos cobran por proteger a las mujeres, que pronto seremos todos?

El único que ha dimitido de todos los ministros de Sánchez fue el pobre Huerta, que había pagado sus deudas y su multa. Con él no tuvo piedad. Maxim no le hacía falta para mantenerse en el poder. Contó el otro día en el Hormiguero que, a modo de explicación, Pedro le dijo que en política todos acaban mal, "hasta Zapatero". "¿Qué dirá de mí la historia?", le preguntó el obsesionado presidente al ya ex ministro de Cultura. Pues seguramente no será recordado por los restos de Franco ni por lo del pan. Más bien por lo de Pam e Irene. El que se bautizó con el "no es no" acabará enterrado con el "sí es sí".

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1 comentario

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usuario anonimo 2/3/2023 - 5:24:18 AM
Vaya rollo para pedir el voto a Vox o seguir otros treinta años con el PP aquí en esta rica región.
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