Con el objetivo de sensibilizar sobre las realidades de la mujer a la vez que se homenajea la identidad y la tradición charra, la artista salmantina Marta Arroyo es la autora de un mural de gran formato que llama la atención ya desde la entrada del parque de La Huerta de Peñaranda de Bracamonte. Una obra de 21 metros de largo y de algo más de dos metros de alto para hablar de prejuicios, sueños, naturaleza y personas.

Esta obra, financiada por el Ayuntamiento peñarandino a través de los fondos del Pacto de Estado con la Violencia de Género, se enmarca también dentro de un proyecto artístico más amplio y multidisciplinar con el que pretende crear la mayor galería rural. Denominado 'Salmantica', el proyecto cuenta también con otra obra en Vega de Tirados y llegará a espacios públicos interiores y exteriores y se mostrará a través de su propia página web.

Y es que la obra pretende ser un "punto de referencia y ofrecer algunas claves para que el espectador saque sus propias conclusiones", cuenta la artista. No obstante, la obra puede, y debe, contemplarse desde dos perspectivas: una desde el punto de vista del proyecto Salmantica, en la que predominan conceptos relacionados con la provincia charra, y una segunda que pretende sensibilizar sobre las realidades de la mujer, sobre "los prejuicios, más intensos en el mundo occidental, y que siguen dificultando la vida de las mujeres".

En este sentido, la obra habla sobre la naturaleza y el patrimonio cultural y humano de Salamanca. Para ello, aparecen objetos como un botón charro, conchas, estrellas que recuerdan a las del Cielo de Salamanca, un girasol, el 'skyline' de Peñaranda, una cigüeña negra, el hucho-hucho, el cerdo, un caballo o el toro. "La naturaleza domina al ser humano, hay una hormiga gigante devorando a una persona", explica, y añade que la obra pretende hablar de "progreso y globalización frente a una naturaleza que nos come. Es una obra optimista y positiva".

Por otra parte, la pintura también pretende ser un alegato sobre la mujer y su realidad. "Hay una gran ola que ha devorado a una mujer en apariencia frágil y también hay una mujer con supuesto sobrepeso que pretende representar el mito esclavizador de la belleza, que refleja que es más importante para las mujeres pero no para los hombres".

"Si observamos la obra de izquierda a derecha, muestra un ambiente aparentemente ilógico y fantástico propio de los sueños con un contenido maravilloso, terrible o liberador como fuente de estímulo visual. Una mujer, con una flor en su boca, cierra los ojos e inicia el ensueño con la imagen de un mito griego, el de la diosa Nike, como símbolo de la victoria o triunfo al tiempo que representa el mito actual esclavizador de la belleza. Una mujer se mantiene de manera artificial a flote asustada y a punto de ser engullida por una gran ola con garras como símbolo de los estereotipos de belleza, fragilidad y debilidad. Una gran ola que ha sepultado a una mujer de apariencia frágil mientras que un huevo frágil en sí mismo grita. El ensueño continúa con trazos y trozos de una pesadilla en la que el progreso, los avances y la globalización se muestran como todopoderosos, pero, paradójicamente, la naturaleza nos parasita, nos come. Por último, en la última fase del ensueño, la necesidad de reconexión con la naturaleza ofrece un respiro a la mujer soñadora protagonista de la obra para que cuando despierte lo haga con un aura de cierta tristeza pero con alegría y optimismo. En definitiva, es una obra visual que clama por la superación de las personas para lograr un cambio en nuestra relación con la naturaleza y la relación de los hombres con las mujeres. Un ensueño con un movimiento: del parasitismo al mutualismo o, dicho de otro modo, la obra no busca la desaparición de las categorías personas, naturaleza, masculinidad o feminidad, si no que clama por que se relacionen de manera beneficiosa y simbiótica", explica.

La pintura recoge influencias de artistas de diferentes corrientes como Picasso, Dalí, El Bosco, David Hockney, Hokusai o Gaudí con técnicas como acrílico, aerosol y relieves. "Las luces, los colores, las formas, los movimientos y las texturas que trabajo son siempre una interpretación mía de la naturaleza. En el fondo de la diosa Nike todos esos colores son como veo los atardeceres de Salamanca y en la parte del caballo y el toro es el amanecer y coincide con el atardecer cuando se está quedando dormida y el amanecer cuando ya empieza a despertar", explica.

Además, cabe destacar que el mural cuenta con relieves como el hucho-hucho, las estrellas o unas piezas brillantes que "debían de ser espejos y están hechos con materiales reciclados como trozos de CD, pero con el barniz que se hechó quitó el efecto espejo, aunque ha quedado el efecto brillante".

"En mi trabajo hay algo de arqueológico a caballo entre lo ancestral y lo tremendamente contemporáneo, excavo en el pasado, en las tradiciones, en los usos, las costumbres y en el patrimonio, sobre todo intangible, de Salamanca. Es como pelar capas, como pelar patatas para sumergirme en las formas distintivas y poder expresar la identidad de mi tierra y sus gentes. Un maridaje entre el medio y el arte, una unión que sale de lo más profundo de mi corazón, dos extremos recíprocos que buscan construir un puente para activar la vida. Y es que lo que fuimos se apaga y con ello se entierran las vidas, pero también la memoria colectiva, las historias, las vivencias, las leyendas, las expresiones, el conocimiento de mis paisanos y mis lugares. Sin ellas nada sería ni será igual. Se ha construido un pasado sobre el que se sustenta un presente y cree tejer un futuro. Un futuro donde la relación de las personas con la naturaleza y de las personas con las personas sea beneficiosa para todos", concluye.