La mayoría de inspecciones se ejecutan en el entorno de los centros sanitarios, seguidas de las tiendas de alimentación
Fuego en la Sierra de la Culebra: las imágenes después de la catástrofe que lo ha cambiado todo
Dos voraces incendios forestales arrasan esta joya natural de Zamora y modifican la perspectiva sobre extinción, medios y futuro de la lucha contra el fuego
"Ya no se puede quemar más". Desde lo alto de su puesto de vigilancia en el alto de Carmona, un celador del operativo regional se lamenta ante la imagen de un horizonte tiznado de negro casi hasta donde se divisa. Es el resultado de los voraces incendios forestales que han arrasado la Sierra de la Culebra, un valioso enclave natural de Zamora, Reserva de la Biosfera y joya de la naturaleza zamorana que, en cuestión de un mes, ha ardido casi en su totalidad colocando a la provincia y a Castilla y León a la cabeza del desgraciado ránking de los incendios forestales de un verano que pasará a la historia porque las llamas han forzado un cambio de perspectiva.
Acercarse a la Sierra de la Culebra por la N-631, su espina dorsal, es adentrarse en un paisaje ennegrecido. El 18 de julio por la noche las llamas se veían casi desde que se accede a esta nacional en el puente de La Estrela y este lunes, una semana después, a plena luz del día lo que se ven son los estragos del fuego. En Tábara, uno de los municipios más importantes de la zona, evacuado también, se sigue hablando del fuego y sus consecuencias intentando encontrar una explicación.
A estas horas, una semana después de declarado el incendio de Losacio, el balance es de cerca de 60.000 hectáreas quemadas entre el que afectó a Tábara y su comarca y el de junio en Sarracín de Aliste y Ferreras de Abajo. Precisamente desde el puesto del alto de Carmona se dio la voz de alarma aquel 15 de junio. Las tormentas secas originaron hasta 11 incendios por rayos en la Sierra de la Culebra hasta que a las 19.48 fulminaron el paraje de La Pedrizona; las altas temperaturas, en medio de una ola de calor sin precedentes, y los vientos hicieron el resto.
Un mes después, idénticas condiciones originaron un fuego en Losacio. El rayo fue visible cerca de las seis de la tarde y las condiciones climatológicas hicieron el resto: de nuevo altas temperaturas y fuertes vientos. En cuestión de horas se evacuaba una treintena de municipios mientras las llamas le costaban la vida a dos personas, heridas graves a otra y arrasaban miles de hectáreas a toda velocidad: a día de hoy, el cálculo ronda las 36.000 en total.
Paisaje lunar
Camino del alto de Carmona se aprecia la magnitud de la destrucción. En el ascenso del puerto la carretera está jalonada siempre en sus dos lados por árboles quemados. El lunes todavía hay zonas humeantes. Se aprecia que las llamas han entrado incluso en la carretera, abrasando señales, guardarraíles y hasta el asfalto. No hay ni un solo ejemplar a salvo. En la cima, y siguiendo la pista forestal que lleva a la torre de vigilancia, el paisaje se vuelve lunar. Donde había masas arboladas todo son sombras y más cerca de la cima las extensiones de matorral están quemadas hasta la raíz, dejando a la vista un paisaje lunar de rocas y ceniza. El fuego ha quemado hasta las pocas briznas que crecen en el centro del camino, así ha sido de voraz.
Asomados al punto más alto, se divisa el impacto del fuego, donde llegó el del 15 de junio y como el de julio ha 'terminado' el trabajo. En su camino ha arrasado miles de hectáreas de arbolado, del característico jaral de la sierra, de pastos y de tierras de cultivo. El negro ha pasado a formar parte del paisaje junto a los molinos eólicos de sus crestas.
Quiene fuera el ocupante del puesto de vigía aquel día es el mismo que nos da conversación tras nuestro ascenso al punto de vigilancia, recuerda como tuvo que salir 'pitando' mientras las piñas ardiendo se convertían en proyectiles incendiarios. "En treinta años nunca vi una cosa igual", reconoce. ¿Qué ha hecho diferentes a estos incendios?
Un problema poliédrico
No hay una sola explicación a lo ocurrido, aunque sí a su origen, que ha sido totalmente fortuito: rayos de tormentas secas producto de las dos mayores olas de calor de la historia reciente. En la zona hace meses que no llueve, este 2022 está entre los más secos desde que hay datos y viene de varios años parecidos. El monte está muy seco, sin humedad, y cargado de material muy inflamable.
El fuego ha corrido a enorme velocidad, en el incendio de junio el frente de llama principal llegó a dar saltos superiores a 500 metros, como en el embalse de Nuestra Señora del Agavanzal. Ayudado por el viento, el fuego se agigantó en minutos y un monte seco y lleno de combustible fue su víctima. El peligro lo puso el carácter fuerte y cambiante de los vientos.
El estado del medio natural y su relación con la población es una de las claves de lo ocurrido. Esta comarca es una de las más despobladas de la muy despoblada provincia de Zamora: ha perdido miles de habitantes en los últimos años y lidera el ránking de las provincias más despobladas. Sin gente, y con una población muy mayor, se ha perdido el uso del medio natural. Con la ganadería en retroceso, no hay ganado que haga 'limpieza'. Tampoco abundan los cultivos, aunque se han perdido miles de hectáreas en cosechas.
Tampoco ha bastado con la gestión forestal. Antes los usos ganaderos o domésticos ayudaban a liberar el territorio de material, pero ahora hace falta algo más, incluyendo una decisión sobre los cortafuegos: necesarios, para algunos no deben estropear el paisaje, para otros son un mal menor. Especies y densidad también están en cuestión.
El operativo se ha visto desbordado y hay asignaturas pendientes en medios, despliegue y dotación, también en la coordinación entre administraciones. Las visitas de dos ministros y otras autoridades han demostrado el descontento general con cómo funcionaron las cosas, también con la UME. Las imágenes de los pobres bocadillos de quienes luchan contra las llamas (sean o no la norma general) retratan eso de ir a la guerra con tirachinas.
La mecha política
Las 60.000 hectáreas quemadas en la Sierra de la Culebra han sido el detonante de un cambio nunca visto. En su comparecencia de este lunes, el consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez Quiñones, ha ratificado el anuncio hecho hace unos días: se va a reforzar el operativo.
El conjunto de medios técnicos y humanos contra los incendios de Castilla y León es uno de los más cuestionados. Ahora, 900 fijos discontínuos estarán en plantilla todo el año para hacer más prevención fuera de la época de fuegos: hace unas semanas, ni se planteaba. También se mejorarán medios, equipamiento e infraestructuras. La factura será grande, pero la Junta no está entre las que más gasta y es que la del desastre es aún mayor: 600 millones de euros se calcula el coste de la extinción para las 60.000 hectáreas, sin contar con las ayudas comprometidas.
La Junta también ha anunciado la apuesta por la ganadería extensiva como forma de recuperar el trabajo que hace el ganado para limpiar el monte. Y un plan en colaboración con los ayuntamientos para defender los pueblos, que muchas veces se han visto comprometidos por la cercanía de las llamas: de nuevo la falta de uso, un cierto abandono por la menguada población, un mantenimiento deficitario y la cercanía de las casas a lo natural han jugado en su contra.
Incendios catastróficos
Con todo, lo más inquietante es la certeza de que incendios como estos han venido para quedarse. El consejero considera que no podemos pensar en un futuro libre de este tipo de fuegos. El innegable cambio climático convertirá en habituales los años secos y calurosos como este, también las olas de calor más frecuentes de lo que habíamos conocido. Se han visto algunas 'trazas' de los denominados incendios de sexta generación, capaces de retroalimentarse y modificar las condiciones climáticas: estos no han llegado a tanto, pero sí se han beneficiado de unas condiciones muy concretas. Fuegos que desbordan la capacidad de extinción, es la cantinela del verano, pero a los que hay que seguir haciendo frente: no sirve entregarse a la fatalidad.
Mientras tanto, en la Sierra de la Culebra la catástrofe no tendrá que esperar porque ya se ha producido. Aquí dos incendios han dejado arrasado el espacio natural más valioso de la provincia junto al del lago de Sanabria. Son miles de hectáreas, pero también recuerdos, campos de cultivo, negocios que necesitan del territorio y un territorio que tardará en tener setas o donde ciervos y corzos vagan desorientados todavía sobre una tundra pelada y negra que ocupa el lugar donde antes había una reserva de la biosfera. Otro rejón de castigo para la Zamora vaciada y, ahora, también quemada.
El PSOE de Cendón niega las acusaciones de militantes de Riaño-Picos de Europa y Crémenes. El otro candidato, Moreno, considera "grave e inaceptable" lo ocurrido
El presidente del PPCyL defiende que su partido siempre está al lado del campo, trabajadores y de la industria agroalimentaria
El consejero destaca la "excelente" calidad de la sanidad en Castilla y León, pese a "dificultades puntuales", en la toma de posesión de la nueva directora general de Salud Pública