Seis meses de toque de queda, de cierre perimetral, de restricciones en las reuniones...seis meses de dura lucha en medio de una pandemia que todavía no ha terminado, pero que ha comenzado a reducir el número de contagios diarios, así como de muertes. Al mismo tiempo, las limitaciones en cuanto a movilidad y vida social se han ido mitigando y el pasado domingo España puso fin al segundo estado de alarma en apenas un año. Eso sí, el adios al virus todavía está por llegar. 

La Junta decidió, entre otras normas, no prorrogar el cierre perimetral de la Comunidad, ya que consideraba la no existencia de garantías jurídicas para ello. Así pues, ya se puede entrar y salir libremente de Castilla y León desde hace siete días. Han sido más de 200 días los que Castilla y León ha mantenido en vigor su cierre perimetral y eso se ha hecho notar en Salamanca. La capital ha vuelto a estar dibujada en mapa, ha vuelto a ser contada por guías y fotografiada por turistas. La capital charra ha vuelto a ser ella. 

Las terrazas vuelven a estar repletas, aunque es verdad que pocas veces han dejado de estarlo, pero la imagen hasta el momento poco habitual era la de turistas fotografiando los monumentos, la de guías con sus respectivos grupos y la entrada y salida de personas en algunos de los hoteles de la ciudad. Salamanca ha recuperado un poco de su ser, eso sí con todas las restricciones higiénicas básicas; mascarilla y en la medida de lo posible distancia de seguridad. 

Además, también se ha visto alguna que otra comunión; celebraciones religiosas paralizadas por la pandemia ante la cantidad de gente que solía acudir a estos eventos.