La compañía irlandesa Ryanair ha comunicado esta semana su nuevo plan de vuelos para los aeropuertos españoles, anunciando una reestructuración que afecta a la suspensión de rutas. Esta decisión impacta de manera directa en el aeropuerto de Valladolid (Villanubla), que pierde de esta forma las dos frecuencias regulares que mantenía con Barcelona y Palma de Mallorca.
En la práctica, el anuncio de Ryanair responde a su asfixiante estrategia de buscar inyecciones económicas que subvencionen sus vuelos. La aerolínea recrimina al gestor aeroportuario AENA por el precio de las tasas y, a su juicio, la falta de efectividad de los planes de incentivos. La respuesta de AENA camina en sentido contrario al asegurar que aeropuertos regionales como el de Valladolid cuentan con incentivos comerciales sufragados por el propio gestor, disponibles para todas las aerolíneas, que reducen las tarifas aeroportuarias a aproximadamente dos euros por pasajero. El gestor aeroportuario recrimina a Raynair por sus continuas exigencias sobre las tarifas que, asegura, rozan el límite de la legalidad y que podrían ser interpretadas por la Unión Europea como ayudas de Estado.
La realidad de los aeropuertos de Castilla y León es palmaria. A mediados de 2024, sus datos comparativos de viajeros reflejaban un descenso del 3,5% con respecto al mismo periodo del año anterior (160.685). Lideraba la estadística Valladolid (116.618), seguido de León (31.578), Salamanca (10.633) y Burgos (1.856).
Ryanair generó el 50,9 por ciento del tráfico de viajeros del aeropuerto de Valladolid, que compartió el año pasado durante algunos meses con otras tres compañías: Vueling, Binter y Air Nostrum.
A nivel político, prácticamente nadie se ha atrevido a plantear un debate sobre la eficacia de las cuatro instalaciones en Castilla y León y, sobre todo, su conveniencia geográfica teniendo en cuenta las distancias kilométricas entre ellos. La alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, sí cuestionó la rentabilidad del aeropuerto de su ciudad (Villafría), que no llega a los 2.000 pasajeros en un año. Sus declaraciones le generaron un aluvión de críticas y ya no ha vuelto a referirse a ello. El ministro de Transportes, Óscar Puente, también apuntó hacia una gestión más eficiente y rentable apostando por la unificación y por Valladolid como punto con mayor volumen de actividad y una ubicación más estratégica. En su caso, su condición de ex alcalde vallisoletano, le colocó en una posición poco neutral, pero el ministro simplemente se refería a una cuestión de cifras y efectividad.
AENA mantendrá congelada la tarifa media que las aerolíneas pagan por los servicios aeroportuarios en España, que se sitúa en 10,35 euros por pasajero a partir del 1 de marzo de este año. Las ayudas a las aerolíneas no pueden confrontar con una fórmula parecida al chantaje: si no me subvencionas, no vuelo. Las administraciones públicas como la Junta de Castilla y León firmaron en su momento un acuerdo comercial con Ryanair para promocionar la Comunidad a nivel internacional como destino turístico y centro de negocios. Cuando el pozo económico se secó, la compañía suspendió las conexiones que mantenía con Londres y Bruselas. Su exprimidor vuelve a ponerse en marcha ahora con este anuncio. Es lógico poner coto a este tipo de estrategia, pero también es necesario replantearse una reflexión sobre la utilidad de tener cuatro aeropuertos en un entorno de 200 kilómetros.