El Partido Socialista de Castilla y León ha vivido una situación complicada con la sonada desacreditación desde Ferraz para que no se mueva nada en las provincias hasta después de la coronación de Pedro Sánchez en el Congreso Federal que se celebrará en Sevilla a finales de este mes. El Secretario Regional, Luis Tudanca, ha sufrido en primera persona las veleidades de la cúpula socialista, manejando los tiempos en función de los intereses de su líder absoluto. Un claro ejemplo de nula democracia interna, pero aceptada por aquellos que forman parte de este juego político en el que las organizaciones se mueven de puertas para adentro con unas artes poco o nada edificantes.
Paralelamente a esa nueva desacreditación, el PSOE se ha movido en Castilla y León como un partido responsable. En momentos para pocos lucimientos, más bien para esconder las evidentes debilidades de Tudanca, el proyecto de Presupuestos de la Junta de Castilla y León ha servido para descubrir un PSOE constructivo, también aprovechando la torpeza habitual de VOX, que pasa de aliado a enemigo permanente del Partido Popular ofreciendo una imagen poco decorosa sobre su seriedad, apenas un telediario después de ir de la mano en todas o casi todas las propuestas del PP.
Tudanca está dispuesto a facilitar que la Comunidad tenga unos nuevos Presupuestos. Su posición es determinante teniendo en cuenta la composición del parlamento regional, con un PP en minoría y sin el apoyo de su aliado inicial en el comienzo de esta legislatura autonómica. La conclusión no puede ser que el PSOE se lo pone en bandeja a los populares. Más bien se extrae una interpretación de mayor calado que se basa en su distancia sideral con VOX, lógico, pero también con otros partidos que en las Cortes juegan al sistema de la negación constante. En resumen, que esta posición viene a concluir que la utilidad política en Castilla y León reside en PP y PSOE; que ese llamado bipartidismo es la herramienta más fiable pese a los intentos fallidos de otras formaciones, de mayor o menor cuño, con hacerse un hueco entre la historia que representan los grandes.
Tudanca ha dado un paso hacia el sentido político más esencial, como también lo ha dado en otras esferas el ministro Óscar Puente. Resulta que el dóberman socialista se ha convertido en el ministro más eficaz del Gobierno, demostrando en la gestión de la DANA que no eran tiempos de confrontación, sino de aportar soluciones y trabajar para ayudar a gente con angustiosas necesidades.
Precisamente Puente, el político que nunca elude el cuerpo a cuerpo, gestor personal de sus redes sociales, calificado por quienes no le conocen como un 'macarra? 'de hemiciclo, se erige como una figura de relevancia nacional capaz de despertar internamente en el PSOE muchas cuestiones en clave sucesoria, cuando toque.
Óscar Puente y Luis Tudanca han demostrado que la metamorfosis es posible en política. Y que incluso sirve para modificar sensaciones o interpretaciones erróneas. Al ministro está claro que le está sirviendo. Lejos de desgastarse, la crisis de la DANA le ha revalorizado. A Tudanca quizá no le valga. Hace tiempo que en el PSOE piensan que es un producto caducado al que darle otro uso.