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"El magisterio del Papa Francisco ha sido profético y provocador"
El sacerdote y teólogo Ángel Cordovilla analiza el legado de Francisco, el trasfondo de sus decisiones y los desafíos que afrontó
El sacerdote salmantino Ángel Cordovilla es doctor en Teología Dogmática por la Universidad Gregoriana de Roma y decano de las facultades de Teología y Derecho Canónico en la Universidad Pontificia Comillas. En esta entrevista con el Servicio Diocesano de Comunicación Social brinda una mirada al legado que deja el papa Francisco.
- ¿Cómo describiría el magisterio de Francisco?
- Con dos palabras: profético y provocador. Para mí, eso es lo que define el magisterio de este Papa. Sobre todo, nos ha invitado a volver al Evangelio. Recuerdo su exhortación apostólica, que fue su texto programático, 'La Alegría del Evangelio': volver la mirada de los cristianos y de la Iglesia hacia el Evangelio y hacia la alegría de evangelizar. Y a la vez otras dos palabras, quizá claves, de su pontificado, que sería la misión como línea directriz fundamental para la reforma de la vida de la Iglesia. Recuerdo precisamente allí un texto de 'Evangelii Gaudium' donde decía que es esa misión de anuncio del Evangelio lo que ha de alentar o ser el principio rector de toda la reforma de la vida de la Iglesia.
- ¿Qué aspectos considera que han definido su manera de guiar a la Iglesia?
- Creo que Benedicto XVI, el pontífice anterior, su manera de guiar era con la luz, ilustrando, iluminando, dando qué pensar a los creyentes y al mundo. Es decir, pero ejercido fundamentalmente desde el magisterio de enseñanza.
Francisco ha sido un Papa que sabía gobernar. Sabía que había que, para gobernar había que llegar luego incluso a las cosas más concretas.
Sin embargo, creo que el pontificado de Francisco ha sido un pontificado donde nos ha guiado más a través de sus gestos. Gestos muy potentes, gestos muy proféticos. Y a través también de decisiones concretas: para reforma de leyes, de estructuras, de la curia, de la economía… Hay que tener en cuenta que Francisco ha sido un Papa que sabía gobernar. Sabía que había que, para gobernar había que llegar luego incluso a las cosas más concretas.
No tanto ha sido su magisterio doctrinal de enseñanza, aunque sí, en esto ha habido algunos puntos significativos, como por ejemplo 'Laudato Si'. A mí me parece una encíclica magnífica suya, pero yo creo que su guía ha sido más a través de los gestos o acciones simbólicas que ha hecho el Papa, como cuando fue a Lampedusa, o cuando ha ido a la cárcel, o cuando nos ha guiado hacia una Iglesia en salida, o la Iglesia como hospital de campaña o la Iglesia en su dimensión más samaritana, no ha sido tanto a través de textos, sino a través de acciones que él ha considerado significativas. Insisto también en que ha tomado decisiones concretas respecto de la actividad diaria y concreta de la vida de la Iglesia, y en eso, este papa ha tenido una voluntad de cambiar y de reformar.
- Se refiere usted a esa Iglesia en salida de la que Francisco ha insistido en varias ocasiones, centrada en la misericordia. ¿Cree que se ha avanzado en ese camino? ¿Sus huellas han hecho avanzar en ese camino a la Iglesia?
- Sí, yo creo que sí. Nos ha puesto en esa pista. Ahora, quien piense que ya está todo hecho, pues no. Es decir, creo que esta ha sido una de las llamadas constantes de Francisco desde el inicio de su pontificado. Para mí, el mayor desafío que tiene, y sigue teniendo la Iglesia es, fundamentalmente, la misión evangelizadora y la transmisión de la fe en el mundo de hoy. Y en ese sentido, no se ha acabado con el pontificado de Francisco. El siguiente Papa, el que sea, tendrá también que tener en esta una de sus líneas fundamentales. Diría que se ha avanzado, pero lógicamente nos queda todavía muchísimo por hacer, y muchísimo para desarrollar y desplegar este dinamismo apostólico y misionero en la vida de la Iglesia actual.
- ¿Cree que el papa Francisco ha hecho aportaciones relevantes a la teología actual?
- Al menos desde mi punto de vista, diría dos cosas. Una, de contenido: especialmente, la revitalización del rostro social o el carisma social del Evangelio. Creo que no es que haya sido novedoso, pero sí que lo ha puesto en primer plano: la cuestión de la ecología.
Desde mi punto de vista, la encíclica 'Laudato Si' es brillante, muy significativa y muy novedosa dentro del magisterio pontificio. Otras han sido en el fondo una cuestión de profundizar y de llevar adelante contenido que ya se realizaba. Pero a mí, 'Laudato si', aunque recogía algunas intuiciones de Benedicto en 'Caritas in veritate', me parece que es una encíclica que dice muy bien lo que ha sido el pontificado de Francisco.
Y luego, teológicamente hablando, el papa Francisco ha introducido reformas muy significativas en el método teológico. Nos ha invitado a las facultades de Teología y a los que ejercemos el ministerio de la teología en la Iglesia a que hagamos una teología no tan encerrada en nosotros mismos o en esquemas y en estructuras tradicionales, sino que sea verdaderamente dialogal con el hoy, que sea eclesial, enraizada en el pueblo de Dios y, en este sentido, que sea una teología más contextual. Que no vayamos ya con las respuestas hechas, sino que verdaderamente sea una teología en diálogo y al encuentro con la sociedad y el mundo de hoy.
- La muerte del Papa ha coincidido con el inicio de la Pascua. ¿Cómo interpreta este hecho a la luz de la fe?
- Por un lado, uno puede pensar que es una coincidencia sin más: uno muere el día que uno no espera y que sucede. Pero es verdad que es legítimo entenderlo en términos de providencia, es decir, de de signo también. Incluso la muerte del papa Francisco ha sido también muy simbólica: el día después de la Pascua de Resurrección, donde además él hace ese esfuerzo por salir a la Plaza de San Pedro y estar en medio del pueblo de Dios, y al día siguiente morir, en la octava de Pascua, cuando todavía celebramos el día de la resurrección.
En ese sentido, ¿qué significado ha tenido? Que dentro del dolor, de la ausencia, de la orfandad, del shock en que muchos de los cristianos católicos y del mundo hayamos podido vivir por la muerte del papa Francisco, la vivimos a la vez también con esperanza y abriéndonos siempre a la novedad de la vida de Dios. Creo que eso es lo que, al final, es siempre este anuncio de la resurrección de Jesucristo.
- ¿Qué ha significado para usted, personalmente, la figura del papa Francisco?
- Pues para mí también ha sido un Papa provocador. Reconozco que en algunas de las cuestiones que a veces ha dicho o ha hecho, a mí me ha generado eso, me ha provocado. Especialmente, por ejemplo, en mi propia tradición teológica, pues yo tenía unos acentos determinados, o mi manera de hacer teología, podríamos decirlo así, dialogaba más con la gran tradición de la Iglesia.
Para mí el Papa Francisco ha sido un poco más provocador y disruptor en mi propia experiencia cristiana, porque me ha traído cosas que no eran de mi propia tradición
Y, sin embargo, el Papa Francisco, para mí, ha sido una llamada a tener una teología y una manera de estar en el mundo mucho más abierta a las preguntas, a las cuestiones que el hombre de hoy se hace. En ese sentido, crecí enormemente y me sentía muy a gusto con Benedicto XVI, porque inmediatamente era a un Papa que al que yo no entendía, porque me había formado en la misma teología. Sin embargo, para mí el Papa Francisco ha sido un poco más provocador y disruptor en mi propia experiencia cristiana, porque me ha traído cosas que no eran de mi propia tradición. Pero que he acogido y asumido como buen hijo de la Iglesia. Y con el Papa que venga, y los acentos que él haga, pues también habrá que estar a la escucha y en el aprendizaje de lo que nos pueda decir o indicar.
- ¿Diría que esta actitud suya es un ejemplo de esa Iglesia abierta que Francisco promovía?
- Sí, así es. Y en ese sentido, uno puede tener como sus papas favoritos, pero al final, si nos creemos verdaderamente que es el sucesor de Pedro y que esa sucesión ha estado alentada, sostenida, guiada, iluminada por el Espíritu Santo, pues es evidente que un cristiano tiene que acoger, aunque al principio no le suenen de su propia cosecha. Un Papa no tiene que sancionar o consolidar lo que uno piensa, sino al revés, ayudarnos a pensar de otra manera, a abrirnos a una perspectiva diferente. Y, en este sentido, el papa Francisco conmigo lo ha logrado. Ha hecho que piense en cosas distintas, que acoja palabras nuevas, insistencias que él ha tenido y que yo a lo mejor no tenía, pues las haya acogido en mi manera de pensar.
Fuente: Diócesis de Salamanca
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