Getsemaní en Salamanca: la oración que pese a todo miró de frente a la lluvia

La Cofradía de la Oración en el Huerto convirtió el templo del Carmen de Abajo en escenario íntimo de fe, tras suspenderse la procesión por el mal tiempo

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Fotos: Aragüelle
Teresa Sánchez
Teresa Sánchez
Lectura estimada: 2 min.
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Inmediatamente después de la Última Cena, Jesús se retiró a orar al huerto de Getsemaní, acompañado por sus discípulos más cercanos. Allí, solo ante el Padre y rodeado de la indiferencia del sueño ajeno, pronunció una de las oraciones más humanas y divinas de la Pasión: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Esa escena, tan íntima como desgarradora, volvió a cobrar vida este Viernes Santo en Salamanca, de la mano de la Cofradía de la Oración en el Huerto de los Olivos.

La procesión debía comenzar a las 18:30 horas desde la Iglesia del Carmen de Abajo, pero la lluvia obligó a retrasar la decisión. Media hora más tarde, la incertidumbre se convirtió en certeza: no se podía salir. Sin embargo, los más de 300 hermanos no quisieron que la jornada quedara sin el gesto de fe que llevaban preparando durante todo el año.

Vestidos con sus túnicas y capas blancas, sin los tradicionales verdes puestos, guantes blancos y zapatos negros, los cofrades levantaron el paso dentro del templo y lo acercaron hasta la puerta, para que los fieles congregados pudieran contemplar el grupo escultórico. En él, Cristo ora en el Huerto, confortado por un ángel que le presenta el cáliz del sacrificio, mientras Pedro, Juan y Santiago duermen, ajenos a la angustia del Maestro. Un olivo preside la escena, símbolo poderoso del momento bíblico.

Dentro también del templo se celebró una oración íntima y sobrecogedora. Sin focos, sin discursos, solo el murmullo de las plegarias y el silencio compartido por todos los presentes, como un eco fiel del Getsemaní original.

Fue en ese instante, bajo la tenue luz que caía sobre las piedras del Carmen de Abajo, cuando Salamanca volvió a velar con Cristo.

Aunque la procesión no recorrió las calles, la fe sí lo hizo, y la oración que un día brotó en un huerto volvió a resonar entre nosotros.

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