Situada a menos de 40 kilómetros de Salamanca, Peñaranda de Bracamonte es una joya escondida en el corazón de Castilla y León. Aunque no suele figurar en los grandes circuitos turísticos, esta localidad salmantina merece ser descubierta por su encanto patrimonial, su riqueza gastronómica y un vibrante calendario de eventos. Peñaranda de Bracamonte es una escapada ideal para quienes buscan una combinación de cultura, tradición y sabor y su proximidad a la capital convierte en una excelente opción para una visita de un día, pero su encanto bien merece quedarse más tiempo. Ya sea paseando por sus plazas históricas, disfrutando de su gastronomía o sumergiéndote en sus festividades, Peñaranda te invita a descubrir un rincón de España que guarda la esencia de lo auténtico.
Fue en 2012 cuando Junta de Castilla y León adecuó la antigua declaración del casco antiguo de Peñaranda de Bracamonte, ubicado al nordeste de la provincia de Salamanca, como Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico. Hablamos de un entorno que es un gusto para los amantes de la arquitectura y la historia. Calles que en algunos casos siguen empedradas y con trazado medieval intacto invitan a un paseo relajado en el que se descubren muchos de sus ‘secretos’.
El casco antiguo de esta localidad fue declarado Conjunto Histórico Artístico en 1973, pero la inexistencia de una delimitación espacial del conjunto exigido por la actual Ley de Patrimonio Cultural de Castilla y León, hizo imprescindible adecuar la declaración dentro de la categoría Conjunto Histórico y delimitar un entorno de protección para garantizar sus valores, su contemplación, apreciación y estudio.
La ubicación privilegiada de Peñaranda de Bracamonte como encrucijada en la Cañada de las Merinas determinó su desarrollo por ser un importante centro comercial, al que Juan I otorgó la concesión de un mercado semanal en 1375. Este mercado fue el motor económico de la villa y dio lugar al desarrollo de una variada industria. En el siglo XV, Peñaranda se convirtió en capital del condado y señorío de los Bracamonte, llegando a alcanzar su máximo esplendor en el siglo XVII gracias al impulso de esta familia, que patrocinó la construcción de edificios de gran valor arquitectónico, como el Convento de las Madres Carmelitas, declarado Bien de Interés Cultural.
La estructura urbana se caracteriza por la existencia de tres plazas sucesivas que conforman el casco antiguo, cuyo origen está vinculado al mercado semanal y que constituyen el centro neurálgico de la vida ciudadana: la plaza de Agustín Martínez Soler, la Plaza de la Constitución y la Plaza de España. La plaza de Agustín Martínez Soler, de planta cuadrada, cuenta con soportales para acoger el mercado semanal y en ella se ubicaban las casas más nobles de Peñaranda, con fachadas de ladrillo y vanos amplios, enmarcados en blanco, pequeños balcones y singulares soluciones decorativas en dinteles y aleros. Las cubiertas son de teja árabe.
En la primera mitad del siglo XVI, las necesidades de un mercado cada vez más próspero dan lugar a la plaza de la Constitución, antes conocida como la plaza antigua del Ganado o de Arriba, y a la plaza de España, antes llamada de la Corralada o de Abajo. La plaza de la Constitución cuenta con construcciones en adobe, tapial o ladrillo con arcos adintelados. El Ayuntamiento, del siglo XVI, se distingue del resto de los edificios por sus arcos carpaneles realizados con sillares de piedra, propios de un edificio insigne.
La plaza de España presenta un aspecto más urbano, ordenado y regular. Las casas están construidas en ladrillo visto con decoración geométrica y conservan su carácter tradicional. Los pilares y columnas han sido rescatados de antiguos edificios, aunque continúan manteniendo su estructura medieval. Se pueden observar algunas columnas de hierro características del siglo XIX.
Durante el paseo uno no se puede perder la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, un magnífico templo de estilo gótico tardío que destaca por su imponente portada y su retablo barroco. Se trata de un conjunto de 16 cuadros de gran formato que han sido realizados por el artista peñarandino Alejandro Mesonero y sustituye al antiguo retablo del siglo XVII que quedó completamente destruido tras el incendio que destruyó el templo en la noche del 7 al 8 de junio de 1971. Las pinturas, realizadas en óleo sobre lienzo, representan imágenes ‘muy figurativas’ de un apostolario y cuenta con cuatro escenas más: un Cristo resucitado, un Espíritu Santo, una Epifanía y una Encarnación. Las obras se presentan con un marco de unos tres centímetro de ancho y unos ocho de profundidad. El objetivo del artista era representar "algo que recordara la simbología y la esencia que tenía el antiguo retablo pero con el arte de hoy. Siempre he querido que este retablo no tenga ningún aditamento barroco, porque el barroco es del siglo XVII y estamos en el siglo XXI y el arte ha evolucionado. Toda esa exhuberancia que tenía el barroco es lo que he quitado".
También es interesante visitar el Convento de las Carmelitas Descalzas, con su sobria arquitectura y su conexión con Santa Teresa de Jesús, figura clave en la historia religiosa de España. El convento fue fundado en 1661 por don Gaspar de Bracamonte y Guzmán, Conde de Peñaranda y virrey de Nápoles, iniciándose las obras en 1667. La iglesia y el convento se caracterizan por la sencillez, norma imperante en la arquitectura carmelitana. La capilla mayor se adorna con un precioso retablo muy similar al de las Carmelitas de Alba de Tormes, presidido por la Virgen de la Asunción de Lucas Jordán.
En el exterior del edificio destacan sus volúmenes geométricos y se ha hecho uso masivo del ladrillo, reservando la sillería para las partes vivas y portadas.
En el interior del convento se custodian pinturas y obras de gran valor ubicadas en la iglesia, la sacristía y en el museo, muchas de ellas enviadas desde Italia por su fundador. Además, los artistas nacionales de la época están magníficamente representados en la pinacoteca del convento con obras de gran calidad de autores tales como, José García Hidalgo, el murciano Lorenzo Vila, Alonso del Arco, o el vallisoletano Díez Ferreras.
El paseo también nos puede llevar hasta la Casa del Arte o el Teatro Calderón, construido a principios del siglo XX, es otro punto de interés. Este pequeño pero elegante teatro sigue siendo un foco cultural para la localidad, ofreciendo un variado programa de espectáculos y eventos.
A tener en cuenta, el notable crecimiento que ha tenido el turismo deportivo en Peñaranda de Bracamonte, consolidándose como un motor clave para la dinamización económica y social de la localidad. La organización de eventos como pruebas de BTT, competiciones de cross y triatlón, así como concentraciones deportivas, ha logrado captar la atención de un público variado, atrayendo tanto a deportistas como a aficionados. Este auge no solo fomenta un estilo de vida saludable y promueve el deporte, sino que también impulsa la actividad en sectores como la hostelería, el comercio y los servicios locales, posicionando a Peñaranda como un destino atractivo para el turismo activo y de calidad.
La gastronomía es otro de los atractivos de Peñaranda de Bracamonte. La localidad se enorgullece de sus productos locales y platos tradicionales. El emblemático hornazo no puede faltar pero además posee una rica tradición culinaria vinculada a las carnes y los embutidos, herencia de su entorno rural. Los restaurantes locales, algunos con fama nacional, ofrecen menús que combinan recetas tradicionales con un toque de innovación pero también en Peñaranda se disfruta del encanto del tapeo y los pinchos en los diferentes locales de hostelería repartidos por el municipio.
Y si hay algo que distingue a la gastronomía es su reputación como referente en la industria pastelera y repostera. Los dulces artesanales como las deliciosas yemas, las rosquillas o las pastas de almendra, son un verdadero deleite para los sentidos y las pastelerías de Peñaranda, muchas de ellas con décadas de tradición, son parada obligada para quienes visitan la localidad. Además, la calidad y el prestigio de sus productos han traspasado fronteras, convirtiéndose en regalos perfectos para llevar a casa.
Peñaranda es conocida por sus vibrantes festividades. La Semana Santa, para la que se persigue la declaración como Fiesta de Interés Turístico Regional, es uno de los momentos más significativos del año. Las procesiones, acompañadas por música solemne, recrean con detalle y emoción los últimos días de la vida de Cristo. Tanto los habitantes como los visitantes participan en estas celebraciones, convirtiéndolas en una experiencia única y conmovedora.
Por supuesto, las Fiestas de agosto también son muy esperadas. Durante varios días, la localidad se llena de vida con actividades que incluyen citas taurinas, verbenas populares y espectáculos culturales. Es un momento perfecto para conocer de cerca la hospitalidad y el espíritu festivo de los peñarandinos.