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El oasis académico que impide a Béjar olvidar sus raíces textiles

Los grados de 'Confección y Moda' y 'Patronaje y Moda' permiten estudiar en la ciudad que fue uno de los grandes centros neurálgicos del mundo textil.

Manel Pacho
Manel Pacho
Lectura estimada: 5 min.

El Centro Integrado de Formación Profesional 'Ciudad de Béjar' mantiene viva la llama del conocimiento textil en la que fue una de las cunas de dicha industria. Con la mayor parte de las fábricas que una vez tiñeron el río de color y daban trabajo a gran parte de las familias ya cerradas, uno de los últimos reductos de aquellos tiempos gloriosos que queda en la localidad se encuentra en las aulas de este centro.

Tras el cierre de la Escuela de Ingenieros Industriales Textiles de la Universidad de Salamanca, con el grado medio de 'Confección y Moda' y el grado superior de 'Patronaje y Moda' del C.I. de F.P. Ciudad de Béjar, alrededor de medio centenar de jóvenes estudiantes han podido formar parte de esta rama de conocimientos durante este curso. Entre los docentes con los que cuentan se encuentran Raquel González, ingeniera textil y jefa de estudios del centro, y Victoriano Pérez, profesor de prácticas de Patronaje y Confección y jefe de departamento de confección y piel.

"Poco a poco vamos subiendo de matrículas. Hemos tenido andaluces, asturianos, gallegos, extremeños, canarios, mallorquines?", explica la jefa de estudios, aunque tan solo ocho son bejaranos. Obviando esto segundo, lo cuenta con la sonrisa en la boca, contenta y satisfecha por el trabajo que llevan desarrollando desde hace años y que los convierte en la elección de los estudiantes, quienes podrían elegir otros puntos de España para formarse.

El trabajo ha ido cambiando con el paso de las leyes de Educación, las cuales obligaron a cambiar el grado medio de confección a medida por nuevos estudios. Entre tanto, dieron comienzo al estudio superior de Patronaje, algo que "fue difícil" por el proceso de desarrollo del plan de estudios y de todo lo que conlleva, pero tristemente tuvieron que cerrarlo por falta de alumnos y, pese a todo, lograron "volver a conseguirlo". "Es un nivel fuerte, nos ha tocado estudiar mucho y preparar muchos temas porque en esto no hay libros de texto", asegura Raquel.

EL RECICLAJE DEL PROFESORADO

Solo el personal docente conoce el trabajo que hay detrás, ese que no se ve y que conlleva muchas veces dedicar cinco horas para dar solo una de clase. "Hemos conseguido que la gente se interese, los alumnos nos valoren y nos tengan en consideración". Orgullo que también comparte Victoriano, que destaca que "el reciclaje empieza en el profesorado". La premisa que tienen es mirar siempre a la industria, a la cual tienen claro que no podrán adelantar "nunca", pero a la que deben conocer a la perfección para trasladar a los alumnos "qué se van a encontrar" cuando hagan las prácticas o salgan al mercado laboral.

Raquel González no olvida tampoco cómo tuvieron que luchar en los comienzos para impartir estos estudios. Tuvieron que combatir la idea instaurada en Béjar de que los estudios textiles eran los de "textil de base", aquellos de "la industria que se vino abajo" y que centraban la atención de los vecinos acostumbrados a vivir con ella.

Pese a todo, el orgullo se respira en el ambiente al hablar del alumnado. Esos que se forman en las aulas y de quienes reciben grandes palabras por parte de otros docentes con los que siguen formándose posteriormente. "Profesores que conocemos en grados de Diseño nos dan la enhorabuena por lo bien preparados que van", recalca.

Durante los dos años de formación por las clases se imparten materias muy diferentes, dando espacio también al medioambiente. Una relación muy potente con estos estudios, puesto que reconocen que "la industria textil es la más contaminante" y el objetivo debe pasar por "reducirlo sí o sí", poniendo el foco en que "nos hemos acostumbrado a consumir a lo bruto y no podemos seguir de esta manera".

LAS EMPRESAS SON LAS QUE LLAMAN PREGUNTANDO POR LOS ESTUDIANTES

Al acabar sus estudios, los diferentes alumnos toman rumbos diversos y no les faltan las ofertas para hacer prácticas y, en muchos casos, para quedarse a trabajar en esos mismos sitios al finalizar esos tiempos. "Nos llaman de Sevilla, nos buscan de Badajoz, de Asturias?", incide Victoriano Pérez.

A pesar de esta realidad, la sombra que acecha a todos está en el futuro de la industria textil española. Aquella que ha ido cayendo en picado por la descentralización, perdiendo el poder y viendo como especialmente el continente asiático se comía el mercado.

La jefa de estudios tiene un lamento muy claro: España no ha protegido su propio mercado. Poniendo el ejemplo de Italia, donde se impide que los uniformes de militares y policía se construyan a partir de determinados kilómetros del país, Raquel González recalca que "el textil de base nos lo hemos cargado porque no hemos podido competir y todo el mundo se ha ido porque es más barato".

PROTEGER NUESTRA INDUSTRIA

"La gente está acostumbrada a que una camiseta cuesta tres euros y el caso es tener cantidad. Debemos quitarnos eso de la cabeza", recalca, apuntillando que gran parte del repertorio que puede encontrarse en Shein ?una de las grandes plataformas de fast fashion- está fabricado "en poliéster y de mala calidad". La mirada también se va hacia unos fondos europeos llamados a revalorizar el sector textil, aunque ninguno se encuentra muy ilusionado a la espera de conocer a qué se destinará concretamente.

"Tenemos grandes diseñadores y creadores. Somos un pueblo creativo". Esa es la frase que utiliza Raquel la ingeniera para encontrar algo de optimismo, el mismo que tiene a la hora de hablar de su centro de trabajo. Ese donde, a pesar de todo lo exterior, han logrado pasar de buscar a alumnos a recibirlos por sí mismos.

No obstante, lo tiene claro: "pasamos por la necesidad de que el Gobierno se involucre en el sector textil español". Y es que los vasos conectados entre industria y formación también ahogan las aspiraciones de Béjar, allí donde la conciencia de proteger el sector también voló y donde este centro de estudios continúa al pie del cañón. Siendo una referencia académica, pero también como un motor de la economía bejarana al atraer estudiantes de toda España que durante los meses del curso viven en la localidad.

Un oasis para rememorar lo que un día fue Béjar, aquella que logró ser referencia tanto dentro como fuera de España por su capacidad para confeccionar prendas y vestir a más de una generación.