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Han pasado veinte años desde el atentado del 11M y el recuerdo de las víctimas en forma de monumento todavía es una cuestión pendiente: el memorial original, con su famoso cilindro de ladrillos de cristal, está desmontado, y aún no se sabe que habrá en su lugar a las puertas de Atocha.
Aprovechando las obras en el Metro de Madrid que afectan al entorno de Atocha se ha optado por renovar el monumento: se ha dicho adiós al cilindro y el espacio interior, accesible desde el vestíbulo de la estación de Metro, ha sido reformado y ampliado.
Esta nueva área de recogimiento se inaugurará el domingo, abriendo la siguiente etapa de un memorial que se vio lastrado por la poca coordinación entre administraciones y la falta de mantenimiento, y que tuvo que ser cerrado en varias ocasiones entre su apertura, el 11 de marzo de 2007, y su clausura definitiva en 2023.
La iniciativa para erigir un monumento a las víctimas se puso en marcha pocos días después del atentado. El Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio de Fomento lanzaron dos concursos de ideas separados, pero en julio de 2004 firmaron un protocolo para unificar sus propuestas.
Casi 300 diseños se presentaron al concurso internacional, y el proyecto ganador se anunció el 22 de noviembre de 2004.
En un espacio frente al acceso a la estación de Atocha se levantaría un cilindro de ladrillos de vidrio de 11 metros de altura, en cuyo muro interior estarían grabados los nombres de las víctimas y mensajes de condolencia en varios idiomas, dejados por ciudadanos anónimos. El panel, que se mantenía erguido con un sistema de aire comprimido, podría verse desde una sala interior accesible desde la estación.
El objetivo era inaugurar el memorial en el primer aniversario del ataque terrorista, el 11 de marzo de 2005. Pero se pospuso en varias ocasiones y al final se cortó la cinta el 11 de marzo de 2007, tres años después del atentado.
En principio, el espacio tuvo una buena acogida, con 990.000 visitas en sus dos primeros años de apertura, pero ya en 2009 hubo las primeras quejas, por ejemplo por parte de la entonces presidenta de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, Pilar Manjón, quien denunció que el memorial estaba en estado de abandono, sucio, con malos olores y sin señalizar.
El monumento no terminaba de cuajar. Por fuera, no había ninguna señalización que identificara el significado del cilindro, plantado en medio de una rotonda de incesante tráfico a la entrada de Atocha.
Por dentro la situación decayó aún más: hubo problemas con la climatización, goteras y, lo más grave, reiterados fallos en el sistema de aire presurizado que mantenía erguido el panel con las inscripciones, causando su desplome y obligando a cerrar ocasionalmente el espacio.
En 2015, ante las quejas de las asociaciones de víctimas y tras conocerse que el Ayuntamiento había pasado seis años (entre 2008 y 2013) sin abonar la parte del mantenimiento que le correspondía, la alcaldesa Manuela Carmena prometió reformar el monumento, pero las obras no empezaron hasta 2019.
Para entonces las voces críticas con el memorial eran patentes. La expresidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Ángeles Pedraza, declaró en una entrevista con EFE en octubre de 2018: "Este monumento ya nació fallido. Nunca nos ha gustado a las víctimas del 11M porque por fuera parece una chimenea. No hay nada para que la gente sepa qué ha pasado ahí. Nadie lo asocia con los atentados del 11 de marzo de 2004".
Las obras de ampliación de la Línea 11 de Metro, que pasará por Atocha, propiciaron un motivo y en cierto modo una excusa para desandar el camino y abrir la puerta a un nuevo monumento.
Así, el 26 de julio de 2023 la Comunidad de Madrid anunció el desmontaje del cilindro, la reforma del espacio interior y el inicio de un proceso para definir el nuevo símbolo. Con ese fin se constituyó un grupo de trabajo en el que participan las asociaciones de víctimas y que se reunió por primera vez en septiembre de 2023.
Sus primeros frutos se verán a partir del domingo, cuando se inaugure el nuevo espacio interior del monumento, que ha aprovechado las obras en el vestíbulo de Metro de Atocha para ampliar su superficie de 400 a 2.000 metros cuadrados.
En las paredes de esta nueva sala pintada de azul cobalto se han grabado los nombres de los fallecidos en el atentado, así como algunas de las frases que ya figuraban en el monumento original, y además se han instalado 193 puntos de iluminación en el techo que representan a cada una de las víctimas.
Respecto al monumento exterior, lo único que se sabe de momento es que los ladrillos de cristal del antiguo cilindro serán repartidos entre asociaciones de víctimas y vecinos, según anunció la semana pasada la delegada de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento, Marta Rivera de la Cruz.
Lo demás es una incógnita. Antes de perfilar el nuevo monumento es preciso saber cuál será el aspecto del área una vez acaben las obras del Metro; en este sentido, el Ayuntamiento trabaja ya en una propuesta de urbanización cuyas líneas básicas deberían estar definidas en verano.
Así pues, ahora mismo no hay ni diseño ni fecha para el reemplazo del viejo cilindro. Queda la esperanza de que se logre, ahora sí, un símbolo definitivo consagrado a la memoria de las vidas que segó el 11M.
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