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Las piedras que narran la milenaria historia de Salamanca

El docente e investigador Miguel López analiza cómo la ubicación geológica y la petrología han influido de forma "fundamental" en el patrimonio de la ciudad

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Las piedras que narran la milenaria historia de Salamanca
Miguel López, durante la visita explicativa de este fin de semana.
Daniel Bajo Peña
Daniel Bajo Peña
Lectura estimada: 3 min.
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Salamanca no se entendería sin la piedra de Villamayor. Sus canteras nutrieron a la urbe y moldearon su centro durante siglos, hasta fructificar en la ciudad dorada que hoy vemos.

Parece que sobre Salamanca se ha contado todo, pero no es así. El docente e investigador Miguel López Plaza ha adoptado nuevos enfoques para estudiar la historia de la ciudad -el geológico y petrológico- y con sus hallazgos ha escrito la obra 'El uso histórico de las piedras de Salamanca. Análisis sobre el transporte, historia, simbolismo y proyección cultural', que se presenta hoy martes en la Feria del Libro de Salamanca.

López Plaza también encabezó el pasado fin de semana una visita guiada por la ciudad, impulsada por la Asociación en Defensa del Patrimonio, durante la que expuso algunas conclusiones de su libro. El paseo brindó a los participantes "una visión un poco especial, un poco inédita, de la historia de Salamanca a través de la piedra".

 

Las siete piedras "fundamentales"

 

Miguel López Plaza desmiente uno de los grandes mitos en torno a Salamanca. La piedra de Villamayor es "el summun, el primur inter pares" de la petrología, pero no es la única usada en los monumentos.

Hay otras seis rocas imprescindibles para conocer geológicamente la ciudad: el conglomerado de arenisca silicificada o "piedra tosca", de origen sedimentario; cuatro piedras plutónicas (granito de Martimamor, de Los Santos y de Villavieja de Yeltes, además de wagnerita, extraída al oeste de Ledesma) y, finalmente, pizarras de Mozarbez.

 

Visita al palacio de Anaya, construido en parte con granito de Martimamor.

"Son las siete piedras fundamentales a lo largo de los siglos de Salamanca", apunta el experto. "Han sido esenciales en la historia constructiva de la ciudad. Han estado casi siempre en segundo plano, pero para entender la historia hay que conocerlas, las competencias entre ellas, los relevos en su uso, en qué elementos se usaron unas y otras... eso enriquece mucho el patrimonio monumental".

"Sólo tenemos que darnos cuenta", explica, "de las combinaciones durante muchos siglos de arenisca en los muros y piedra tosca en el basamento, en las partes inferiores, porque es más dura". Se usó hasta el siglo XV y desde entonces "se fue reemplazando por granitos" en la parte baja de los edificios, porque la 'zona noble' y las fachadas estaban reservadas para la piedra de Villamayor.

Cita varios casos: el granito de Los Santos se empleó a finales del gótico y el renacimiento en Fonseca y las Escuelas Menores. Y la wagnerita oscura "se usó en los palacios de los nobles, los atrios... Y muy significativo, el granito de Martinamor se empleó en Anaya, casi exclusivamente junto a la arenisca". Son ejemplos "importantes, pero desconocidos. Es muy frecuente, desgraciadamente, y por eso quiero darlos a conocer".

 

El caso del Puente Romano

 

La visita guiada del sábado pasado comenzó en el Puente Romano y no fue por casualidad. Mientras investigaba, Miguel López constató que en su construcción se emplearon varios tipos de granitos.  

Miguel López, junto a un arco del Puente Romano.

El material principal fue acarreado desde la zona de Los Santos, a unos 50 kilómetros. Los romanos, "grandes estrategas" hicieron acopio también de materiales auxiliares de peor calidad, pero más cercanos, excavados en torno a Porqueriza, para que el ritmo de la obra no decayese. Finalmente, en el acceso principal al puente emplearon granito de Ledesma. "La piedra que llegaba se ponía en la zona más septentrional. El estribo del puente junto a la orilla de la ciudad es casi todo de granito de Ledesma".

El uso de varios granitos explica que las dovelas de los arcos centrales alternen dos colores distintos. Son detalles que dan personalidad a la ciudad y que reivindican a esas 'otras piedras' que ayudaron a construirla.

 

La suerte de Salamanca

 

A Salamanca le tocó el gordo con las canteras de Villamayor. "Su ubicación es fundamental" para entender por qué la ciudad es como es. Las piedras plutónicas graníticas "están más distantes y eso plantea problemas de transporte, de costes... todo eso hay que evaluarlo y también forma parte de la historia y la intrahistoria de la ciudad". Villamayor, sin embargo, conlleva "un mínimo coste y esfuerzo" y la naturaleza de la roca "permite una labra muy fina. Eso enriquece la visión y la valoración de la piedra".

 

Plaza Mayor de Salamanca, construida en gran parte con piedra de Villamayor. (Foto: Ical)

"No nos damos cuenta", ahonda, "de que la geología controla el material disponible en Salamanca y en todas las ciudades. Las formaciones geológicas suministran materiales y Salamanca tiene la suerte de que está muy cerca de muchas formaciones geológicas".

Ese matiz geológico "estratégico" ha permitido la "variedad pétrea" que exhibe la capital "que no se conoce mucho, pero es muy importante a la hora de precisar los avatares históricos constructivos" de ésta, concluye.

Más Info.

La presentación del libro 'Uso histórico de las piedras de Salamanca: análisis sobre el transporte, historia, simbolismo y proyección cultural', de Miguel López Plaza, comenzará a las 11:25 del martes 9 de mayo en la Feria del Libro.

El ejemplar está editado por el Centro de Estudios Salmantinos (CES) con la colaboración de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Consta de cuatro capítulos diferentes sobre la piedra que descansa en las canteras de Salamanca y que se ha extraído durante siglos para conformar la actual imagen de la ciudad.

 

 

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La presentación del libro 'Uso histórico de las piedras de Salamanca: análisis sobre el transporte, historia, simbolismo y proyección cultural', de Miguel López Plaza, comenzará a las 11:25 del martes 9 de mayo en la Feria del Libro.

El ejemplar está editado por el Centro de Estudios Salmantinos (CES) con la colaboración de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Consta de cuatro capítulos diferentes sobre la piedra que descansa en las canteras de Salamanca y que se ha extraído durante siglos para conformar la actual imagen de la ciudad.

 

 

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