Nuestro Padre Jesús Nazareno luce su histórica túnica de terciopelo burdeos con bordados en oro, confeccionada en 1790 y restaurada en 2019
El testimonio de dos salmantinos misioneros, una profesión para "toda la vida" que les ha puesto de cara con la muerte
Valentín Sánchez Moreta y Ana Gómez Fernández han dedicado diez años a las misiones en Paraguay y Perú, una experiencia "humanamente de otra dimensión"
El contexto. Siete hijos y 11 nietos, además de 10 años de misiones a sus espaldas repartidos entre Paraguay (1978-1980) y Perú (2014-2020). Valentín Sánchez Moreta y Ana Gómez Fernández forman un matrimonio casado desde hace 48 años, que ha compartido su testimonio como misioneros a lo largo de diez años. Un camino que ni muchos menos ha sido de rosas, pero en el que siempre se han sentido acompañados por Dios para vencer cualquier tipo de adversidad. Y por situación adversa se entiende el límite de estar a punto de morir a punta de cuchillo o esconder a tus hijos bajo la falda por la presencia de helicópteros sobrevolando la ciudad.
"Somos misioneros porque sentimos la llamada de Dios para ser sus testigos en los confines del mundo. Testigos de su amor, de cómo nos amo, de la experiencia de Jesucristo en nuestra vida y de hacer partícipes a los demás de esta experiencia, de que Dios no se olvida de sus hijos, que siempre está con nosotros. Donde nos han enviado ha sido a estas dos naciones y en ellas, además de anunciar a Jesucristo, he sido profesora. He enseñado y transmitido los conocimientos humanos que son muy importantes en estas naciones, pobre materiales y pobres de espirítu", comienza hablando Ana.
Seguidamente, Valentín recuerda que no solo han sido misioneros en Sudamérica, sino que también han estado evangelizando en la sierra salmantina, en la zona de Cepeda y Mogarraz: "No hemos descansado. El ser misionero es para toda la vida y aunque hayamos vuelto, somos misioneros. Nuestra función es anunciar a uno que ha muerto y ha resucitado. Un Cristo que vive en nuestra familia cuando aceptamos al prójimo como es, ahí entra la resurreción. En estos tiempos, sin Dios se pasa mal. Vivir en un desierto como en hemos estado nosotros con el Covid... pues no era fácil (se emociona) y Dios siempre te ayuda".
¿Cómo se es misionero con siete hijos? "Hemos esperado a que todos se independizaran. Unos con su trabajo, otros ya están casados... Todos eran independientes y nos fuimos a Perú. En la primera etapa (Paraguay), fuimos con dos de nuestros hjos y el tercero nació allí, pero nos tuvimos que volver porque estaban todas las dictaduras; Pinochev, Stroessner, Videla... No es agradable ver a tus hijos escondidos en tus faldas porque tienes helicópteros y ametralladoras apuntándote. Así que volvimos. Y cuando tuvieron sus vidas nos volvimos. Fue impresionante ver a todos con los nietos emocionándose y llorando", explica Ana.
¿Cómo vive un misionero? Ana continúa: "Nosotros nos alojábamos en casas parroquiales y comíamos lo mismo que ellos. Hasta que te adaptas cuesta un poco. Por ejemplo, en Perú se come mucho arroz, como aquí el pan, allí se come el arroz. Te cuesta, pero se pasa. La compensación es la calma, la paz, la tranquilidad, la alegría, la presencia de Dios que te acompaña y te salva de todo... la experiencia es que cuando no ha sido nuestra hora Dios nos ha salvado de asaltos, cuchilladas... de todo. Estar con ellos, no es tanto hablar, sino estar. Hay mucha gente sola en el mundo y escuchar a las personas es muy importante".
Valentín, por su parte, hace hincapié en su remuneración vital, no económica: "Nuestro sueldo no es dinero. Implica un montón de cosas que dan sentido a la vida, lo vives con alegría, con paz y no te da miedo de nada. En Perú había terremotos, pero en Paraguay había cosas peores. En realidad, cuando Dios está con uno no hay miedo, no hay problemas. Esto nos da sentido a la vida, da sentido a todo. No se puede comparar un trabajo con esto, humanamente es otra dimensión. En el primer viaje, no podíamos ni comunciarnos con nuestras familias durante tres años. No es como ahora, pero la experiencia es excepcional. Algo así se ha de hacer por vocación. Es distinto. Hemos convivido con misioneros muy servicales, pero obligados, y cuando es vocación, no cuesta".
¿Cómo se vive el reencuentro con la familia? "Es un plus. Cuando sientes el avión subiendo, es una sensación... en mi caso, distinta. Te sientes diferente. No piensas nunca en el mañana y piensas en el momento. Hemos ayudado más a nosotros hijos allí que cuando estamos aquí. Tomas otra dimensión. No me preocupa el mañana con tal de que tenga que comer hoy. Además, allí son muy agradecidos, en la pobreza se acepta todo", finaliza.
Un primer premio que deja un buen 'pellizco' a través del despacho ubicado en la Plaza Barcelona
Salmantinos se suman a la multitudinaria manifestación en Valladolid para exigir más inversión en sanidad pública, denunciar la falta de profesionales y el deterioro de la Atención Primaria
El aviso afecta al Sistema Central, con acumulaciones de hasta 8 cm y cota de nieve a 800 metros