
El nuevo Gobierno pone en marcha el reloj de la política
El nuevo Gobierno que este lunes cumplirá su primera semana de vida tras el anuncio del presidente Sánchez y la toma de posesión de sus respectivos cargos sitúa en la bancada azul del Congreso a dos ministros vallisoletanos: Óscar Puente y Ana Redondo. Para la mayoría general puede resultar una sorpresa que una concejala de Valladolid salte de esta manera a la arena política nacional, pero la realidad es que lleva tiempo en el radar de Pedro Sánchez. El caso de Puente es diferente. Ligado a la trayectoria vital de Sánchez como secretario general del PSOE, ya ocupó el cargo de portavoz de la Ejecutiva Socialista. Tras la sonada réplica a Feijóo en su fallida investidura, estaba claro que le esperaba una nueva responsabilidad tras no poder revalidar la Alcaldía de la capital vallisoletana.
No es la primera vez que Valladolid tiene presencia y relevancia en el Consejo de Ministros. En la última etapa de Mariano Rajoy hubo al mismo tiempo hasta tres ministros vallisoletanos con evidente peso: Soraya Sáez de Santamaría, Isabel García Tejerina y Jorge Fernández, aunque la vinculación de este último con la ciudad fuera meramente testimonial. Ahora regresan otros dos y la lectura tiene un evidente sentido político porque Pedro Sánchez ha buscado en ambos experiencia de gestión y preparación para sus respectivos cargos al frente de las carteras de Transportes e Igualdad.
Ana Redondo ha tenido un recorrido político con una impronta especial en las Cortes Regionales, donde fue portavoz del Grupo Socialista cuando Óscar López era el secretario regional del PSOE en la Comunidad. Hoy, López es el jefe de gabinete de Pedro Sánchez y ahí puede estar una de las claves que acabasen de cimentar su nombramiento.
Es evidente que el PSOE de Castilla y León es un lamento. Es más, sin pretenderlo, estos dos ministros han venido a minimizar aún más el protagonismo de Luis Tudanca como responsable de los socialistas en la Comunidad. Amortizado políticamente, su recorrido queda ahora en entredicho por el auge de Puente y Redondo, además del incontestable bagaje de la Delegada del Gobierno, Virginia Barcones; otro valor para añadir a la lista de posibles opciones en el relevo regional que demanda un PSOE ahora mismo desubicado.
Si la apuesta por Ana Redondo es con la doble intención de visualizar su figura política como alternativa en la Comunidad, la capacidad de respuesta del PP está ahora en fijar sus prioridades. El presidente Mañueco fue el precursor de los pactos con VOX que hoy emulan otras cuatro autonomías, pero este trayecto está teniendo demasiadas aristas para los populares. Por un lado, es evidente que están fagocitando a los desorientados discípulos de Abascal, absolutamente incapaces de mostrar en el Gobierno regional una línea homogénea de actuación salpicada un día por las salidas de Veganzones y secundado al siguiente por las excentricidades verbales del vicepresidente García Gallardo. Pero, por otra parte, las opciones de un adelanto electoral están encima de la mesa con varias alternativas: hacerlas coincidir con las europeas en junio o con las autonómicas de Galicia y País Vasco, también previstas para el primer tramo del año 2024.
Ambas situaciones servirían para desactivar o minimizar el efecto Redondo y, al mismo tiempo, supondrían un refuerzo para el PP teniendo en cuenta los datos que manejan internamente sobre la recuperación de votos procedentes de VOX y el desgaste que pudiera tener un PSOE ya lastrado en la Comunidad pero arrastrado también por todo lo que está generando en la calle la Ley de Amnistía. Con todos estos ingredientes, es evidente que el reloj de la política se ha puesto en marcha.