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SpeaKers Corner

Por Andrés Miguel

Intolerantes de cole privado y carrera universitaria


Permíteme una broma...

Hay una señora, en un pueblo de Segovia, famosa en todo el contorno por escribir poesía al estilo tradicional; la buena mujer escribe coplillas, rima ideas utilizando redondillas y pareados, a veces cuartetos.

Tiene un poema muy conocido que empieza así:

"El alcalde de mi pueblo no tiene ropa,

porque vota a Podemos, el muy idiota"...

No sé cómo sigue, la verdad, pero estos dos versos son merecedores, por sí solos, del Nobel de Literatura. Guardan tanto sentido dentro, contienen tanto sentimiento y hondura, como el más delicado haiku japonés.

Hasta aquí la guasa.

Dirás que exagero y que el pareado no es nada del otro mundo, pero te garantizo que está mejor hilado y guarda más corrección sintáctica, que el discurso de la Nº 1 de la promoción de Ciencias de la Información de la Complutense a la que dieron un premio junto a la presidenta Ayuso. Busca el vídeo. Y eso, pese a haber estudiado de niña en un colegio privado de Móstoles de los que hay que pagar en torno a 700 laureles al mes pa´que la niña tenga una pizarra interactiva y un iMac.

Por lo que demostró haber aprendido, igual le habría dado con un tablero de pizarra y una tiza, materiales con los que estudió mi madre en la Escuela de los 50 y de la que salió mucho más educada, respetuosa con los demás y con más criterio que este mendrugo de la Complutense que alzó la voz convirtiendo una ceremonia de entrega de premios universitarios en una charlotada vergonzante e indecorosa en la que unos supuestos "antifascistas" utilizaban herramientas propias del fascismo contra quien iba también a recoger un reconocimiento.

Miren, diría esto mismo si a quien hubieran "escrachado" en la Complutense perteneciese al ala más extremo de la extrema izquierda y una panda de borregos de signo contrario se hubieran plantado enfrente gritándole "asesina", amenazándole con incluirle en "su lista" y dedicándole todo tipo de insultos e improperios fuera de tono.

Corroborar el patente hecho de que en nuestras universidades se forjan manadas que hacen del odio y la intolerancia su manera de vivir debería ser, para nuestra sociedad, insoportable. Lo es para mí.  Pienso en que esta moza y los corifeos del odio serán algún día Secretarios de Estado en cualquier Ministerio y me dan escalofríos. Nada bueno nos espera como sociedad si son estos intolerantes, u otros de signo contrario, los que habrán un día de dirigir nuestros destinos.

Me queda la esperanza de que en nuestras universidades siga habiendo gente dispuesta a reconocer y a respetar la diversidad, sea ésta de raza, de credo, de pensamiento... sea ésta de lo que sea...

De los políticos de hoy no voy a decir nada porque es batalla perdida. Cualquiera que, retorciendo los argumentos, haya sido capaz de defender semejante comportamiento es para mí, cuanto menos, un insensato; el resto de adjetivos me los aguanto y los colocas tú, si te apetece. De las palabras de éstos vienen los actos de aquellos. Hasta que un día tengamos que lamentarnos.

Fui un mal estudiante universitario. En mis años allí mejoró mi baloncesto, con eso lo digo todo. Pero, gracias a Dios, no salí de la Facultad llamando asesino y fascista a cualquiera que pensara de manera distinta a como yo lo hago. Siendo poco, lo doy por bueno.

¡Cómo ha cambiado la cosa, madre mía!