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Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

Reflexión para una Europa Sostenible


La Unión Europea es esa gran ventana de cristal, que solo sabemos que existe cuando está sucia o se rompe. Sin embargo, desde sus inicios la UE nos sigue protegiendo contra viento y marea, ofreciéndonos un territorio de paz, prosperidad y confianza.

 

Desde la Declaración de Robert Schuman, un 9 de mayo 1950 hasta la fecha, la Unión Europea ha ido avanzando gracias a grandes promotores políticos (ej. el eje franco/alemán) y al comprometido esfuerzo de los Estados, regiones y ciudadanos. Solo a nivel medioambiental, la Unión Europea ha conseguido establecer en los últimos 25 años, la Red Natura 2000; la mayor y mejor acción de conservación de la biodiversidad en el mundo, me atrevería a decir. Gracias a esta iniciativa Europa, las áreas protegidas en España cubren más del 27% de la superficie terrestre y cerca del 8% de la marina. Esta Red de áreas protegidas representa un bonito legado para la sociedad de generaciones futuras. Apoyándose en  los estándares europeos de calidad del agua de baño (playas con bandera azul), España ha sabido tomar medidas para garantizar la pureza de estas aguas y asegurar así la sostenibilidad de su mayor fuente de ingreso: el turismo.

 

La ventana de Europa nos protege también de muchos riesgos como por ejemplo, los alimentos modificados genéticamente, los productos fabricados con agentes químicos desconocidos o las importaciones desleales de productos chinos, etc. La Unión lidera la acción internacional sobre el cambio climático, la economía circular y la aplicación de los ODS; es el mayor donante de cooperación internacional y cuenta con un magnifico programa de investigación, dotado de un generoso presupuesto. Lo más maravilloso de todo esto es que la Comisión Europea no toma decisión alguna sobre las grandes líneas de acción, sin antes consultar directamente a los ciudadanos. Sí si, a ti y a mí. Aunque parezca increíble, la Comisión lanza frecuentemente consultas online accesible a todos para conocer nuestras propuestas, dudas, inquietudes o desacuerdos.

 

El proyecto europeo se va construyendo lentamente pero de manera consistente; y eso que la Comisión Europea cuenta con tan solo 32.000 funcionarios para gestionar los problemas de 500 millones de europeos; cuando en España, por ejemplo, hay 2.500.000 funcionarios para unos 46 millones de personas. La UE avanza a pesar de las zancadillas de Trump, el fantasma del populismo y de los enemigos que tiene dentro de casa. Hay un buen número de eurodiputados antieuropeistas de varios países a los que sus compatriotas pagan un buen sueldo, sin saberlo, para que destruyan el progreso europeo (ej. Marine Le Pen). Tiene gracia la cosa. Bueno… los españoles también sabemos un poco de esto a nivel interno, ¿verdad?

 

Recientemente la Comisión ha publicado un documento de Reflexión para una Europea Sostenible de aquí a 2030. El objetivo es crear debate, fijar prioridades a nivel europeo para encontrar soluciones a los retos como la transición demográfica, el envejecimiento de la población, la inmigración, la presión sobre las finanzas públicas, el avance de los nacionalismos, la pérdida de liderazgo internacional, etc. y yo añadiría, el olvido de sus raíces cristianas. El dilema reside ahora en convertirse en víctimas del cambio o por el contrario aceptarlo y dirigirlo. Esta reflexión es un llamamiento a actuar, lo más rápido posible, a través de procesos participativos entre Estados Miembros, ayuntamientos y ciudadanos con el fin de inspirar la acción futura de la Unión, con respecto a los siguientes pilares: 1.La economía circular, asegurando la sostenibilidad en toda la cadena de suministro, desde la semilla que se siembra en el campo hasta la comida que tenemos en el plato. 2. Cambio climático, ahorro y transición energética sobre todo en el transporte y la vivienda 3. Pilar europeo de derechos sociales, fomentando la defensa de derechos humanos por parte de todos. También se incluyen temas tan importantes como la digitalización responsable, la educación y la responsabilidad social empresarial. Se intenta que todas estas acciones se diseñen desde una gobernanza coordinada, transparente y eficaz.

 

Me tranquiliza saber que desde Europa se reflexione sobre las estrategias y planes de acción para los próximos 10 años, en temas tan cruciales como la juventud (con once metas bien definidas) o el crecimiento a través del conocimiento. Me tranquiliza pensar que hay Eurodiputados que trabajan por definir los estándares ambientales básicos para toda Europa, mientras que en nuestro país, según un informe de SEO/Birdlife, solo el 0’44% de los debates y trabajos parlamentarios son puramente medioambientales. Me tranquiliza saber que desde Bruselas se ocupan de establecer las normas de calidad del agua que bebo, de la reducción del uso del plástico, o del control de los químicos en los productos que uso en casa, mientras que en nuestro parlamento nacional gastan horas debatiendo cómo parchear la historia de España.

 

Por eso, pienso que es una lástima que conozcamos tan poco sobre cómo trabajan las instituciones europeas, cuando en realidad más del 80% de las decisiones tomadas en Bruselas es de obligado cumplimiento y nos afecta directamente a cada uno de nosotros. De ahí que sea imprescindible una mínima formación de los ciudadanos sobre las funciones de instituciones europeas, para combatir el desapego generalizado por Europa. Considero que es un error hacer coincidir las elecciones locales con las del Parlamento Europeo, porque el debate político se desvirtúa, centrándose únicamente en el ámbito local y perdiendo la visión de conjunto. Es una pena que no oigamos debatir a los que irán a representarnos en ese hermoso edificio acristalado de Estrasburgo. Este desconocimiento del funcionamiento de la Unión Europea es muy peligroso: algunos políticos locales responsabilizan erróneamente a la UE, cuando toman decisiones que al final salen mal.

 

Habiendo vivido en 5 países europeos durante más de 15 años, 7 de ellos en Bruselas, no voy a ocultar que me siento una española profundamente europea y apoyo fielmente este bonito espacio de concordia. Desde estas líneas, expreso mi admiración a todas personas que han contribuido al bien común europeo. Mi gratitud al pensamiento ético de Simone de Beauvoir; a la valentía de su tocaya Simone Veil, superviviente del Holocausto; a la templanza de Helmut Kohl, el gigante político que reunifico Alemania y trajo el Euro; al impulso de ecologistas como Daniel Cohn-Bendit; al excelente trabajo de Margot Wallström,? comisaria europea de medioambiente; al comprometido esfuerzo de Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea durante años y todas aquellas personas que han trabajado por Europa, convencidas como yo, de que la unión hace la fuerza.