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Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

Elegante frugalidad


¡Por fin he encontrado la palabra! ¡Ahí va! Se dice frugalidad y describe perfectamente el modo de vida con el que más me identifico, basado en  el consumo responsable y sostenible.

Echando un vistazo a la RAE, descubro que solo reconoce la palabra frugal. La define como templanza, parquedad en la comida y bebida. Pero aplicada a una forma de vida más amplia, tiene una connotación más atractiva, novedosa y actual. Consiste en poseer únicamente lo que necesitamos o lo que nos hace felices, eliminando todo gasto innecesario. En otras palabras, equivale a crear más y consumir menos.

 

Lejos de ser considerada como tacaña, una persona es frugal cuando es prudente, ahorradora, anticonsumista y quizás algo estoica. Este estilo de vida sencillo es liberador ya que nos ayuda a romper el ciclo tóxico del consumismo. Y como se consume menos, se aprende a hacer las cosas por sí mismo en lugar de pagar para que otros lo hagan; es el famoso DIY, Do it Yourself. Ser frugal consiste en saber liberarse, desatándose de la espiral vertiginosa del trabajo a destajo durante la semana para poder gastar durante el fin de semana, obligados a pagar cada día más y más cosas que no tienen que ver nada con nuestra felicidad. Y es que cuando compramos algo, no estamos pagándolo con euros sino con el tiempo que hemos dedicado para ganar ese dinero. La frugalidad nos invita a obtener el máximo uso y provecho de todo lo que tenemos y a cambio nos regala libertad, traducida en el tiempo que disponemos para realizar lo que más nos satisface.

 

Esta forma de vivir puede hacerse elegantemente. Se trata no solamente de consumir menos, sino también de consumir mejor, de manera más inteligente, reflexionando bien antes de comprar sobre la utilidad de cada cosa en nuestra vida. Aunque a menudo, la frugalidad se considera como una restricción temporal relacionada con los problemas económicos, sin embargo está demostrado que en el fondo nos permitiría disfrutar mejor de la vida, poniendo freno al piloto automático, por ejemplo, y volviendo a las cosas básicas de la vida donde reside el bienestar emocional.

Existen un montón de estrategias que ayudan a vivir frugalmente, haciéndose rico y salvando el planeta. Hay blogs como 1500 days to Freedom o el libro El Millonario de al lado que resumen los beneficios económicos, sociales y por supuesto medioambientales, como la reducción de la huella ecológica. En los grupos del proyecto Buy Nothing se comparten consejos para vivir bien por debajo de nuestras posibilidades, como darse de baja de todos los servicios innecesarios, renegociar las facturas, no comprar coches nuevos, etc. Más centrado en el ámbito económico están las sugerencias de Mr. Money Mustache. Algunas de ellas, son puestas en prácticas por números famosos y millonarios, que viven modestamente, sin necesidad de aparentar con los brillos del bling bling.

 

Este estilo de vida minimalista desarrolla sin duda la creatividad y el arte de optimizar los recursos económicos y sobre todo los naturales que utilizamos, evitando despilfarrar el agua, la energía o la comida. La app Too good to go combate en el desperdicio de alimentos. Una forma creativa de evitar que la comida acabe en la basura y de valorar el terreno, el agua y el trabajo empleados para producirla.

 

Frugalidad, palabra desconocida para mí, que viene a ser el arte de vivir según los principios de la sostenibilidad que depuren a la sociedad de lo trivial y superfluo, para descubrir lo auténtico, lo esencial, lo simplemente natural.

 

mision.sostenible@gmail.com