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Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

De la buena gobernanza ambiental


Nuestra España es un país muy rico en biodiversidad y también en recursos naturales. El gobierno y la administración de toda esta riqueza, desde su consideración como bien común, es lo que se llama gobernanza ambiental. Esto supone un importante desafío para todos los miembros de la sociedad; desde los gobiernos hasta las ONG, el sector privado y la sociedad civil, porque nuestra calidad de vida depende del buen gobierno y gestión de esta riqueza natural.

 

Según un informe de SEO/Birdlife publicado recientemente, España suspendería en gobernanza ambiental. Principalmente, porque existe mucha dejadez a la hora de aplicar la ley ambiental, sobre todo a la hora de transponer correctamente la que viene de la Unión Europea. Quizás esto se deba a la complejidad de este tipo de normas, que son generalmente muy técnicas y requiere actuaciones desde distintos sectores. Pero también por el inmovilismo de nuestras administraciones, que padecen con frecuencia hipertrofia, debido a la distribución de competencias y la falta de coordinación dentro de las consejerías tanto a nivel nacional como local. A esto hay que sumarle en muchos casos, la corrupción que contamina los  procesos de toma de decisión, rindiéndose ante los intereses de los lobbies comerciales e industriales. Todo esto se traduce no solo en especies que van desapareciendo en nuestro territorio (lo más lamentable), sino también en elevadas cantidades de dinero que pagamos diariamente todos los españoles a la Unión Europea, en concepto de multa, por no proteger debidamente la riqueza que tenemos. ¡Tiene delito! Y es que España es el país de la Unión Europea que más casos de infracción tiene abierto en los tribunales europeos por deficiencias en la transposición de la legislación ambiental, en concreto en los temas relacionados con el agua (recurso más preciado) y en protección de la naturaleza.  Ya se ha convertido en una mala costumbre, poniendo en duda el cumplimiento del deber que tienen las instituciones de realizar bien sus competencias, respetando la ley y dando forma a los compromisos que se adquieren a nivel internacional.

 

La gobernanza también se debilita por la ausencia de implicación de la sociedad en la vigilancia de la administración y por la falta de evaluación de la actuación pública. Es fácil protestar en la barra de un bar; sin embargo son pocos los que dan el paso de calidad hacia el acceso a la justicia para defender los derechos ambientales. Hay conciencia social, pero eso no basta, falta la valentía necesaria para defender nuestro derecho constitucional a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.  

 

Pero lo que más preocupante es el desinterés, incluso desprecio, de la esfera política con respecto a los temas medioambientales. Según el informe de SEO/Birdlife, solo el 0’44% de los debates y trabajos parlamentarios son puramente medioambientales. Esto demuestra la desgana de nuestros diputados por defender la base del bienestar de los españoles; una razón más para agradecer a los miembros (de otros países) del Parlamento europeo su labor a la hora de establecer y defender los estándares ambientales básicos para toda Europa. Hay pocos coherentes y valientes en la política, como Nicolás Hulot, capaces de manifestar su decepción por el inmovilismo y dar plantón al poder, para volver a jugar de nuevo como un peón en el tablero.

 

¿Habría que despolitizar el medio ambiente? Pudiera ser una solución; en todo caso, tendríamos que trascender el cortoplacismo político, yendo más allá de los periodos electorales, alargando nuestro campo de visión hacia horizontes más lejanos en línea con lo que se va marcando en las agendas internacionales, como la Agenda 2030. Si no nos atrevemos a vigilar a actuación de la administración y menos aún la de los políticos, si que tendríamos que ser consciente a la hora de de elegir bien a los que son llamados a defender nuestra riqueza ambiental.

 

Ahora que nuestros políticos están a punto de despertar para intentar seducirnos nuevamente en las elecciones del 2019, venzamos la apatía social para exigirles más responsabilidad, implicación y compromiso en la defensa del bien común, de nuestra salud y del medio ambiente.

mision.sostenible@gmail.com