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Misión sostenible

Por María Teresa Pérez Martín

¡Música maestro!


Ahora que la primavera parece que por fin llega, es buen momento para salir al campo, cerrar los ojos y escuchar tranquilamente la gama de sonidos que la naturaleza nos regala. Abre los oídos para percibir el canto de los pájaros, las voces de la vida salvaje o el sonido de un regato en primavera; los sonidos se combinan, convirtiéndose en verdaderos conciertos al aire libre. La naturaleza tiene su propia banda sonora, interpretada por una variedad de músicos de diferentes especies de animales, plantas y otros elementos naturales, como el agua o el viento. No hay nada más fascinante que sentir como el silencio se rompe con el batir de las alas de grandes aves, como grullas, buitres o garzas.

 

Lo más interesante es observar como las sinfonías de la naturaleza cambian con las estaciones del año, según lo vaya marcando el director de orquesta, es decir, el sol. Durante el invierno, el silencio total no existe, agudizando el oído se percibe el ruido de los torrentes del agua bajando de las montañas o el sonido del viento agitando las ramas de los grandes árboles. Pero es en primavera cuando el festival empieza de verdad, con los cantos de los pinzones, oropéndolas y cucos durante el día y la música del búho ululando por las noches. En verano, cuando la Madre Naturaleza se encuentra con el sol, el murmullo del agua disminuye, dejando la batuta al sinfín de insectos que compiten por entonar la nota más alta. Aunque nada es tan espectacular como el potente berreo de los ciervos en celo, uno de los fenómenos sonoros más impresionantes que jamás puedas experimentar, en los meses de otoño.

 

En algunos grandes bosques, la sonoridad del espacio es impresionante; como si las notas rebotasen en los árboles y todo el bosque actuase como una enorme caja musical. La tranquilidad del ambiente a veces se rompe cuando un árbol muere y cae, entonces el sonido viaja lejos, muy lejos hasta el límite de la resonancia.

 

Para muchos de nosotros, los sonidos del mundo natural pueden ser tan estimulantes como las vistas de los paisajes más hermosos. Nos conectan con el esplendor de la tierra y tienen un poderoso efecto en nuestras emociones, sensaciones y recuerdos. De hecho, el sonido del agua goteando en cuevas, de tormentas en la costa o de las profundidades del mar ha sido grabado en forma de CD para luego ser escuchado durante momentos de bienestar mental, relajación o meditación.

 

Percibir la naturaleza de otra manera, a través nuestros oídos, nos ayuda quizás a darnos cuenta del enorme valor que encierra la vida salvaje y a tomar conciencia de la necesidad de actuar para proteger los hábitats donde viven nuestros mejores músicos ambientales. Muchos de ellos están en peligro de extinción, debido a la degradación de los bosques, humedales y otros ecosistemas y a otros efectos del calentamiento global.

 

Salir a pasear al campo y escuchar lo que nos dice, es una manera de restablecer la alianza con la naturaleza, disfrutar de sus regalos musicales y recordar que somos parte de un todo.

 

¡Música, maestro!