La Real Federación Española de Fútbol huele a rancio. El que fuera su presidente durante cinco años, Luis Rubiales, comparecerá próximamente ante los tribunales por unas cuantas causas, además de por el famoso pico a la futbolista Jenni Hermoso. Podría acabar en prisión, pese a que la justicia es lenta, muy lenta. Conviene recordar que su predecesor, Ángel Villar, estuvo en la cárcel cinco años después de casi tres décadas como máximo dirigente del fútbol español.

El próximo 6 de mayo se celebrarán elecciones a nuevo presidente, si no prospera una impugnación presentada ante el Tribunal Administrativo del Deporte. Si hay urnas, todo apunta a que ganará el que fuera presidente interino, Pedro Rocha (ha dimitido para poder presentarse), el bendecido por Rubiales como su sucesor cuando fue inhabilitado por la FIFA y por el Consejo Superior de Deporte. Es para nota. Y será presidente porque el sistema de elección de los miembros de la asamblea con derecho a voto depende directamente de quien maneja la Federación. Es evidente que se trata de uno de los mejores puestos de trabajo vacantes en este país.

Las federaciones territoriales, con dirigentes casi eternos, que sólo se jubilan cuando están más ‘payáquepacá’, son quienes manejan los hilos del poder del futbol español. Una mayoría de ellas ya decidió tiempo atrás que fuera el elegido por Rubiales quien siga en el cargo. Como todo el mundo sabe, el fútbol va sobrado de recursos financieros y donde hay dinero en abundancia... La abogada experta en derecho deportivo Eva Parera y el popular locutor de radio Carlos Herrera han anunciado su intención de pelear el puesto a Rocha. Necesitan 21 avales firmados por otros tantos asambleístas. Veremos si los consiguen. De hacerlo, dudo que se impongan con votos ante el poder establecido.

La Federación de Fútbol maneja un entramado de endogamia y clientelismo en el que están implicados federaciones territoriales, clubes grandes y pequeños, jugadores, entrenadores, árbitros, etc. El sistema de elección del presidente está organizado de tal manera que resulta casi imposible que quien ostenta el poder lo pierda, salvo jubilación, renuncia o cuitas judiciales de por medio, como ha ocurrido. Como detalle a valorar, él último sueldo anual de Rubiales fue de casi 700.000 euros.

Esta especie de régimen feudal está consentido desde las altas esferas del poder político. De hecho, pese a las continuas polémicas de determinados viajes, contratos de obras o la Súper Copa en Arabia Saudí, el actual Gobierno sonreía con desparpajo a Rubiales, hasta los días posteriores a la ‘agresión sexual’ a la futbolista tras ganar el mundial femenino. Entonces fue repudiado. Recientemente se ha visto a las ministras de Hacienda y Deportes, Montero y Alegría, muy risueñas con el candidato Rocha. Blanco y en botella...

Para mayor desconcierto, las elecciones convocadas son para elegir un presidente provisional, quien gane ocupará el cargo unos meses. Antes de que finalice el año habrá que renovar los miembros de la Asamblea de la Federación y que éstos vuelvan a votar un presidente, aunque si no hay alguna intervención de los órganos rectores y/o jurisdiccionales del deporte, nada cambiará. Tiempo al tiempo.

Repito algo que ya he dicho públicamente. La Federación de Fútbol debería renovarse completamente, quienes forman parte de su Asamblea tendrían que irse voluntariamente por higiene democrática, por haber sido cómplices de la profunda crisis que atraviesa. No será así porque -como no- hay un montón de privilegios y de pasta de por medio. Entonces, opino, tendría que intervenir el poder político, acabar con este régimen cuasi medieval y airear la gestión de un deporte que genera tanta pasión entre una gran parte de la población.

Me gusta el fútbol, por eso me abochorno más aún cuando me vienen a la cabeza Villar, Platiní, Rubiales o los sonados escándalos en distintas federaciones de fútbol de todo planeta. Espero que España, quien corresponda, elimine las prácticas mafiosas y aporte más sensatez y transparencia en la Federación.