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Los lunes al sol

Por El Viudo

Arreglamundos


Son una especie que cuando parecía que la inteligencia artificial y el auge de las redes iba a ayudar a su defunción, siguen estando vivos, aunque creamos algunos que dentro de poco darán sus últimos coletazos.

Suelen oscilar entre los cincuenta y setenta años, no conocen el respeto, la palabra pudor, ni en definitiva el miedo.

Su sitio es la mesa cercana a la barra del bar y la vista fija en el televisor.
No necesitan púlpito, ni atril, ni micrófono.

No necesitan público, asistentes o seguidores.

Una caña o un clarete, esperar a que pongan la tapa y a comenzar el espectáculo.
Premisa fundamental hablar alto.
Si el televisor tiene el volumen activado van comentado una a una las noticias siempre bajo su criterio y sin  rigor alguno.

Si el televisor tiene el volumen silenciado ellos se encargan de hacer de locutores, te van narrando lo que muestra las imágenes, apostillando sus editoriales categóricamente.

Tienen su hora marcada, su espacio elegido y ya conocen al grupo de tertulianos "sin voz ni voto", que les va a dar la razón, pese a no estar de acuerdo con ellos la mayoría de las veces.

Yo pensé que eran actitudes del pasado, que ahora el personal se desahogaba por twitter o Instagram, o por los comentarios anónimos que permiten los periódicos digitales.

A veces miro al dueño del bar y me causa una pena grande.
No sé si merecerá por dos euros aguantar esa esclavitud diaria.

Con su criterio el pucela nunca hubiera bajado.
Según su opinión, Puente se tenía que haber ido ya mucho antes.
Tiene los datos claros de que Sánchez solo quiere que la fresa de Europa se compre en Marruecos.
Lo de Vinicius lo había solucionado él al segundo pitido.
La mujer del Rey de Inglaterra en cuatro días la va a liar.

Y así mañana a mañana, día a día, semana a semana, mes a mes y año a año.

Son incombustibles.

Siempre tienen la razón de todo.

Lo que daría por un día, seguirles hasta su casa, poder entrar en su salón y esconderme detrás del sofá, a las tres cuando empieza el Telediario.
Ese momento sin barra de bar, ni caña, ni gente, él solo frente a las noticias que le atrapan y no le dejan vivir.

Algún día se atreverá algún hostelero a poner un cartel que diga: "Se admite el derecho de admisión, pero por favor abstenerse los ARREGLAMUNDOS".