Me imagino a la mayoría de colaboradores de TRIBUNA, que expresan sus opiniones en este medio cada semana, brindando con los suyos con Champán Francés la noche del domingo.
Por fin va a volver la coherencia, la gestión y la libertad a nuestra ciudad. Ya era hora.
Han sido ocho años de retroceso, ahora es el tiempo de volver a hacer de Valladolid una ciudad moderna, limpia y libre.
Era insufrible pensar que tenía uno que coger el coche para poder hacer algo. Colas kilométricas y atascos a todas horas, por el capricho de sus dirigentes de llenar de bicis todas las vías posibles.
Nuestras aceras ya se estaban convirtiendo en un basurero.
Nuestros jóvenes se marchaban a otras ciudades a buscar empleo y calidad de vida, a poder tomar una cerveza con sus amigos sin tener que encontrarse con exnovias en cada esquina.
Estos rojos comunistas que nos han gobernado estos lamentables ocho años no han respetado nuestras creencias religiosas ni nuestra afición taurina.
Las fiestas han ido de mal en peor y hasta el pasado año trajeron a un cantante de color que no conocía nadie y se gastaron una pastaza en su contratación.
Menos mal que el pueblo está recuperando poco a poco la conciencia como ya hizo en las elecciones autonómicas, de no haber sido así, nos esperaban otros cuatro años de asfixia económica, de llegada de etarras y comunistas a nuestras plazas.
No se puede consentir que nuestros ambulatorios estén llenos de emigrantes que buscan operarse gratis, mientras nuestros ciudadanos están en lista de espera.
Una ciudad fea y envejecida, en la que los locales céntricos cierran y el comercio tradicional no encuentra ayudas para el relevo de generaciones futuras.
En definitiva, poco Champán había en el frigo para todo lo que había que celebrar.
Por fin llegará el ansiado soterramiento.
En nuestra casa era la conversación diaria que nos ahogaba y no nos dejaba casi ni compartir otros deseos. Por fin nuestros hijos conocerán una ciudad moderna, abierta y amplia.
Solo espero que nuestro equipo de gobierno, coja el toro por los cuernos y ahora que aún estamos a tiempo además de derogar todas las leyes del puentismo, renuncie a la celebración de los premios del cine español, que ni es español ni es nada.
Me da pánico solo pensar que se puedan llenar nuestros hoteles de rojos subvencionados que solo saben llevar a la pantalla historias de una guerra civil que causo tanto dolor en ambos bandos.
Estamos a tiempo. Y estamos a tiempo de invitar a Díaz Ayuso a que sea la pregonera de las fiestas y de que Bertín Osborne sea el primer artista invitado.
Primero sacar las bicis de la ciudad y segundo intentar como sea que no se celebren aquí LOS GOYA.