El desorden y el maltrato son una parte importante de la vida de todos y cada uno de nosotros. Sin ese desorden, sin ese caos, no sabríamos experimentar el significado que tienen hasta las cosas más pequeñas de la vida.
Un día conversando con un amigo me decía que prácticamente todos sus problemas se resolverían si fuese rico. Según él la felicidad en la vida consta de dos cosas: amor y dinero. Me parecería un plan fantástico si no fuese por un pequeño problema, y es que los ricos también se divorcian, se distancian de sus hijos, son traicionados por sus amigos y sufren crisis existenciales que los llevan a morir solos y sin afecto.
Si tienes suerte podrás pasar por la vida sin demasiado sufrimiento, lo que es una buena noticia, no hay por qué buscar problemas si todo en la vida te está yendo bien y no parece que vaya ser diferente en el futuro. Sin embargo existe un beneficio, una virtud, un superpoder que solo los que han recibido un trato injusto y doloroso por parte de la vida son capaces de desarrollar. Para que las cosas se ordenen primero tienen que desordenarse, de la misma manera que para que una oruga pueda volar primero ha de deshacerse de su vieja forma de vida. Nadie que pretenda prosperar debería oponerse a vivir situaciones duras y peligrosas, no hasta que encuentre la manera en que esas situaciones duras y peligrosas le ayuden a convertirse en una persona más habilidosa, más inteligente, como si después de todo ese proceso de transformación hubiese desarrollado superpoderes.
Si no estamos sanos, las personas podemos mejorar o resistirnos aún más a recuperarnos y morir. Existe una tendencia natural en el ser humano que hace que se odie por los mismos motivos que podrían salvarle. Y si piensas que la gente dura es terca y la terquedad es peligrosa, espera a ver lo que pueden hacer los débiles y complacientes por dañarse a sí mismos y a todo lo que les rodea.
Odiar la vida, despreciarla, incluso si es por el incuestionable dolor que inflige, tan solo sirve para empeorarla aún más de manera insoportable. Esa es la misma esencia del mal. Jordan B. Peterson
¿Por qué negarse a ver el desorden que hemos creado? Porque significaría admitirlo, y de paso admitir que hemos sido nosotros los creadores de nuestra propia destrucción. No te puedes engañar de esta manera si lo que quieres es disponer de tu facultad para hacer cosas buenas por ti mismo antes de que se agote tu tiempo. En lo más profundo de tu Ser debería haber alguien llamando a la puerta para que en cuanto le abran pueda salir a arreglar todo lo que se haya roto y restaurar las cosas de una vez por todas.
Sucede algo parecido con quienes han pasado años maltratándose por no saber relacionarse con otras personas o no llegar a la perfección en sus trabajos. Su verdadero Ser está bastante más alejado del comportamiento que muestran, pero la distorsión que han hecho de la realidad y el bajo concepto que tienen de sí mismos les hace pensar que buscar el control y la perfección es la clave para llegar a ser alguien de valor en la sociedad. La sociedad no espera nada de ti, solo es reactiva a lo que tú haces y piensas sobre ti. Es decir, que buena pare del desorden y el caos que has creado en tu interior ha sido en base a una comparación con respecto a otras personas. Entonces supones que deberías ser padre o madre a los treinta porque otros lo han sido a esa edad. Supones que si al encargado de la tienda en la que trabajas le respetan más sus amigos y familiares por ser encargado que si no lo fuera, crees que tú también deberías ser encargado para ver si así tu mujer y tu hijos piensan cosas mejores sobre ti, o por lo menos que no piensen que eres un perdedor a quien no vale la pena parecerse. Todo tu caos viene por el sufrimiento de no ser lo que se supone que deberías ser, y en lugar de usar todo ese desorden a tu favor te dedicas a culparte por él.
Si puedes descubrir la debilidad que te debilita, entonces podrás arreglarla y arreglarte a ti en lugar de seguir a su merced. Eso puede cambiarte la vida. Podrás poner en orden lo que antes estaba descolocado y sentir cómo tu vida comienza a ir por la buena dirección. Sinceramente, eso es todo lo que hay que hacer. Ver, colocar y avanzar en lugar de discutir y quejarse. Un superpoder al alcance de cualquiera.