Al momento de escribir cada paso que damos en el libro de nuestras vidas, las páginas cambian de color, cambian la forma en que vemos las historias que contamos en él.
Un día, una hoja. Una historia, miles de palabras nuevas que esperan ser escritas con la tinta con la que se escriben los verdaderos sueños, con la misma tinta con la que haces de ti el personaje ganador o el personaje perdedor de tu propia historia.
Una vez leí que cada día debe considerarse como una oportunidad de convertirse en una persona mejor. Creo que esto es cierto, y también creo que si dedicamos a escribir en esas páginas, la historia que nos gustaría, el mismo tiempo que le dedicamos al miedo a equivocarnos, a ser juzgados o fracasar en el intento, nuestra vida estaría compuesta por varios volúmenes capaces de transmitir un mensaje de cambio, de aliento, de consecución de logros.
No existe un poder mágico para conseguir tu sueño. Sencillamente no puedes quedarte sentado esperándolo. Tienes que salir a buscarlo.
Todos tenemos tiempo para lograr algo, para movernos hacia adelante, ¿sabías que cuando perseguimos lo que nos apasiona el cerebro modifica su interpretación del tiempo? De pronto no nos fijamos en él, tan solo permanecemos enfocados. Podemos hacer lo mismo con los temores y las frustraciones. Ellos son ladrones de sueños que sumergen nuestras vidas en pérdidas de tiempo perpétuas si permitimos pensar en ellos más tiempo de lo necesario.
Si nuestro primer impulso ha sido pararnos y analizar hacia dónde nos dirigían los miedos, ¿por qué no empezar a representarnos ahora hacia dónde nos pueden llevar nuestros sueños y hacerlo de una forma tan vívida que parezca algo real? El cerebro hace lo mismo con los miedos que con los sueños, cuanto más tiempo invierta en ellos más real lo hace todo. Así, por poco tiempo que pasemos imaginando e iniciando algunas acciones sobre la clase de vida que queremos llevar y cómo queremos que esta transcurra, nos estaremos dando cada vez más razones para seguir invirtiendo en las sensaciones de éxtasis, de paz y de calided que sentimos al hacerlo.
Una de las razones más poderosas para conseguirlo consiste en tener claro que cuanto más tiempo invirtamos en un sueño, desde su planificación hasta su ejecución, más desaparecerá la desagradable sensación que todos queremos evitar en el futuro, la de no haber sido quienes podríamos, de no haber alcanzado la verdadera realización de nuestras promesas. Si logramos enfocarnos hoy en este tiempo de vida no tendremos garantía de nada, pero sí estaremos preparados para acoger la muerte con la misma serenidad y orgullo con el que hemos vivido desde el momento en que decidimos hacerlo.
Es difícil sentir orgullo si no tenemos esto en cuenta. Si no metemos el tiempo en la ecuación puede que disfrutemos de algunas de las bondades de la vida, pero quizás te ocurra que tus sueños pierden fuerza por el camino al no sentir que se pueden acabar, o mejor dicho, que tú algún día te acabarás y tus sueños se quedarán en un "pudo haber sigo algo bueno" en lugar de "disfruté de una vida que no quise desperdiciar".
Nunca permitas que lo mejor de ti se vaya al cementerio contigo, no dejes nada por dar, nada por pedir y nada por vivir. Tu nombre debe ir ligado a lo mejor en cada acto del día, ¿crees que no puedes hacer eso? Quizás es que aún no te has planteado la única verdad que puedes tocar con las manos, la de que tu vida, su corto tiempo y lo que hagas en ella, son tu responsabilidad. Empieza a escribir nuevas y buenas páginas en tu libro hoy mismo.