Creo que no soy chauvinista ni racista. Me siento muy español, pero también muy europeo y muy ciudadano del mundo. No hago gala de la historia de España -y tenemos cosas grandes- como la escuela de Salamanca y las leyes de Indias, pero tampoco me avergüenzo de nuestro pasado -también hemos provocado muchas guerras-, pues solamente me siento responsable de nuestro presente y del futuro que estamos dejando a las próximas generaciones. Por eso, hoy quiero pararme a emitir mi opinión sobre la realidad actual, porque veo que, como sociedad, como país, hacemos agua por todas partes.
Ya podemos vanagloriarnos de nuestro clima o de nuestras playas, si un porcentaje elevado de ciudadanos no puede disfrutar de vacaciones. De nada nos sirve que los ciudadanos seamos abiertos y acogedores, si los políticos nos están enseñando a insultarnos y a difamarnos, e incluso a odiarnos. Tampoco nos sirve de nada que nuestra economía vaya bien, si el bienestar no llega a los ciudadanos. Tenemos unas leyes sociales y laborales extraordinarias pero que no se cumplen. Somos campeones en paro y en paro juvenil. Estamos a la cola en la enseñanza, pero entre los primeros en número de políticos. Los jóvenes no pueden independizarse de sus padres porque no pueden pagar el alquiler. Nuestros médicos y universitarios son extraordinarios, pero se tienen que ir al extranjero, porque aquí no hay futuro. Hasta los animales de compañía lo tienen negro, porque muchos de sus dueños los abandonan impunemente cuando los estorban para irse de vacaciones, porque la administración no se cuida lo más mínimo de controlar si las mascotas llevan el chip.
Teóricamente somos un estado federal, pero nuestro sistema de autonomías no funciona, porque falta la idea fundamental de todo sistema federal, que es la solidaridad,
Mientras prometemos ayuda para Palestina, que no me parece mal, las ayudas no llegan a los pueblos de la Dana o llegan con muchísimo retraso, como en la Isla de la Palma. Hacemos gala de democracia, pero está desapareciendo la separación de poderes.
Ya va siendo hora de que Bruselas tome cartas en el asunto si quiere que los españoles, que en su día estábamos a la cabeza en la defensa de la Unión, no perdamos la esperanza en el último refugio que nos queda.
Me siento corresponsable del presente de la sociedad española. Por eso no puedo callar ante la situación actual. Todavía confío en los españoles como pueblo, que es el mío.