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Feliz con poco

Por Félix Martín Santos

Atardecer en el bulevar de Burgos


A los pocos metros de haber iniciado el trayecto, enfrente de unos almacenes destartalados de Renfe, me sorprendió la visión de un macho de verdecillo (serinus serinus), con su vientre de intenso y bello color amarillo, cantando en la rama de un pino, con un chirrido rápido y largo, pero agradable al oído. Poco después, tras rodear el sufrido edificio de la antigua estación del ferrocarril, me topé con cuatro acacias, desprovistas de follaje, en espera de mayo y junio cuando nos regalarán el aroma profundo y melifluo de sus flores.  Tras sobrepasarlas accedí al camino principal de entrada de la estación, en su cara norte. Aprecié a su derecha, sobre un mullido césped, dos castaños de indias, desnudos también de hojas; y dos monumentales árboles de hoja perenne: un cedro y una secuoya, medio seca, por haber sufrido la ira de un rayo hace años. A su izquierda se yerguen dos castaños de indias, dos secuoyas y un cedro. El sonido susurrante de los verderones (carduelis chloris) me acompañó hasta situarme enfrente de la fachada principal. Observé cierta incuria, con su tejado inestable, sus puertas tapiadas, una inscripción en piedra bajo la cornisa: CAMINOS DE HIERRO DEL NORTE, recordando tiempos mejores. En el alero, un colirrojo tizón (phoenicurus ochruros) hacía acrobacias mientras capturaba insectos. Me encaré hacia el oeste, en dirección al camino principal del bulevar, atravesando un bosquete de hayas, con algunos pinos. En uno, un carbonero común (parus major), entonaba su agradable trino de notas metálicas, sonoras y repetidas  “ti- ti–taa   ti-ti-taa”. Su mansedumbre me permitió hacerle varias fotos. Luego, un mirlo (turdus merula) sumó su potente y embaucador canto. 

 

 

 

Ya en el camino principal, cegado por el sol del ocaso vi varias parcelas, a derecha e izquierda de la carretera, vacías y desoladas por la actual crisis económica. Pocos constructores y contratistas se aventuran a edificar nuevas viviendas. Sin embargo, aprecié vida alrededor: niños jugando, mientras sus padres paseaban; gente corriendo (jogging); algunos ciclistas; parejas de jóvenes haciéndose arrumacos. Me fijé en el mobiliario del bulevar, que con sus modernas marquesinas y apeaderos del autobús, sus aéreas bombillas semejando antiguas luminarias ferroviarias, su piso pulido y sus bordes de granito gris; me complace y agrada en grado sumo. No me importa que no sean originales como creíamos al principio. En fin, en poco tiempo y espacio me hallé sin carretera y, por tanto, con el bulevar cortado. Esos días las autoridades municipales anunciaron que en breve se iniciarán las obras para conectarlo con Parralillos y el Hospital del Rey. Ya de regreso, aún seguían cantando el verderón y el mirlo.  Al final me encontré en el punto de partida.

 

 

 

 

La descripción de ese rincón de Burgos, me sirve para resaltar que andar al menos una hora casi todos los días de la semana, constituye uno de los consejos habituales en las consultas médicas. Se trata de practicar ejercicio físico regular con la intención de elevar el nivel de salud de la población, aplicable tanto a población sana como a personas afectas de enfermedades crónicas tan prevalentes como la diabetes tipo II, la cardiopatía isquémica (angina e infarto de miocardio), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC),  el síndrome metabólico y la hipertensión arterial.

 

Algunos estudios científicos demuestran que algo tan sencillo y accesible para la mayoría de la gente como deambular a un ritmo vivo puede fortalecer el corazón y mejorar el funcionamiento de los pulmones. Además, el resultado es dosis dependiente, esto es, caminar tres horas al día produce más beneficios que hacerlo una hora. Por otra parte, a muchos pacientes no hay forma de convencerles para que practiquen actividad física más intensa como la natación prolongada, ciclismo, jogging o acudir a un gimnasio.

 

También hay estudios científicos que revelan que el ejercicio físico moderado a partir de la mitad de la vida previene el déficit cognitivo leve y, por tanto, la demencia. Hay que aclarar que las personas con déficit cognitivo leve constituyen un grupo de alto riesgo de demencia porque la desarrollan en una proporción del 10 al 15% por año, mientras que esta evolución sólo se observa en el 1 al 2% de la población anciana de la comunidad.

 

 

 

 

En enero del 2010 los miembros del equipo de Yonas E. Geda, de la Clínica Mayo, en Rochester, publicaron en la prestigiosa revista “Archives of Neurology”  las conclusiones de un estudio de casos y control sobre envejecimiento. Para ello compararon los hábitos deportivos de 198 personas con deterioro cognitivo leve con 1.126 controles sanos, comprobando que las personas que referían practicar ejercicio moderado -caminar, yoga, estiramientos o natación breve- desde la mitad de su existencia eran menos proclives a desarrollar deterioro mental. La citada actividad física aeróbica se asociaba a una reducción del 39% en el riesgo de déficit cognitivo, mientras que cuando empezaron a efectuarla a edades más tardías de la vida el riesgo se redujo al 32%.

 

Cuando abordo el tema de la demencia y de la Enfermedad de Alzheimer no puedo resistir la tentación de hablar de los efectos preventivos ejercidos por el consumo de café sobre estas terribles enfermedades. Voy a ser comedido. Entre varios artículos de interés que versan sobre el tema, sólo me voy a referir al estudio finlandés dirigido por Mario H. Eskelenin y Miia Kivipelto, que publicaron en el año 2009 en la prestigiosa revista Journal of Alzheimer’s Disease con el título en inglés “Midlife coffee and tea drinking and the risk of late life dementia: a population-based CAIDE”. Se trata de un estudio prospectivo donde se controlan durante 21 años a 1.409 personas (875 mujeres y 534 hombres), mentalmente sanos al inicio del estudio. Tras comparar la incidencia de defectos mentales en la cohorte de consumidores de café con el grupo o cohorte de personas cuyo consumo era bajo (0 a 2 tazas), llegan a la conclusión de que el consumo moderado de café(3 a 5 tazas) en la edad media de la vida reducía de un 65 a 70% el riesgo de demencia en la senectud y de un 62 a 64% el riesgo de Enfermedad de Alzheimer.

 

En cualquier consulta de neumología es muy común que el neumólogo responsable indique largos paseos a un ritmo aceptable y sostenible a los pacientes afectos de EPOC, cuarta causa de muerte en el mundo, según datos de la OMS, aún estando en estadios avanzados. A la luz de los conocimientos científicos actuales, esta medida se asocia a una mayor calidad de vida y a una menor morbimortalidad de los pacientes. Además diversos estudios efectuados dentro de programas de rehabilitación respiratoria han demostrado que los pacientes más activos físicamente se benefician de un enlentecimiento en la pérdida de función pulmonar y una reducción del número de exacerbaciones. Llegado a este punto quiero remarcar que la causa fundamental de la EPOC es el tabaquismo, el cual es también responsable de un deterioro acelerado de la función respiratoria. Por ello es crucial que estos pacientes dejen de fumar, pues sino en pocos años acabarán con obstrucción bronquial muy severa, insuficiencia respiratoria y oxígeno domiciliario durante un mínimo de 18 horas seguidas.

 

Desde luego, una gran parte de la educación para la salud que ofrezco a mis pacientes neumológicos tiene que ver con estos aspectos, pues estoy seguro de que el cese tabáquico y la práctica de actividad física aeróbica incrementarán la salud física y mental de los mismos. Además, si dejan de fumar los que aún no han desarrollado enfisema, bronquitis crónica obstructiva o EPOC, prácticamente nunca lo desarrollarán.

 

Hay una frase que me encanta decir: para un fumador activo la mejor inversión en salud es dejar de fumar. Esta contundente afirmación se justifica por una realidad inequívoca: el tabaquismo activo es la primera causa de muerte evitable en los países desarrollados.

 

 

Con  la descripción del paisaje burgalés inicial también intento transmitir que un simple paseo por cualquiera de nuestros entornos urbanos, con espacios ajardinados y verdes como este bulevar burgalés, puede servirnos para reducir el nivel de ansiedad, sobre todo, si somos observadores pacientes y perspicaces del entorno. En mi caso particular el placer cuando ando o corro por estos parajes es doble, pues al  beneficio obtenido con la actividad física, se suma el conseguido con la observación gozosa de la flora y fauna. Así, la visión de las diversas especies arbóreas, del estrato arbustivo acompañante, con diversas plantas aromáticas, y de los diversos pájaros, con sus plumajes y trinos identificativos de especie; me resulta sumamente reconfortante y relajante.  Si, además, tuviéramos patrimonio artístico próximo el goce sería mayor.

 

Antes de concluir quiero recordar que el 31 de marzo, día del paseo que encabeza el título de este contenido, corresponde con el Día Mundial Contra el Cáncer de Colon. En consecuencia, me gustaría que el próximo contenido de este blog versara sobre este prevalente tumor: el más frecuente en ambos sexos.