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Desde mi Tribuna

Por Juan Postigo Vergel

El niño del por qué


Érase una vez un niño de cinco años que esperaba en una parada de autobús, con las piernas colgando del asiento, mientras las columpiaba alegremente. Unos minutos después un hombre se refugió de la lluvia debajo de la misma parada, refunfuñando por no haberse acordado de coger un paraguas antes de salir de casa.

- ¿Por qué está usted mojado, señor? -preguntó el crío.

- Pues porque llueve -espetó el hombre, incrédulo ante la pregunta.

- ¿Y por qué llueve? -volvió a la carga el infante. El adulto empezó a molestarse ante lo que consideraba una conversación sin sentido.

- Porque el mundo es así. A veces hace sol, a veces llueve.

- ¿Y por qué el mundo es así?

- Pues no lo sé, chico, no lo sé. -suspiró el hombre, ya sin respuesta.

Este concepto francés es el llamado 'Enfant terrible', 'Niño terrible', una expresión de sentido figurado que se refiere a una persona rebelde y transgresora, cuyas opiniones y creaciones se apartan de la ortodoxia. Inicialmente también se empleaba con más literalidad para referirse a un niño insoportable, travieso, pero siempre inquieto.

¿A dónde quiero llegar? Plantéese todo. Cuestione. Piense. No funcione por inercia. Hasta el más sencillo acto tiene razón para unos segundos de reflexión por diferentes causas. ¿Merece la pena ser realizado? Si es así, ¿puedo hacerlo de una forma más eficiente?

¿Qué estoy provocando con la acción? Y así con todo. Esta simple ejecución, créame, traerá orden, lógica y practicidad a su vida. Pero sobre todo traerá algo más importante: inquietud. Una persona que no piensa es un cascarón vacío, alguien que se deja llevar y se conforma con repetir durante 365 días al año y unos ochenta y tantos años de su vida el mismo día a día. Y eso no es lo que usted quiere, ¿verdad?

P.D. Canción 'Baile existencialista', del grupo León Benavente.