Lo reconozco. Al igual que a la gran mayoría de españoles, me quedé de piedra al ver el espectáculo al terminar el estado de alarma. Gente por la calle, sin mascarillas, celebrando una victoria que todavía no había llegado. Una imagen difícil de digerir y que hace perder parcialmente la fe en el ser humano. Al menos esa fue mi primera impresión.

 

Pasados unos días, y ya con tiempo para meditar un poco sobre el asunto, quise jugar al abogado del diablo. Sin justificar en absoluto a los soplagaitas -perdonen el insulto al estilo capitán Haddock, pero no me sale otro-, es cierto que hay que empezar a recuperar cierta normalidad. No, esto no era normalidad, pero es una demostración de que ansiamos recuperar ya nuestra anterior vida. Tenemos que dar pasos, lentos pero seguros, para intentar regresar a aquello.

 

Y las cifras de vacunación ayudan al optimismo. Leía recientemente que casi el 100% de los mayores de 60 años tiene ya al menos una dosis en España. Y que cerca de uno de cada dos está ya totalmente inmunizado. Teniendo en cuenta que más de un 90% de las muertes se daba en población de 70 años para arriba, esto es una auténtica bendición.

 

Sí, en estas próximas semanas y meses seguirá habiendo picos de contagios. Seguirá habiendo instantes de crecimiento del virus. Pero este ya no será tan letal. Los hospitales, salvo hecatombe, no deberían volver a colapsarse ya que los tramos de edad más peligrosos ya están inmunizados. Esto son las mejores noticias que podíamos recibir ahora mismo. Y qué quieren que les diga. A mí esto me hace estar cada día con una sonrisa más amplia en la cara.

 

P.D. Videoclip de 'La sonrisa intacta', de Shinova.