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Aldama tiramantas y Errejón alguacilado


Un importante efecto de la gota fría valenciana ha sido encapotar, al menos durante un tiempo, el lodazal donde chapotean y serpentean las culebras y culebrones que afectan al partido socialista, su gobierno, y maquinaria de un estado que han corrompido hasta la médula, fauna que sigue creciendo en número y en tamaño, como si la alimentaran a cascoporro, reventando por la máxima cualquier tabla que refleje un índice de multiplicación y que parece no tener fin.

Un mar de fango al que tanto gusta referirse Pedro Sánchez y sus conmilitones, obviando que son ellos los principales productores, pero la aparición de porquería continúa, la penúltima ha sido la declaración de Aldama, al que no le gusta la cárcel, seguro que ha contado poco de todo lo que sabe, el mismo lo ha dicho, así que al trullo otra vez, hasta que desembuche lo gordo (ha tirado poco de la manta), y que reviente un gobierno que es capaz de soportar una fumigación con vitriolo antes que dimitir. Vamos a dejar, de momento, el desarrollo de la serie negra, tremebunda y nauseabunda, de un presidente, un gobierno y un partido, al lado de los cuales, Fernando VII, cien cuevas de Alí Babá y cincuenta Sombras Tito Berni podrían pasar por Santa Teresa de Calcuta y su congregación de Misioneras de la Caridad, y vamos a hablar de un asunto que, al lado de la serie es calderilla, pero que no deja de tener su gracia.

Pareciera como si el affaire Errejón fuese cosa de hace quince días o como mucho tres años. Nada más alejado de la realidad, recuerdan Vds. aquel movimiento 15M, si ese que se produjo hace ya casi 14 años, que, incluso mucha gente de derechas miró con simpatía por el hartazgo que infundían los políticos, si, ya entonces, que al final ha acabado en un chasco, y eso que, ni ellos mismos se lo hubieran imaginado, llevó gente al Congreso y hasta a Vicepresidencias de gobierno y que todavía sufrimos. A saber, que ocurriría en esas tiendas de campaña plantadas en La Puerta del Sol, pero entonces eran jóvenes y las mañas errejonistas, que no eran solo de Errejón, ya las practicaban en los servicios de los bares de Lavapiés, continuaron en los despachos de La Complutense -¡Ay!, si las mesas hablaran- y siendo ya talluditos, siguieron en los despachos del Congreso ¿o no recuerdan Vds. la oferta de su despacho por Pablo Iglesias a Andrea Levy y Miguel Vila?, seguramente pensando en lo que él, fácil de imaginar, practicaba.

No, las mañas de Errejón no son un caso aislado ni reciente, ha sido una práctica cotidiana en Podemos y Mas Madrid, lo que lleva a hacerse la pregunta más capciosa ¿Cuáles han sido los méritos de las mujeres para medrar en esos partidos? Joer con los feministos, femilistos diría yo. Joer con el Errejón ¿a cuantas ha catado?, porque la lista conocida no es magra, que digamos, además no tiene mal gusto, las eligió hermosas y lozanas, con esa carita de bebito viejuno y las mataba callando. Se creía inmune, pero tanto ir el cántaro a la fuente.

A Errejón le ha pasado lo que a Manolete, seguramente por llevar la contraria a su amigo Pablo, a alguna encumbrada o por no poner una revista, un estanco, un piso o un ministerio, pongamos por caso, a la denunciante, debería haber aprendido de su comparsa y antiguo amigo, y es que si no sabes o no puedes ¿por qué te metes sin las debidas precauciones? Una vez pasada la fase de cordero sumiso ante el degüello ¿quién entiende su achantamiento? y visto que van a por el sin conmiseración, empezando por sus antiguas compañeras de jarana y piltra, parece que ha decidido defenderse y ahora dice que la denuncia de la Mouliaá es falsa.

Pero hombre Íñigo, pues no decías antes que solo los negacionistas podían hablar de denuncias falsas, si es que no hay nada como que le toque a uno para cambiar de opinión, mano de santo, rayo divino conversor de Saulos, aunque en este caso no sé si será de aplicación, Iñigo nunca creyó en lo que predicaba, lo hizo siempre por interés, porque le facilitaba dar rienda suelta a su carácter libidinoso y disfrutar de los placeres carnales.

Errejón es un ejemplo de alguacil alguacilado, y despierta algo de simpatía por el trato injusto que está recibiendo, y no porque no se lo merezca, sino porque una ley injusta lo sigue siendo aun cuando se aplique a quien contribuyó a su promulgación. Que la denuncia de la Mouliaá es falsa lo saben hasta los monos de Gibraltar.