Asumiendo que nos encontramos ante una televisión completamente plana y aburrida desde el fin de Sálvame, el otro día encendí la televisión con poca esperanza de encontrar algo potable que consumir mientras me comía una enorme pizza de anchoa y descubrí que están televisando una nueva edición de 'Maestros de la costura'.
No me gusta ese programa y considero que hace un flaco favor a los modistas profesionales. Puede resultar un talent show entretenido, no digo que no. Pero si reflexionas sobre el formato es algo que no tiene mucho fundamento y que debería haberse quedado en la primera edición.
Vi la primera temporada y reconozco que me gustó. De hecho, no tengo nada en contra de los diseñadores que trabajan en el programa de la 1. Es más, Palomo Spain, María Escoté y Lorenzo Caprile son tres profesionales fantásticos que se merecen todo mi respeto, avalado por una larga carrera donde han demostrado que se merecen estar donde se encuentran ahora mismo.
¿Por qué considero que este programa fastidia al gremio? Si bien es cierto que le ha dado mucha visibilidad a una profesión como es el oficio de modista, que se está perdiendo, también lo es que ha perjudicado más de lo que ha sumado.
Tú no puedes hacer una buena prenda en dos horas, es imposible. Y sino que se lo digan al maestro Cristóbal Balenciaga que se pasaban semanas detrás de una sola falda y la cosía y descosía hasta que quedase completamente perfecta.
Una cadena de producción, con máquinas industriales, es capaz de hacerte un traje chaqueta en ese tiempo pero siempre y cuando haya más de dos o tres personas en esa sección de la fábrica.
Un modista no puede. Y tampoco debe. Ni aunque le des el patrón antes de comenzar, como hacen en el programa que presenta Raquel Sánchez Silva.
Y estoy seguro que a raíz de este formato, muchas modistas habrán recibido a clientes que pretenden que les hagan un vestido por muy poco dinero, en poco tiempo y con grandes resultados. En este programa no se le da el valor que se le debe dar a este oficio. Y punto.
Parece que estamos obviando el trabajo de un sastre y lo importante que son elementos pequeñitos como el forro o las hombreras. La calidad requiere tiempo.