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Cuaderno de bitácora

Por Sonsoles Sánchez-Reyes Peñamaria

Superga, los Saboya y el fútbol


 

La Basílica de Superga se encuentra en una colina en las cercanías de la ciudad de Turín o Torino, al norte de Italia. En el asedio franco-español de 1706, el Duque de Saboya Vittorio Amadeo II y el príncipe de Carignano Eugenio de Saboya subieron a la colina para controlar la situación. En ese momento, el Duque de Saboya realizó un juramento: si ganaban la guerra construiría allí un monumento a la virgen María.

Tras la victoria, Vittorio Amadeo II cumplió su palabra. La Basílica de Superga fue proyectada por Filippo Juvarra y la construcción, que comenzó en 1717, duró 14 años, dado que el acceso a la colina, a casi 700 metros sobre el nivel del mar, era un sendero pequeño y difícil. Todos los materiales fueron transportados sobre mulos. El 1 de noviembre de 1731 el rey Carlos Manuel III de Saboya inauguró la Basílica de Superga de Turín.

Filippo Juvarra (Messina, 1678 - Madrid, 1736) era el arquitecto italiano más destacado del siglo XVIII y un gran dibujante, con dominio magistral de las fuentes clásicas y académicas. Ordenado sacerdote en 1703, en 1704 marchó a Roma, donde se formó como arquitecto. Fue diseñador escenográfico y esta experiencia teatral influyó en su trabajo posterior. En 1714 Víctor Amadeo de Saboya le invitó a Turín y le nombró Primer Arquitecto real. Su producción fue enorme: iglesias, palacios, casas de campo y pabellones de caza, el trazado de barrios enteros de la ciudad nueva de Turín, además del diseño de muebles y artes aplicadas. Numerosos pintores, escultores y artesanos se desplazaron de toda Italia para ejecutar sus proyectos. En 1735 fue llamado a España por Felipe V, para diseñar la fachada este, orientada al jardín principal, del Palacio de La Granja de San Ildefonso, cerca de Segovia, y el Palacio Real de Madrid, realizado con numerosas modificaciones -tras su fallecimiento repentino en Madrid- por su discípulo Sacchetti.

Desde el interior de la Basílica de Superga, una escalera de caracol de 131 escalones lleva al balcón exterior de la cúpula, inspirada en la renacentista del Vaticano -de Miguel Ángel-. En un día claro se aprecian toda la ciudad de Turín y los Alpes. La cripta contiene las Tumbas Reales de la Casa de Saboya por voluntad del rey Vittorio Amadeo III, materializando el deseo de su abuelo, Vittorio Amadeo II. El proyecto, del arquitecto Francesco Martinez en 1774, se terminó en 1778. La planta de la cripta, de cruz latina alargada, alberga 62 sepulcros de la Casa de Saboya: en el centro el Sarcófago de los Reyes, para el último rey de Cerdeña. En los laterales, la Sala de los niños y la Sala de las Reinas. En el brazo izquierdo, el monumento de Vittorio Amadeo II, fundador de la Basílica de Superga y el duque de Saboya, que obtendrá el título de 'Rey de Cerdeña'. No muy lejos, el Monumento del Príncipe Fernando de Saboya, Duque de Génova y padre de la Primera Reina de Italia, Margherita. En el brazo derecho, la escultura de Carlo Emanuele III, con el bajorrelieve que representa la batalla de Guastalla de 1734.

Poco podían pensar los Saboya que, dos siglos después, su propia historia no sería lo único que se asociaría con el nombre de Superga.

Bordeando la Basílica por el exterior, está la lápida dedicada al equipo de fútbol 'Grande Torino', que murió en esta colina por un accidente de avión el 4 mayo de 1949, aún vivo en la memoria colectiva de Turín. La lápida está siempre llena de flores frescas y bufandas de fútbol. Cada 4 mayo se celebra una misa en memoria de las 31 personas que murieron en dicho accidente: los jugadores del Torino, el equipo campeón de la Serie A, la máxima categoría del fútbol profesional en Italia, que parecía destinado a ganar el título de liga por quinto año consecutivo. Ese día nefasto, el avión de tres motores Fiat se destruyó tras el impacto contra la pared trasera del edificio en una densa niebla.

El Gran Torino había volado para jugar un partido de despedida del futbolista luso Xico Ferreira contra el Benfica en Lisboa. En el viaje de regreso murió casi todo el equipo, incluidos su manager judío-húngaro y el entrenador inglés. El defensa Sauro Toma no viajó por una lesión. Antes de morir en 2018, con 92 años, dijo sentirse "condenado a sobrevivir, mientras mis hermanos perecieron".

Dos días después del accidente, medio millón de personas colmaron las calles para los funerales. El Torino recibió el título de la Serie A, a petición de sus rivales. El equipo pasó a la historia no como los 'Invencibles', sino como los 'Inmortales'. 

La siguiente temporada, se pidió a los clubs donar un jugador al Torino para recuperarse. El título de 1949-50 lo ganó la Juventus, y Torino acabó sexto. Desde el accidente, solo ganaron una liga, en 1975-76, séptimo título del club.

El Torino se convirtió en el primer equipo italiano en conseguir un mismo año el doblete de liga y Copa en 1943, la temporada antes de suspenderse la Serie A dos años durante la II Guerra Mundial. Todavía tiene tres récords: en 1947-48, anotó 125 goles en sus 40 partidos, finalizando con un récord de diferencia de 92 goles en su cuarto título consecutivo. Cuando tuvo lugar el accidente, no habían perdido de locales en más de seis años. Y la victoria 10 a 1 contra el Alessandria, en mayo del 1948, es la mayor de la Serie A.

Esta edad de oro del club se debe a que su presidente, Ferruccio Novo, contrató a algunos de los mejores jugadores del país, incluido Valentino Mazzola, la estrella del Torino que se convirtió en capitán de Italia. El presidente no estuvo en el vuelo por una gripe. Tras fracasar en reconstruir al equipo después del accidente, renunció a la presidencia del Torino en 1953, después de llevar a Italia a la final de tres mundiales.

Influyente en el éxito del club fue Erno Egri Erbstein, el mánager húngaro obligado a regresar a su país por las leyes antisemitas de 1938 de Benito Mussolini, que quitaban a los judíos su ciudadanía italiana. Erbstien escapó de un campo de concentración en Budapest, ocupada por los nazis. Regresó al Torino después de la guerra.

Leslie Lievesley se hizo entrenador después de que su carrera como defensa del Manchester United acabase por la guerra. En 1939 se unió a la Real Fuerza Aérea como paracaidista. En una de sus misiones, su avión fue alcanzado por fuego amigo. Todos a bordo murieron menos él. Hubo otro incidente aéreo durante la guerra. El tercero que Lievesley logró sobrevivir se produjo en 1948 cuando viajaba con el equipo juvenil del Torino, y fallaron los frenos del avión durante el aterrizaje en el aeropuerto de Torino. Una de las alas se enganchó en un hangar, esto frenó la nave y evitó que se estrellara contra la terminal. 

El 4 de mayo de 1949 a las 17.03 cambió la historia del fútbol. Si el trimotor que transportaba al mejor equipo de Italia y uno de los mejores del planeta, el Gran Torino, no se hubiera estrellado contra la basílica de Superga, a 12 kilómetros de Turín, probablemente no hubieran existido el maracanazo del Mundial de 1950 ni la posterior hegemonía brasileña. Tal vez Italia habría sido la primera selección tricampeona, con tres títulos consecutivos. Tal vez el Juventus de Turín sería hoy menor y el calcio sería fútbol ofensivo.

El Gran Torino, nunca llamado solo Torino, encarnó el fin de la pesadilla de la guerra. El presidente, Ferruccio Novo, ex jugador y ex entrenador, empezó a construir una formación legendaria en 1942, en plena guerra, fichando las dos estrellas del Venecia, Mazzola y Loik. Ganó esa temporada, 1942-1943.

El equipo grana jugaba con furia ofensiva: el director técnico Ebstein no quería defensas. Su leyenda se hizo en la temporada 1947-1948 con 125 goles en 40 partidos. En uno contra el Roma, el equipo visitante, el Gran Torino, llegó al descanso perdiendo por 1-0. En el segundo tiempo marcaron siete tantos en 20 minutos. Ése era el Gran Torino que ganó cinco Ligas consecutivas.

Vittorio Pozzo, el seleccionador que ganó para Italia los Mundiales de 1934 y 1938, asesoró a Novo y Ebstein en su política de fichajes. Después de la guerra, montar una selección resultó sencillo: ocho miembros del Gran Torino (Bacigalupo, Ballarin, Castigliano, Loik, Maroso, Mazzola, Menti y Rigamonti) eran titulares; en ocasiones, como en su victoria contra Hungría, alineaba a diez jugadores granas. Italia se perfilaba favorita para el Mundial de 1950, en Brasil.

El 3 de mayo de 1949, el Gran Torino viajó a Lisboa para disputar un partido amistoso contra el Benfica. Mazzola, el capitán grana, quiso participar en la despedida de su amigo Francisco Ferreira, capitán del equipo lisboeta y de la selección portuguesa. Tras el encuentro, con victoria del Benfica por 4-3, volaron a Barcelona. En Italia quedó Laszlo Kubala pues el Gran Torino, tras varios partidos de prueba, rechazó su fichaje. Desde Barcelona, el avión del equipo siguió hacia Turín. A menos de cinco kilómetros del aeropuerto se estrellaron contra la basílica de Superga. Los ocupantes murieron en el acto. 

En ese momento, a falta de cuatro jornadas, el Gran Torino llevaba cuatro puntos de ventaja al Inter. Los demás equipos decidieron alinear a los juveniles, como se vio obligado a hacer el Torino, el resto de la temporada. Ése fue el scudetto póstumo.

Gianni Agnelli, fundador de la Fiat, había comprado el Juventus en 1947 y el vacío le permitió crear un equipo campeón. La temporada siguiente ganó y empezó su historia. El seleccionador Pozzo viajó al Mundial de Brasil (en barco) con una alineación de circunstancias y un sistema ultradefensivo, que caracterizaría al calcio las décadas siguientes.

 

Fotografías: Gabriela Torregrosa